En un breve repaso de la historia de la tecnología y sus aplicaciones en los diferentes ámbitos de la sociedad como la medicina, las comunicaciones, la investigación, el comercio o el cine, se puede notar que ha traído grandes beneficios. En el ámbito educativo la incursión de la tecnología ha estado signada por muchos desencuentros, rechazos y temores principalmente por los docentes.
Según la UNESCO, ahora la alfabetización no sólo se refiere a la capacidad de lectura, escritura y razonamiento matemático, sino también de la adquisición de capacidades intelectuales que garanticen la asimilación y procesamiento de información significativa como el dominio de la tecnología de información. Por lo que hoy en día, en tema de educación de “calidad”, la Secretaría de Educación Pública (SEP) trata de dotar de herramientas tecnológicas a las escuelas como proyector de datos, televisiones, reproductores de DVD, computadoras con salida a internet, etc.
Es importante mencionar la existencia de muchas escuelas que cuentan con una variedad de aparatos tecnológicos y no son integradas en la práctica educativa, es decir, muy pocos docentes percibirían la ausencia o presencia de la tecnología. Se debe tener en cuenta que incorporar la tecnología de información no equivale a llenar una escuela de recursos tecnológicos, sino que implica más allá de eso, cambiar actitudes y metodologías, a fin de dar a la práctica docente un sentido significativo, práctico y eficaz, es decir, integrarlas de manera tal que lo educativo trascienda lo tecnológico (Falieres, 2006). Sobre esta línea, podemos mencionar que es el docente y no la tecnología quien define cuáles serán los objetivos de la educación.
El mismo autor menciona que existen diversos estudios ya han puesto de manifiesto que se recuerda el 10 % de los que se ve, el 20 % de lo que se oye, el 50 % de lo que se ve y oye y el 80 % de lo que se ve, oye y se hace. Algunas de las nuevas tecnologías son perfectas para propiciar la retención de la información, tal como multimedia.