LA UNIVERSIDAD QUE LOS DE ARRIBA QUIEREN
La reelección del rector en la UNAM

Autor: Sofía Andrade
La aristocrática Junta de Gobierno de la UNAM decretó por unanimidad
la reelección como rector del priísta Juan Ramón De la Fuente, reafirmando la
profunda antidemocracia que impera en nuestra Máxima Casa de Estudios.
Esta artera imposición, ajena a la voluntad de la mayoría de la Comunidad Universitaria,
se consumó luego de un amañado proceso de "selección" en el cual los candidatos
eran los representantes de camarillas burocráticas enquistadas en la Universidad.
Antes de conocerse las propuestas de todos los "aspirantes", toda la cargada de
directores y consejeros universitarios ya clamaban por la reelección, como en
las mejores épocas del PRI en la UNAM, aunque esta vez incluyendo a sus advenedizos
aliados perredistas. Hasta al líder del STUNAM y diputado federal del PRD, Agustín
Rodríguez, salió a rendirle pleitesía al rector en medio de la revisión contractual
del sindicato, afirmando que el "masivo respaldo" que supuestamente recibió De
la Fuente, es "la expresión natural del amplio consenso que existe en torno a
él".
Acompañando la farsa, en el CCH-Sur y en algunas prepas, porros atacaron a la
comunidad, golpeando estudiantes y destruyendo los espacios de reunión del activismo.
Se envalentonaron por la reelección de aquel que durante todo su mandato los alentó
y protegió, como parte de la guerra sucia contra el movimiento estudiantil. Sin
embargo, en el CCH-S los estudiantes repelieron la agresión, se organizaron en
asamblea y, bajo el grito de ¡No Pasarán! se mostraron dispuestos a todo para
defenderse. Exigieron la disolución de los grupos porriles y señalaron a las autoridades
del plantel como las responsables de estas agresiones.
Con el objetivo de dar a toda costa una lección a los estudiantes que se opusieron
a la reelección, fue detenido y encarcelado Jaime Martínez, activista de la Facultad
de Ciencias Políticas, tras ser demandado por la rectoría por participar en la
oposición a la elección de la comisión organizadora del congreso (CECU) hace más
de un año. ¿Cómo explicar esta aparente paradoja entre la Universidad "más democrática
de lo que nunca fue" -como la califica Ramón de la Fuente padre-, cuyo punto más
alto sería la reelección del "progresista" rector, y la "cacería de brujas" que
selectivamente continúa sufriendo el movimiento estudiantil por pensar diferente?
¿A que vino el rector?
Posando como "opositor" al gobierno federal, ahora que la presidencia no pertenece
a su partido, De la Fuente paulatinamente logró recomponer su imagen y establecer
una nueva "división de poderes" con Fox (y junto al PRD) para mantener su coto
de poder y garantizar la estabilidad al interior de la UNAM. La reelección del
rector busca avanzar con la "transición pactada" en la Universidad, el acuerdo
entre el imperialismo y los partidos patronales para desviar el descontento de
las masas contra el Priato, que a nivel nacional se coronó con el triunfo del
PAN en el 2000.
Designado por "dedazo" presidencial, De la Fuente fue impuesto en la UNAM para
acabar con la huelga estudiantil. En ella se enfrentaron dos proyectos: el ordenado
por los organismos financieros internacionales y que pretendían imponer Zedillo
y Barnés primero y luego De la Fuente, contra el proyecto de Universidad pública
y gratuita que defendió tenazmente el movimiento estudiantil, apoyado por amplios
sectores de la población, que veían la justeza de sus reivindicaciones. Así, el
CGH se constituyó como un importante referente de lucha contra los planes del
gobierno y se convirtió en un dolor de cabeza para el régimen hacia las elecciones.
Para "resolver el problema", Zedillo echó mano de Juan Ramón, un especialista
en privatizaciones que al frente de la Secretaria de Salud dio muestras de su
"capacidad" para impulsar la reaccionaria reforma al sistema de seguridad social.
Como credenciales, De la Fuente contó también con sus buenas relaciones con la
mafia priísta del Grupo Atlacomulco. Así, su primera tarea como rector fue introducir
impunemente a la PFP en la Universidad, pisoteando la autonomía y encarcelando
a más de mil estudiantes. El que hoy habla de defender la educación publica contra
los intereses del mercado, sólo con la violencia pudo poner fin a la heroica gesta
del movimiento estudiantil contra las medidas ordenadas por los organismos financieros
internacionales.
Para sostener la arcaica estructura de gobierno en la Universidad, que quedó profundamente
deslegitimada tras la huelga, la rectoría desató una auténtica cacería de brujas
contra el activismo estudiantil. Durante la primera gestión del "plural" rector,
más de 100 compañeros fueron expulsados de la Universidad por razones políticas.
Otros, como el "Mosh" y Jaime M., están sujetos a procesos penales.
Con el pretexto de la "seguridad", además de los golpeadores del Auxilio UNAM,
agentes judiciales se pasean impunemente por los campus universitarios, al tiempo
en que grupos porriles se fortalecen en las prepas y CCH's. Además para optimizar
su función represiva, el inquisidor Tribunal Universitario fue "descentralizado"
a cada una de las escuelas y facultades.
En esto se basa la reaccionaria "normalidad" que impera hoy en la UNAM. ¡Alto
a la represión contra el movimiento estudiantil! ¡Reinstalación de todos los expulsados!
¡Libertad de todos los activistas sujetos a proceso! ¡Abajo los "tribunalitos"
universitarios! ¡Fuera porros de la UNAM!
