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Comité Central del Partido Popular Socialista | México
 
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La Lucha contra el Neoliberalismo
en el Proceso Electoral del año 2000

A) La lucha contra el neoliberalismo
en el Frente electoral (1988-1997)

a) El Frente Democrático Nacional
y sus secuelas (1988-1991)

El panorama del proceso electoral hacia el año 2000, en el contexto de la lucha entre los partidarios del desarrollo de México por su propia vía histórica y los seguidores del neoliberalismo dependiente, ha registrado importantes cambios con respecto de los procesos de 1988, 91, 94 y 97.

En 1988, el polo antineoliberal se conformó alrededor de un núcleo ideológico y político formado por el Partido Popular Socialista y la Corriente Democrática del PRI, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas. El primero de los componentes de ese polo aportó sobre todo el contenido ideológico y programático, y el segundo, la figura del hijo de un expresidente que fue patriota y progresista y que dejó honda huella en la memoria colectiva de los mexicanos: Lázaro Cárdenas. Alrededor de ese núcleo se conformó el Frente Democrático Nacional, alianza plural y amplia de la que formaron parte los partidos Auténtico de la Revolución Mexicana y Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional, además de una veintena de organizaciones diversas.

El Frente Democrático Nacional despertó un extraordinario entusiasmo popular. En todo el país, el pueblo se movilizó en torno a ambos factores: a) la Plataforma común del FDN, de carácter nacionalista revolucionario, que planteaba las propuestas que permitirían derrotar al neoliberalismo y retomar el camino surgido de la Revolución Mexicana y los otros grandes movimientos sociales de nuestra historia, y b) su candidato presidencial, Cárdenas, cuya estatura pública creció hasta convertirse en un personaje de primera fila.

Los resultados oficiales no aceptaron la victoria del FDN, que en efecto ocurrió. El FDN no tuvo capacidad para hacer respetar su triunfo. No obstante, a pesar de una manipulación sin precedentes que se hizo desde el gobierno para minimizar su votación, tuvieron que reconocerla mucho más elevada de lo que hubieran deseado, con más de 9 millones de sufragios, desplazando al PAN de su tradicional segundo lugar.

El proyecto no pudo ser reeditado en las elecciones intermedias de 1991 para renovar la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión y parcialmente el Senado. Dos hechos lo impidieron: a) la reforma electoral regresiva que aprobaron unidos el PAN y los neoliberales, y b) el carácter autosuficiente que adoptó el Partido de la Revolución Democrática, fundado luego de las elecciones del 6 de julio de 1988.

La reforma electoral panista-neoliberal, en efecto, canceló la figura de las candidaturas comunes, con la que funcionó el FDN, y estableció múltiples trabas para otras modalidades de alianzas, como la figura de las coaliciones.

El PRD fue el fruto de la fusión orgánica de dos afluentes principales: la Corriente Democrática integrada por expriístas, y el Partido Mexicano Socialista, que era por sí mismo una formación sumamente heterogénea, resultado, a su vez, de sucesivas fusiones de militantes del antiguo Partido Comunista Mexicano con grupos muy diversos. En un corto lapso habían procedido a la liquidación del PCM para sustituirlo por el Partido Socialista Unificado de México y, muy poco tiempo después, por el PMS.

A esos dos afluentes, se sumaron decenas de otros grupos, dando como resultado un partido heterogéneo, preñado de toda clase de conflictos internos, políticamente oportunista e ideológicamente ambiguo. El PRD se cerró a cualquier posible alianza programática antineoliberal en 1991, y buscó, en cambio, y lo hizo con singular empeño, establecer una alianza con el PAN, proyecto en el que fracasó.

