Núñez Clemente, curiosa coincidencia, actuó en Premià de Mar como si fuera un clónico del seleccionador nacional. Uno y otro afectados por un gravísimo, preocupante y crónico endiosamiento, son capaces de mostrar todos los síntomas de la obsesión sin darse cuenta de la enfermedad.
Jamás se equivocan,
se lavan las manos con el agua de Pilatos y siempre juegan con tal
grado de ambigüedad que, en el caso del presidente de Barça,
ahora va a resultar que fue Rita la Cantaora quien, contra la opinión
de los técnicos, firmó a Iván de la Peña
un larguísimo contrato a razón de más de 400 millones
de pesetas por temporada.
No le crean. No fue Rita
la Cantaora. Tampoco los socios ni, por supuesto ningún periodista.
Fue el presidente Núñez, en persona, quien desatendiendo
los consejos de Johan Cruyff disparó el contrato de Iván
hasta las cifras que Núñez, de nuevo en persona, denunció
como intolerables para un suplente.
Su justificación al traspaso de Iván a la Lazio es absolutamente insostenible porque De la Peña nunca ha sido titular indiscutible en el Barça. Tampoco en la selección. Con nadie. Ni con Cruyff ni con Robson ni con Van Gaal ni con Clemente. Por tanto, habrá que llegar a la conclusión de que fue un multimillonario error de Núñez pagar a De la Peña lo que no podía ni debía pagarle.
Y otra cosa más. Si el objetivo de la cantera es, como dice Núñez, que haya jugadores del Barça en todos los equipos españoles, ¿por qué no monta una escuela de fútbol en el jardín de su casa y procura que los de La Masia jueguen en el Barça?