La universidad de los de arriba
La reelección de De la Fuente, significa un salto en la legitimación y recomposición
del régimen universitario. Mientras posa de "progresista", el rector busca subordinar
al movimiento estudiantil y mantenerlo callado ante sus planes. Así articuló su
discurso para enmascaran las verdaderas intenciones por las cuales fue reelecto.
De la Fuente ha dicho:
- No a las cuotas, pero avanzó en la aplicación de cobros por trámites
y servicios. Por ejemplo, en los bachilleratos los cursos de regularización cuestan
entre 200 y 300 pesos por alumno y por materia.
- Estar a favor de una "universidad de masas" y por mantener la matrícula.
Sin embargo, en la actualidad quedan fuera de la UNAM más del 70% de los aspirantes,
mientras que el 80% de los jóvenes en edad de cursar estudios superiores, la mayoría
hijos de los trabajadores, no pueden acceder. Para continuar con esta elitización,
se continúan aplicando medidas excluyentes, como la reducción de turnos y materias
o el examen de selección donde el control del ingreso lo tiene el CENEVAL, que
dicta quiénes pueden entrar.
- Impulsar la descentralización, con ello apunta al desmantelamiento
de la UNAM al responsabilizar a cada facultad, escuela o dependencia para busquen
sus propios recursos y soluciones a las demandas de los estudiantes, trabajadores
y académicos.
- Buscar mayor presupuesto para la UNAM, que en manos del rector será
utilizado para mantener a la parasitaria aristocracia universitaria, financiar
a los grupos porriles o fortalecer el aparato represivo y no, por ejemplo, para
aumentar la matricula. Como muestra, sólo el salario mensual del rector rebasa
los 100 mil pesos y 50,000 el de los directores.
La búsqueda de "financiamiento alternativo", ante el drástico recorte presupuestal
que prepara el gobierno federal, puede significar en los hechos cuotas encubiertas,
por ejemplo a través de "becas crédito", así como una mayor subordinación a las
corporaciones y los organismos financieros a cambio de poner el conocimiento y
la investigación a su servicio. Más allá de las migajas que mendiga, De la Fuente
no cuestiona que mientras falta dinero para la educación, si hay para pagar la
deuda externa y el rescate bancario entre otros robos.
Todos estos ejemplos dan cuenta de que, más allá de su demagogia, De la Fuente
significa la continuidad en el modelo de universidad que los de arriba
quieren y contra el que el movimiento estudiantil combatió. Es decir, contra una
Universidad regida como una institución privada servil a los intereses de particulares.
Donde los estudiantes, docentes y trabajadores no tengamos ninguna posibilidad
de decidir. Una universidad cuyos egresados funcionen como intelectuales orgánicos
del régimen o como administradores de los negocios capitalistas, eso en el mejor
de los casos, si no a formar parte del ejército de desempleados y subempleados.
Una Universidad donde el pensar diferente y disentir de los planes sea motivo
de represión física, académica y hasta penal. Y finalmente una Universidad elitizada
donde sólo una minoría privilegiada tenga acceso.
Esto es parte de la ofensiva que el ejecutivo federal cierne sobre el conjunto
del sistema educativo para desarticularlo. Que incluye el cierre de las normales
rurales, contra el que sus combativos estudiantes han peleado y por ello han sido
golpeados y encarcelados. De la misma manera toca al IPN, donde también se prepara
la reelección del priísta Correa Jasso, instaurador de la amedrentación policial
en las vocacionales y promotor de grupos porriles.
Por una Universidad al servicio de los trabajadores, campesinos y el pueblo
pobre
Es necesario arrancar de raíz el conjunto del antidemocrático régimen universitario
y sus aliados garantes de la contrarreforma educativa, para poder instaurar un
gobierno en la UNAM donde de conjunto los académicos, los trabajadores y los estudiantes,
y no una camarilla burocrática, podamos decidir el curso de la universidad y ponerla
al servicio de los trabajadores, los campesinos y el pueblo pobre. Esto pasa en
primera instancia por que el movimiento estudiantil, como hizo en 1999, se ponga
a la cabeza de impulsar formas de autoorganización como las asambleas basadas
en la democracia directa de la comunidad.
Contamos además con aliados que verdaderamente bregaran por una universidad de
calidad: los trabajadores que resisten la pulverización de sus sueldos y prestaciones,
los campesinos que siguen labrando tierras ajenas, los indígenas cuya dignidad
es sometida por la bota militar, el resto de jóvenes que son criminalizados por
cuestionar el sistema, etc.
Para ello es imperante la creación de un nuevo movimiento estudiantil, crítico
y combativo que enfrente la contrarreforma educativa. Un movimiento que sea consecuente
con la defensa de los intereses de la población explotada y oprimida. Que, de
la mano de los trabajadores demás sectores oprimidos del país, luche contra los
designios del imperialismo y sus aliados locales.
Desde Contracorriente, que hemos impulsado junto con otros compañeros la unidad
del conjunto del activismo estudiantil como medida indispensable para enfrentar
las imposiciones, creemos que el desarrollo del movimiento estudiantil cimentado
en la esta perspectiva, puede llevar a asestar duros golpes al proimperialista
gobierno de Fox y sus planes para ricos y convertirse en verdadera oposición al
conjunto del régimen. En ese sentido invitamos a todos los compañeros a las reuniones
por facultad o escuela para poner en pie una juventud revolucionaria y antimperialista
como la mejor manera de impulsar esta perspectiva.