Dentro del contexto de la mediación se ha entendido que una forma de mantenerse equidistante es otorgar las mismas posibilidades a las dos partes, y ésta se podría medir computando si el mediador organiza correctamente el "hablar por turnos" de los participantes; el mismo tiempo en las reuniones o entrevistas individuales; una proximidad física semejante; la misma forma de mirar; el mismo lenguaje; etcétera.
Pero no siempre se puede ser equidistante porque serlo iría en contra del principio fundamental de la equidad. Algunas veces es necesario que el mediador se alíe temporariamente con uno de los participantes para que éste pueda elaborar sus posiciones.
Es conveniente que entendamos a la equidistancia como un proceso activo, que se desarrolla a lo largo de toda la mediación.
Nosotros entendemos por equidistancia, "estar a igual
distancia", o sea no "acercarse" más a uno que a otro, no tener
diferentes "distancias" con las partes, es decir -nuevamente- no realizar
alianzas.
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