El
comienzo en la Copa Libertadores fue de muchas dudas para las huestes
naranjas, tras tres partidos sumaban tres puntos, producto de los
empates como visitante ante Universidad de Chile y los peruanos
de Atlético Torino y Sporting Cristal.
Sin
embargo Cobreloa no se desesperó y en Calama, con sendas
goleadas a los peruanos y un complicado triunfo sobre Universida
de Chile, Cobreloa se instalaba en semifinales. Cobreloa se estaba
transformando en la gran sorpresa de la Copa.
En
semifinales se encontró con dos de los mejores equipos del
continente en ese entonces, los uruguayos de Peñarol y Nacional.
Peñarol había llegado a esta fase eliminando a los
venezolanos de Portuguesa y Estudiantes, y al otro charrúa
en competencia, Bellavista. Nacional, en tanto, hacía su
debut en la competencia, con el fin de revalidar el título
conseguido en 1980.
Muchos
dijeron "ahora sí cae Cobreloa", pero los hombres
de Vicente Cantatore comenzaron a escribir una de las páginas
más exitosas del fútbol chileno: en menos de una semana
derrotaron a los uruguayos en el mítico estadio Centenario
de Montevideo, transformándose de esta forma en el primer
equipo chileno en conseguir ese logro. Ahí, fueron determinantes
las actuaciones de Washington "Trapo" Olivera. Cobreloa
se instalaba así en la final de la Copa.
La
final fue con el Flamengo de Zico, que había dejado en semifinales
a Jorge Wilsterman de Bolivia y a Deportivo Cali, de Colombia. Los
brasileños llegaban invictos, al igual que Cobreloa.
Cobreloa,
por esas extrañas reglas que dicta la Confederación
Sudamericana de Fútbo, debía jugaren Santiago porque
el Municipal de Calama no superaba la capacidad de 30 mil espectadores.
Una derrota ajustada
en Brasil (con un golazo de Merello) y un triunfo en Santiago forzaron
a una definición. Ésta fue en Uruguay, donde los brasileños eran
más locales por razones obvias, y Cobreloa no pudo con Flamengo,
quien lo derrotó por 2 a 0. Quizás la historia se hubiese
escrito de otra forma si hubiésemos jugado en Calama.
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