
Aguascalientes,
Ags. / 31 de Octubre 1999
La Presa Calles una Gran Obra «Para Cuando Llueva Mucho»
Parte VIII
Por Matías Lozano Díaz de León
Continuamos con los relatos de don José P. Santos publicados en los
años 70 en las páginas de El Sol del Centro como
Monografía Histórica del Distrito Nacional de Riego No.
I de Pabellón.
La comitiva que acompañaba al señor general Calles estaba integrada
por el Secretario de Agricultura y Fomento, y un grupo de ingenieros mexicanos
así como los ayudantes del señor presidente de la República.
No llevaba ninguna escolta armada, ya que la región se encontraba
en absoluta paz por aquel tiempo.
Llegaron a san Francisco de los Romo y tomando por el Río Santiago
con rumbo noroeste de la población, prosiguieron su marcha hasta el
mismo sitio donde los técnicos alemanes habían recomendado
a don Porfirio se levantara la presa. El señor general Calles examinaba
con todo detenimiento los lugares; formulaba preguntas a los ingenieros y
funcionarios que le acompañaban, escuchaba sus opiniones, y callaba.
Ordenó proseguir el viaje por toda la hermosa cañada que ahí
se forma y llega precisamente hasta la desembocadura del Río Santiago,
ya en terrenos de San José de Gracia; detuvo su marcha y contempló
la hondonada que habría de servir como vaso de almacenamiento a la
presa; ocurrieron nuevas deliberaciones entre el grupo de técnicos,
quienes mayoritariamente se mostraban inclinados a que el proyecto formulado
por los geólogos alemanes era de aceptarse en forma íntegra,
argumentando que el levantamiento de la obra en otro lugar que no fuera el
localizado originalmente, resultaría demasiado costoso en relación
con el poco beneficio que se alcanzaría comprobada la escasa
precipitación pluvial ya determinada por la región.
Se expresaba además que con la construcción de la presa en
la desembocadura del río Santiago, sitio que gustaba al señor
presidente, además del costo significaba la posibilidad de que las
alamedas y huerteríos del pueblo de San José de Gracia quedaran
bajo las aguas en el supuesto de algunos años abundantes, que se
podía originar con ello una protesta generalizada de los habitantes
del pueblo de San José de gracia que ya eran dueños de la tierra
que disfrutaban comunalmente merced a una cédula real de Felipe II
de España; que las precipitaciones pluviales por la región
según registros que se tenían eran sumamente precarias; que
el Tesoro de la Nación no contaba con los fondos suficientes para
una obra de tal envergadura, porque se encontraba exhausto debido a las
constantes asonadas en los últimos 15 años.
El señor general Calles, tras de escuchar las argumentaciones de sus
acompañantes, dirigiéndose a ellos con el tono calmado pero
enérgico que acostumbraba usar en sus determinaciones, según
personas que le escucharon pronunció las solemnes y hoy históricas
palabras: Señores, la presa se hará para cuando llueva
mucho; y montado nuevamente en su cabalgadura retorno a estación
Las Animas y emprendió el viaje hacia la ciudad de
México.
El hermoso tren olivo, arranca de la modesta estación terminal las
animas, que por algunas horas se había convertido en despacho del
poder ejecutivo de la nación, se aleja con rapidez enfilando hacia
la gran metrópoli y dejando una esperanza en los campesinos, mientras
que los escéptico y reaccionarios expresaban su incredulidad, y la
duda.
Con la firme determinación de llevar a cabo lo mas pronto posible
el proyecto de obras del río Santiago en el estado de Aguascalientes
, el señor general Calles llegando a la ciudad de México dispone
luego que en el presupuesto de egresos de la federación para el año
de 1926, se incluya la partida correspondiente con cargo a la cual habrán
de erogarse los gastos que demande la ejecución de la obra en su primera
etapa.
Sometido que fue a la consideración de las cámaras legislativas
el presupuesto de egresos de la federación, su análisis provoca
las mas encendidas discusiones parlamentarias que promueven los legisladores
licenciado Lauro G. Caloca y el profesor Aurelio Manríquez como
representantes que eran de los estados de Zacatecas y San Luis Potosí,
respectivamente.
Ambos representantes populares fueron apasionados luchadores por la causa
del agrarismo en el país desde un principio, y en compañía
del licenciado Antonio Díaz Soto y Gama que representaba al estado
de Morelos, formaban el poderoso triángulo parlamentario que denodadamente
hubieron de luchar como autores de la ley agraria del 6 de enero de 1915
ordenamiento que a sido base y origen de nuestra reforma en esa materia.
No se oponían al progreso revolucionario del país pero estaban
en grave desacuerdo con el general Calles respecto a ciertos ángulos
de su política al frente del gobierno, tildaban con ironía
el proyecto de construcción sobre el río Santiago en el estado
de Aguascalientes y fueron los primeros en llamarlo el elefante blanco porque
anticipadamente sabían que en la región no existían
corrientes alimentadoras para llenar el vaso de la presa, y sabían
también que las precipitaciones pluviales eran del todo precarias
en esta parte de la república.
Como representantes populares sustentaban el criterio de que el programa
de irrigación propuesto por el gobierno, debería llevarse a
cabo pero construyendo pequeñas obras de captación en el país
y que los Estados a quienes representaban en el Congreso no quedaran marginados
de este beneficio, extrañándose de la predilección
presidencial mostrada hacia Aguascalientes, y como todos los miembros del
famoso triángulo parlamentario que mencionamos fueron oradores fogosos,
manejaban el verbo con soltura y vehemencia preguntándose
cáusticamente si se habría repetido aquel beso
de fábula que según cuentan, por él se había
otorgado la independencia política de Aguascalientes.
En realidad no existió ningún romántico beso y esta
circunstancia era perfectamente conocida por todos los elementos
político-militares de la época; hubo, eso sí, admirable
pasión por servir a la patria y este anhelo grandioso tomó
forma en el señor general Calles desde toda su vida. Que Aguascalientes
haya sido la primera entidad federativa donde comenzara el programa nacional
de irrigación, se debió exclusivamente al estudio
geohidrológico que ya se tenía para las obras del Río
Santiago y no importaba que tuviera su origen en el régimen porfirista,
Plutarco Elías Calles como el general don Hermenegildo Galeana,
héroe inmortal de nuestra independencia cuando se le propuso la libertad
y la vida de su amado padre a cambio de los prisioneros españoles
que tenía en su poder y que abandonara las armas, debió exclamar.
LA PATRIA ES PRIMERO.
Pero don Lauro Caloca, príncipe de la palabra, titán de la
oratoria y elocuente parlamentario, anhelaba ganar para su causa el H. Congreso
en la Unión contrariando los propósitos del poder ejecutivo
que representaba el señor general Calles, debido a que la curul por
Zacatecas había sido ganado en abierta lucha contra el mismo presidente
y contra la entonces poderosa Confederación Regional Obrera Mexicana,
apoyado por el Partido Nacional Agrarista que en el Estado de Zacatecas
llegó a tener muy grande preponderancia.
Continuará

|