Durante los trabajos de la LV Legislatura (1991-1994), fruto de las elecciones de 1991, se llevaron a cabo las grandes contrarreformas a los artículos fundamentales de la Constitución, el 3º, el 27, el 82 y el 130. En su conjunto fueron encaminadas a destruir la vía construida por el pueblo de México a lo largo de su historia, desmontar el Estado surgido de la Revolución de 1910 y sentar las bases para el nuevo seudoestado, que pretenden instaurar los neoliberales en los países dependientes, apenas un pequeño aparato administrativo carente de soberanía, supeditado a la voluntad del gobierno de los Estados Unidos y de los barones del capital financiero transnacional. Las grandes batallas ideológicas y políticas en defensa de la Constitución y para desenmascarar a los neoliberales fueron libradas sobre todo por el Partido Popular Socialista -aunque en ocasiones también por el PRD-, lo que le ganó, sobre todo al primero, el rencor de esa corriente y, de manera particular, del entonces presidente, Carlos Salinas de Gortari.

b) 1994

Antes de las elecciones de 1994 la legislación electoral fue nuevamente modificada, aunque esta vez no sólo como resultado del contubernio entre los neoliberales y el PAN. Ahora también participó el PRD en las llamadas negociaciones de Barcelona, sostenidas por los dirigentes de esos dos partidos, con el entonces secretario de Gobernación, Jorge Carpizo. El pacto consistió en establecer normas jurídicas y condiciones prácticas que abrieran el paso a un régimen tripartidista, en el que PAN, PRD y PRI tuvieran el control de los procesos electorales y fueran en su conjunto beneficiados por los mismos. La participación de toda otra organización debería ser obstaculizada por todos los medios. Tales maniobras tuvieron un destinatario específico: el Partido Popular Socialista.

En esas condiciones tampoco esta vez fue posible construir una amplia alianza que contendiera en las elecciones para renovar los poderes Ejecutivo y Legislativo.

El PRD postuló al ingeniero Cárdenas quien, si bien se benefició en alto grado de la popularidad que conquistó en 1988, el contenido ideológico y político que imprimió a su campaña fue ahora notoriamente diferente del que le imprimió cuando fue postulado por el Frente Democrático Nacional. También fueron diferentes los actores sociales con los que buscó pactar, congraciarse y comprometerse: ahora no fue la izquierda; ahora no fue la clase obrera, aunque buena parte de éstas mantuviera su cercanía con Cárdenas y su partido, sobre todo por razones de inercia y desinformación. Se acercó, en cambio, a los miembros de la oligarquía, a los jerarcas de la Iglesia y a las fuerzas económicas prominentes de los Estados Unidos.

Nuestro Partido lanzó la candidatura de la compañera Marcela Lombardo Otero, militante distinguida, capaz, hija del maestro Vicente Lombardo Toledano. Su participación como candidata a la presidencia de México fue destacada, sobre todo por su contenido, que en mucho contribuyó a elevar el nivel de la contienda, además de dar continuidad a la tarea partidaria de denunciar con argumentos sólidos a los neoliberales y llamar a todas las fuerzas de carácter patriótico y progresista a cerrar filas en los hechos, aun desde trincheras separadas, para que nuestro país pudiera recuperar su vía de desenvolvimiento hacia la independencia plena y con desarrollo social.

El candidato del PRI, Luis Donaldo Colosio, que pretendió tomar distancia del grupo neoliberal del cual surgió, murió asesinado en circunstancias hasta hoy no esclarecidas.

Al término de la campaña, las autoridades electorales cancelaron el registro de nuestro Partido en una acción que fue claramente violatoria de la ley.

c) 1997: Unidad Patriótica y el golpe de fuerza contra el XVIII Congreso

En 1997 habría otra vez elecciones intermedias, para renovar la Cámara de Diputados y de manera parcial el Senado de la República. Se elegiría además, por primera vez, al jefe de gobierno del Distrito Federal. Luego de las experiencias recogidas en los procesos de 1991 y 1994, nuestro Partido buscó una salida que permitiera, en las nuevas condiciones vigentes, construir, sin embargo, de nueva cuenta una amplia alianza de fuerzas que participaran unidas en la contienda electoral, orientando su esfuerzo como objetivo central hacia la derrota de los neoliberales. Se trataría de abrir nuestro propio registro, que habíamos reconquistado, a quienes estuvieran dispuestos a unirse con ese propósito común.

