LUTERO

El mensajero a esta edad es el mejor conocido de todas las edades. Fue Martín Lutero.

Martín Lutero fue un brillante estudiante de disposición apacible. El estaba estudiando para abogado cuando la prolongada enfermedad y muerte de un íntimo amigo le hizo enfocar seriamente en a la condición espiritual de su vida. El entró en el convento Agustino en Erfurt, Alemania, en el año 1505. Allí estudió filosofía y también la Palabra de Dios. Vivió la vida sometida a la mas estricta penitencia, pero todas sus obras exteriores no podían levantar el peso de su pecado. El dijo: "Me afligí casi hasta la muerte, buscando paz con Dios, pero yo estaba en oscuridad y no la hallé." El vicario general de su orden, uno llamado Staupitz, le ayudó a lograr el conocimiento de que su salvación tendría que ser la experiencia de una obra interior en vez de un rito. Con este ánimo, él buscó a Dios más intensamente. Después llegó a ser un sacerdote, sin embargo todavía no era salvo. Llegó a ser un ávido y profundo estudiante de la Palabra, y de las grandes obras teológicas que existían en aquel tiempo. Fue muy buscado como predicador y maestro por sus profundos conocimientos y gran sinceridad. Para cumplir con un voto que se había hecho a sí mismo, fue a Roma. Allí vio la sutileza de las obras impuestas por la iglesia que habrían de traer salvación, y entonces fue cuando la Palabra de Dios fue vivificada en su corazón: "El justo en su fe vivirá." Al regresar a su hogar, la verdad evangélica de esta Escritura inundó su mente y fue librado del pecado y nacido en el reino de Dios. Poco después de esto, él fue elevado a doctor en Divinidad y fue comisionado: "para dedicar su vida completa a estudiar, exponer y defender fielmente la Santa Escritura." Eso lo hizo con tal esfuerzo que su corazón y los de aquellos que le rodearon fueron profundamente arraigados sobre la verdad de la Palabra. Poco después la Palabra entró en conflicto abierto con los abusos de los credos y las doctrinas de la iglesia.

Por lo tanto, cuando León X llegó a ser Papa y Juan Tetzel vino vendiendo indulgencias para el pecado, Lutero no tuvo otra alternativa sino la de oponerse a esta enseñanza tan anti Palabra. Primeramente, desde el púlpito él tronó en contra de tal cosa y luego escribió sus famosas 95 tesis, las cuales clavó en la puerta de la iglesia del castillo el día 31 de octubre de 1517.

En corto tiempo Alemania estaba encendida, y la reforma estaba en marcha. Ahora, que esto quede claro, Martín Lutero no fue el único que protestó contra la Iglesia Católica Romana, él solamente fue uno de muchos. otros ya habían negado el poder temporal y espiritual de los Papas (concedido por ellos mismos) y aun entre los mismos Papas hubo pequeñas reformas temporales. Ciertamente hubo otros que enfocaron en ciertos temas, pero en el caso de Lutero, el tiempo de Dios estaba a la mano para iniciar un movimiento definitivo, que seria el comienzo de la restauración de la iglesia hacia un derramamiento del Espíritu Santo en una fecha futura. Ahora, Martín Lutero era un Cristiano lleno del Espíritu y de una viva sensibilidad. Definitivamente él era un hombre de la Palabra, porque no solamente tenía una profunda pasión por estudiarla, sino también de ver que estuviera al alcance de todos, de tal manera que todos pudiesen vivir por medio de ella. El tradujo el Nuevo Testamento y lo distribuyó al pueblo. Esta obra tan laboriosa la hizo él mismo, corrigiendo un pasaje aun hasta veinte veces. Luego congregó a su derredor un grupo de estudiantes hebreos, entre los cuales habían algunos judíos, y tradujo el Antiguo Testamento.

Sobre esta obra monumental de Lutero están basadas todas las demás obras sucesivas de las Sagradas Escrituras en Alemania.

