Pero dado, que éstos no necesitan que no todo lo que se dice en las reuniones individuales esté protegido por la confidencialidad, cada uno de ellos puede autorizar al mediador a que parte de lo expresado en una reunión individual, pueda ser comunicado al otro participante.
Hay dos caminos que usualmente siguen los mediadores para caminar por este filo de la navaja entre lo que debe ser mantenido en secreto y lo que puede ser comunicado.
Algunos mediadores prefieren pedir autorización explícita para comunicar algo, como por ejemplo Perry Itkin, y toman cuidadosamente nota de lo que el participante le permite decir. O sea que todo es secreto salvo lo autorizado a divulgar.
Otros mediadores prefieren pensar que todo puede ser comunicado salvo aquello que explícitamente el participante prefiera mantener en secreto, y en este caso toman cuidadosa nota de lo "prohibido comunicar".
Las dos formas tienen su ventaja y su desventaja, pero lo importante es que el mediador sepa cual de ellas va a utilizar para poder comunicarlo en el discurso de apertura así las partes saben a que atenerse.
La confidencialidad de las privadas es uno de los puntos
más difíciles de manejar, sobre todo en los modelos en los
cuales se utiliza un gran número de las mismas.
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