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Chrysler pone en
práctica sus siete leyes del éxito Empresarial
BOB LUTZ, vicepresidente actual de la compañía automotriz estadounidense, explica cómo ésta logró cambiar su destino.
1. El cliente no siempre tiene la razón. Desde luego, debemos escuchar y satisfacer las necesidades del cliente, pero sus rebuscadas preferencias es un espejo retrovisor, en el mejor de los casos. El papel de los fabricantes es idear una solución nueva para sorprender y asombrar a los compradores. 2. El propósito principal del negocio no es 'hacer dinero'. Por supuesto que sí, pero existe una confusión entre la misión (ensamblar buenos autos y camiones) y la recompensa por conseguir el objetivo (beneficios). Si, como es generalmente el caso, la mira se centra siempre y únicamente en la 'ganancia', el cliente y el proceso creativo que origina productos nuevos no serán tomados en cuenta. Imagine que debe escoger entre dos sitios para comer: uno es manejado por una familia apasionada de la cocina, el otro pertenece a un grupo financiero que busca maximizar su ganancia. La decisión será fácil. 3. No se deje llevar por la corriente. En este negocio hay una enorme tendencia a seguir una moda. En un momento, se trata de la 'diversificación', que induce a las compañías a comprar negocios insensatos de los que no saben nada. En otro, podría ser algo como 'se debe invertir en China'. Estas acciones forzadas no son tomadas porque intrínsecamente tienen sentido, sino por la presión, que casi siempre resulta en desastre. Es mejor esperar y estar entre los primeros en subirse a un mejor tren. 4. Demasiada calidad puede arruinarle. Realmente tiene que ver con la definición de calidad, y la industria con frecuencia la define limitadamente como 'durar por siempre, nunca necesitar reparación'. Los trajes de caballeros y los vestidos de las damas se harían para cumplir con ese estándar, sin embargo para alcanzar este fin serían confeccionados con lona. Igualmente, los restaurantes rara vez son clasificados según la cantidad de calorías libres de bacterias proporcionadas por unidad monetaria. El cine no causa furor por la calidad del rollo de película. Si el fabricante no toma en cuenta el disfrute del cliente pronto quedará fuera del negocio. 5. Los controles financieros son negativos. No realmente. Son en verdad
'malos' cuando se convierten en un todopoderoso y cohíben la creatividad,
el cambio y la experimentación.
7. El trabajo en equipo no siempre es bueno. Con la grata desaparición
del estilo de gerencia autoritario, el péndulo, como de costumbre,
se balancea demasiado lejos hacia el 'trabajo en equipo', la autogestión
del grupo y 'toma de decisión colectiva'.
En general, la mayoría de los negocios de hoy en día están manejados de forma poco creativa o con el 'hemisferio cerebral izquierdo', en la que se presume que todas las decisiones empresariales pueden ser sometidas a los rigores intelectuales del análisis y la investigación cuantitativos. El autor no comparte este estilo de gerencia y desconfía de las compañías que son manejadas solamente 'por los números', sin ningún sexto sentido, instinto, pasión o creatividad, que, en su opinión, son las características de las empresas realmente excelentes.
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