Fue un poderoso predicador y maestro de la Palabra e insistió, muy especialmente en los primeros años de su ministerio público, que la Palabra era el único criterio. Por lo tanto, estaba en contra de las obras como un medio de obtener la salvación y del bautismo como un medio de obtener la regeneración. El enseñó la mediación de Cristo aparte del hombre, el cual fue el concepto original de Pentecostés. El era un hombre de mucha oración y había aprendido que cuando más tenía que hacer y más limitado era su tiempo, entonces era cuando más dedicaba su tiempo en oración a Dios para así asegurar resultados satisfactorios. El conocía lo que era batallar con el diablo, y se dice que cierto día, Satanás se le apareció visiblemente y Lutero, arrojándole el tintero, le ordenó irse. En otra ocasión, vinieron a él dos fanáticos a persuadirle a unirse con ellos para acabar con todos los sacerdotes y las Biblias, pero él discernió el espíritu en ellos y los despidió.

Está registrado acerca del Dr. Martín Lutero en la historia escrita por Sauer, volumen 3, página 406, que él fue: "un profeta, evangelista, uno que hablaba e interpretaba lenguas, y en fin, estaba dotado con los nueve dones del Espíritu."

Lo que conmovió su corazón por el Espíritu Santo, y lo que también fue el pequeño tallo verde que significaba que la verdad estaba regresando a la Iglesia, así como fue conocida en el Día de Pentecostés, fue la doctrina de la justificación: salvación por gracia, sin obras. Yo reconozco que el Dr. Lutero no sólo creía y sólo predicaba la justificación, pero si era su tema principal, como en verdad tenía que ser, porque esa es la doctrina básica de la verdad de la Palabra. El será conocido por siempre como el instrumento en la mano de Dios que revivió esta verdad.

El fue el quinto mensajero, y su Mensaje fue: "El justo en su fe vivirá." Sin lugar a duda admitimos que él conocía y enseñaba que debemos ir de fe en fe. Su maravilloso entendimiento de soberanía, elección, predestinación y otras verdades, muestra que él fue un gran hombre en la Palabra; sin embargo, digo de nuevo (como también dicen los historiadores), que Dios lo usó para traer a la gente Su estandarte en contra de las obras: "El justo en su fe vivirá."

Ahora, como ya mencioné, esta edad ha sido llamada por los historiadores: "La Epoca de la Reforma." Eso es exactamente correcto. Tuvo que ser así, porque Martín Lutero fue un reformador, no un profeta.

Ahora, yo sé bien que la historia lo llama un profeta, pero eso no quiere decir que tal concepto sea correcto, porque no hay ningún registro que califique a Martín Lutero como un verdadero profeta de Dios en el gran sentido Bíblico de esa palabra. El fue un maestro muy fino, con algunas manifestaciones del Espíritu en su vida, y por esas cosas damos gracias a Dios; pero a él no le fue posible guiar la iglesia de regreso a la verdad completa, como lo sería para un hombre como el apóstol Pablo, el cual fue apóstol y profeta.

Ahora, al transcurrir el tiempo, vemos un gran cambio en la forma en que Lutero conducía los asuntos en los cuales estaban envuelto. Al principio fue muy amable, sin temor, paciente y constantemente esperando que Dios resolviera los problemas; pero luego gran número de personas empezaron a identificarse con su movimiento. Sus propósitos no eran verdaderamente espirituales, sino de carácter netamente político. Estos querían romper el yugo del Papa, se disgustaron con tanto envío de dinero a Roma, algunos se tornaron en fanáticos. Al poco tiempo, Lutero se encontró envuelto en asuntos y decisiones políticas que estaban fuera del dominio de la iglesia, con la sola excepción de que por medio de oración, predicación, y conducta, ella pudiera establecer un estandarte que el pueblo temiera. Estos problemas políticos crecieron hasta que Lutero fue forzado a tomar una posición insostenible de mediador entre terratenientes y campesinos. Sus decisiones fueron tan equivocadas que causó una insurrección donde miles fueron A muertos. Sus intenciones fueron buenas, pero al permitirse ser mezclado de nuevo en un evangelio de iglesia y estado, tuvo que segar el torbellino.

No obstante todo eso, Dios usó a Martín Lutero. Que nunca se diga que sus intenciones no fueron buenas, sino que simplemente falló en sus juicios. Realmente, si los Luteranos pudieran regresar a sus enseñanzas y servir a Dios como lo hizo este precioso hermano, entonces esa gente seria en verdad un reconocimiento y una alabanza al gran Dios y Salvador, Jesucristo.

 

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