Se discutió el proyecto en el seno del Partido en todo el país, en un amplio ejercicio de democracia interna, y el consenso fue a favor de esa medida, que se consideró indispensable. Para ponerla en práctica se requerían algunas adecuaciones al Estatuto que deberían consumarse en el ya próximo Congreso del Partido. Al mismo tiempo se entablaron pláticas con más de media docena de organizaciones nacionales que expresaron su vivo interés por participar en dicha alianza, y con más de una docena de organizaciones locales.

Esta vez fue el asalto de nuestro XVIII Congreso por parte de un grupo que, traicionando nuestros principios y normas, se puso al servicio de elementos de la burguesía gobernante, lo que impidió la consumación del proyecto.

B.- La resistencia antineoliberal en el seno del PRI

a) El proceso formativo de la conciencia antineoliberal en el PRI

Poco a poco en el seno del PRI fue madurando la conciencia antineoliberal. Las primeras manifestaciones de resistencia frente a los neoliberales y sus atrocidades se expresaba de manera privada y, cuando llegaba a ser pública, era esporádica y circunstancial. Pero fue creciendo y clarificándose la idea entre los priístas de que los neoliberales no eran, nunca fueron de su partido aunque hubieran llegado al principal puesto político del país utilizándolo como instrumento. Que nunca militaron, ni compartieron su ideología. Que, por el contrario, eran más afines a la del PAN, partido con el que siempre se han entendido y coincidido.

Lento, prolongado fue este proceso, pero empezó a fructificar el día en que el PRI, en Asamblea Nacional, tomó tres resoluciones de elevada importancia:
a) los llamados candados para las candidaturas a la presidencia de la República;
b) la decisión de incorporar a sus documentos básicos el principio de que tanto la industria eléctrica como la petrolera deben permanecer en manos del Estado, y
c) el pronunciamiento en contra de la privatización de la industria petroquímica.

A todo este proceso ha contribuido nuestro Partido de manera muy firme y decidida, por medio del ejercicio tenaz del debate de las ideas.

b) La batalla por la candidatura presidencial del PRI

La de los candados, si bien no tenía una connotación programática, como las otras decisiones de la Asamblea Nacional del PRI, también fue significativa contra el grupo de los neoliberales, porque les cerraba la puerta del PRI para que siguieran escalando la más alta posición del país. En lo sucesivo sólo podrían ser postulados quienes hubieran ocupado previamente otros puestos de elección popular y hubieran desempeñado posiciones de dirección en ese partido, requisitos ambos que no habían llenado los presidentes neoliberales anteriores ni el actual, ni llenaban los demás integrantes del grupo, posibles candidatos ulteriores.

Entonces la lucha entre los priístas de siempre y el advenedizo grupo neoliberal entró en una nueva fase, que no ha concluido hasta hoy: la batalla por la candidatura presidencial para el año 2000.

Esta batalla se entrelazó con otra, por la democratización de las grandes decisiones priístas, sobre todo su candidatura presidencial. Pero no era sólo una cuestión de procedimiento, sino algo de mayor importancia en la que estaba en juego en buena medida el rumbo del país. Por eso fue que esa iniciativa democratizadora la levantaron los adversarios del neoliberalismo, para evitar que el actual presidente designara uno más del mismo grupo.

c) El desenlace: una nueva correlación de fuerzas

A lo largo de esta batalla fueron quedando uno a uno los prospectos del grupo: Manuel Camacho Solís, peleado y resentido con su amigo de toda la vida, Salinas, porque consideró que le fue desleal al no designarlo sucesor como, parece ser, estaba convenido; Jaime Serra Puche, víctima de la tremenda crisis que empezó en diciembre de 1994 y no se ha resuelto hasta hoy; Guillermo Ortiz Martínez, víctima del escándalo del siglo, el tremendo fraude del Fobaproa, José Angel Gurría víctimas de los candados y, y Esteban Moctezuma víctima de la nueva correlación de fuerzas que ya no les favoreció.

