Diego, Quique y Nacho estuvieron en Blanes

Cada temporada se celebran los campeonatos de España de minibasket y categoría Infantil en Blanes y Lloret del Mar respectivamente. Hasta ahí se desplazaron Diego Blázquez, Quique Morán y Nacho Ruiz-Jarabo dispuestos a ver a las jugonas en acción. ¿Qué mejor forma de pasar la Semana Santa que viendo partidos de baloncesto a todas horas al borde del Mar?

La competición tendría lugar entre el martes y el domingo, por lo que decidieron salir el lunes por la noche en tren. Compraron billetes con camas para así poder dormir y llegar descansados al primer día de la competición. Y no os podéis imaginar la cara que pusieron cuando se dispusieron a dejar las maletas en... ¡unos zulos! No, no es una exageración (lástima no tener fotos) "Yo ahí no duermo ni aunque me paguen", afirmó Nacho al instante.

Total, que les tocaba pasar la noche en las mesas del bar. Menos mal que la barra abrió toda la noche y que trajeron cartas. Jugaron al mus, a la brisca, al tute y ¡hasta se inventaron juegos! Llegaron a Blanes literalmente muertos. Duchita en el hotel, rápido desayuno y a empezar a ver partidos. Ahí quedaron con Agustín Molina y su hermano (entrena en San Agustín) para dirigirse todos juntos a Lloret del Mar.

Durante toda la competición, Quique y Nacho optaron por ver la competición de minibasket, con especial atención a Madrid en femenino y masculino. Por su parte, Diego andaba de Blanes a Lloret del Mar porque en la selección femenina de Madrid jugaba una ex-jugadora suya de su etapa en Estrecho (Tania, del infantil del Estudiantes). Por otro lado, Agustín y su hermano se acercaron tres de los cinco días, al tener una casa en la Costa Brava (comentar que Agustín no se dignó a salir de juerga con sus tres compañeros, jeje).

En lo que respecta a los resultados, pudieron disfrutar de un campeonato histórico para la selección madrileña. Oro en minibasket femenino, oro en infantil masculino y bronce en minibasket masculino. La única decepción fue la selección infantil femenina que le dio más de un disgusto al pobre Diego.

Para finalizar, nuestros viajeros pasaron seis días inolvidables con cientos y cientos de anécdotas para recordar. Y, por supuesto, pudieron disfrutar y aprender viendo baloncesto del bueno a todas horas. A ver si la próxima temporada se animan más entrenadores (y padres, incluso). Merece la pena, de verdad.

¡¡Nos gustan los jugones, Daimiel!!