Se consideraba que había una diferencia de niveles, y que lo analógico era de un nivel superior.
Por esto se hablaba de incongruencia cuando lo analógico y lo digital diferían. Por ejemplo si alguien dice: "hace frío" mientras se saca el abrigo" o "que bien me siento" mientras llora compungidamente. A esto se lo denominó "doble mensaje".
Se reservó el término contradicción para aquellos casos en los cuales los mensajes correspondían a un mismo nivel, por ejemplo cuando en un determinado momento una persona decía "a" y en un momento posterior decía "no-a".
Si bien en la actualidad no se considera que lo analógico sea siempre "meta" con respecto a lo digital, se ha mantenido el término de incongruencia para referirse a este tipo de contradicción.
Lo maravilloso de la comunicación es que pese a la gran complejidad y a la multiplicidad de elementos que la forman, comúnmente hay congruencia: decimos que estamos enojados, con tono de enojo, en voz fuerte, probablemente con ritmo lento, con el entrecejo fruncido, los ojos abiertos, sin sonreír, el cuerpo tenso, a una distancia que difícilmente será de intimidad, etcétera, etcétera.
Comúnmente no nos damos cuenta de cómo coinciden todos estos mensajes, pero basta que uno no "encaje" para que inmediatamente lo percibamos. Por esto es fácil detectar estas incongruencias.
Las incongruencias no sólo se refieren a lo anteriormente
citado sino que también se establecen entre los contextos y la comunicación.
Determinadas acciones que realizo en una cancha de tenis no pueden ser
realizadas en una clase ni en un encuentro de mediación, la vestimenta
que es adecuada para jugar al tenis no lo es para mediar, etcétera.
Cuando alguna acción no "encaja" con el contexto fácilmente
nos damos cuenta.
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