Ninguno de los cuatro aspirantes que hoy disputan la candidatura priísta forma parte del grupo neoliberal. Es decir, ese grupo ha sido derrotado ya, un año antes de las elecciones, para alcanzar la candidatura del PRI. El conjunto de las fuerzas democráticas y progresistas hemos conseguido finalmente lo que no logramos en 1988, 91, 94 ni 97, ello a pesar de las condiciones, en tantos aspectos adversas, que hoy enfrentamos.

No obstante, es claro que no todos los cuatro aspirantes representan los mismos intereses ni sustentan la misma ideología ni han hecho los mismos compromisos. Este Pleno del Comité Central debe valorar de manera colectiva los planteamientos que cada uno ha hecho, las alianzas que ha establecido, el enfoque que ha dado a los problemas de México, su jerarquización y sus propuestas de solución, a efecto de que nuestro Partido tenga un juicio maduro, sustentado y colectivamente decidido al respecto.

C.- El del año 2000, un panorama inédito en el frente político electoral

a) Los nuevos factores

Existen nuevos factores en el proceso electoral que ya, muy anticipadamente, está viviendo el país.

Uno, de carácter positivo, es el que ya mencionamos: por primera vez desde que llegaron los neoliberales al poder, cambió la correlación de fuerzas en la arena nacional, en contra de ellos. De hecho, ese grupo ya quedó eliminado de la contienda interna del PRI. No habrá una candidatura priista típicamente neoliberal durante el proceso.

El principal de carácter negativo, es que por primera vez en medio siglo no participará en el proceso electoral con plenos derechos jurídicos ningún partido que represente los intereses de la clase trabajadora ni, por tanto, del pueblo de México. Esto se desprende del hecho de que nos fuera cancelado nuestro registro y se nos impidiera por ley su recuperación, al establecerse como nuevo requisito el de que sólo podríamos acceder a él de nueva cuenta hasta el año 2003, por una parte, y por otra, de que no haya prosperado nuestro intento de construir una alianza con otros partidos que se definen como de izquierda.

b) Valoración de los participantes

En el proceso electoral del año 2000 participarán once partidos políticos con registro. Los que ya lo tenían, PRI, PAN, PRD, PVEM y PT, y seis que lo obtienen: el Partido del Centro Democrático, de Manuel Camacho Solís; Convergencia por la Democracia, de Dante Delgado Ranauro; el Partido de la Democracia Social, de Gilberto Rincón Gallardo; el Partido de Acción Social (PAS), que es el nuevo nombre de la antigua Unión Nacional Sinarquista; el Partido de la Sociedad Nacionalista, desprendimiento del antiguo PARM y, de nueva cuenta, el mismo Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM).

Para tener una idea suficientemente clara en pocas palabras de los intereses que representan estas organizaciones políticas, basta señalar que su tendencia es a conformar, mediante la figura de las coaliciones, únicamente tres o cuatro frentes electorales, con otros tantos candidatos a la Presidencia de la República.

Un primer participante será, desde luego, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), postulando a alguno de sus cuatro aspirantes, el que resulte vencedor de entre Manuel Bartlett Díaz, Francisco Labastida Ochoa, Roberto Madrazo Pintado y Humberto Roque Villanueva.

Las fuerzas que, ya sea obedeciendo a intereses específicos o por rencores incontrolables o bien por ingenuidad colocan la lucha contra el PRI como el centro de sus preocupaciones, seguirán intentando formar una amplia alianza en cuyo núcleo central figuren el PAN y el PRD. Los principales y más activos pro-motores de esta iniciativa han sido hasta hoy los siguientes: en primer lugar, Manuel Camacho Solís; en segundo lugar, Dante Delgado Ranauro; en tercer lugar; Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo, y en cuarto lugar algunas figuras prominentes del PAN, en ese orden. Además del PAN, el PRD, el Partido del Centro Democrático y Conver-gencia por la Democracia, podrían formar parte de esa alianza el PT, el Partido de Acción Social (PAS) y el Partido Verde Ecologista, este último bajo una condición: que el candidato común sea Vicente Fox, o en su caso, Porfirio Muñoz Ledo o Jorge González Torres; bajo ninguna circunstancia acepta ría la postulación de Cuauhtémoc Cárdenas.

De fracasar tan extravagante alianza, habría un frente electoral de la derecha que casi seguramente quedaría integrado por los partidos de Acción Nacional, Verde Ecologista, del Centro Democrático y de Acción Social, si bien este último también pudiera tener otra opción, según veremos más adelante.

Otra alianza, que se daría en caso de no prosperar la de "todos contra el PRI", se haría llamar "de centro izquierda" y quedaría integrada por el PRD, el PT y por Convergencia por la Democracia, seguramente con Cárdenas como candidato.

Independientemente de lo que resulte de los escarceos panperredistas, otro grupo de partidos coaligados lo encabezaría el de la Democracia Social, que dirige Gilberto Rincón Gallardo. Con él participarían, como sus subordinados, el de la Sociedad Nacionalista, el PARM y muy probablemente el PAS (sinarquista). Esta coalición presumiblemente será beneficiaria de sustanciales apoyos económicos y políticos por parte del grupo gobernante, con la intención de que postule algún candidato que desacredite y le reste votos, cobre todo, a Cárdenas, en caso de que sea el candidato. Ya se plantea como su mejor posible candidato a Porfirio Muñoz Ledo, aunque pudiera ser algún otro personaje.

Desde el punto de vista ideológico político una sola fuerza es la que mantiene una identidad muy clara: el Partido (de) Acción Nacional que sigue fungiendo como el brazo electoral de la extrema derecha y actúa al servicio de las capas más reaccionarias de la burguesía mexicana y de sus patrocinadores del exterior.

D.- Y sin embargo, erradicar al neoliberalismo no será tarea sencilla

No obstante que cambió la correlación de fuerzas en contra de los tecnócratas; no obstante que el grupo neoliberal que capturó la Presidencia de la República, colándose por la puerta de servicio, ya ha quedado fuera de la actual contienda por la candidatura del PRI; no obstante que no habrá, por tanto, ninguna candidatura priista típicamente neoliberal, incurriríamos en una gran ingenuidad si supusiéramos que el neoliberalismo ha quedado erradicado.

En efecto, si consideramos a) que es un fenómeno que viene del exterior; b) que quienes nos lo imponen, el capital financiero transnacional y los estados imperialistas que están a su servicio, con Estados Unidos a la cabeza, pero también las potencias que encabezan los otros bloques regionales; c) si consideramos que en el mundo de hoy, luego de la caída de la Unión Soviética y los países que en Europa construían aquel proyecto socialista, no existe un contrapeso de magnitud semejante o mayor que la del imperialismo, todo ello nos lleva a esta conclusión: sólo una gran fuerza interna, patriótica, progresista, revolucionaria y antimperialista será capaz de resistir y rechazar con contundencia las presiones para que se siga aplicando en su esencia el mismo modelo, quien quiera que sea el nuevo presidente de la República y cualquiera que sea su partido político de procedencia. Y el hecho objetivo es que por hoy esa fuerza no está constituida, esa gran alianza no se ha consumado ni pareciera poderse consumar en el plazo muy inmediato.

Lo anterior no quiere decir, en modo alguno, que con cualquier candidato llegado a la presidencia resultaría exactamente lo mismo.

Es muy claro que habría diferencias nada despreciables. Vicente Fox aceleraría el proceso de entrega de la Nación y sus riquezas, de empobrecimiento del pueblo y de consolidación de la dictadura del capital financiero sobre los mexicanos, quizá hasta con modalidades de mayor o menor violencia.

Tanto Cuauhtémoc Cárdenas como Porfirio Muñoz Ledo, sin que quepa compararlos con Fox, sin embargo se han apresurado a asegurar a los poderosos de los Estados Unidos que sus intereses en modo alguno serían afectados si alguno de ellos llegara a la presidencia; han seguido dos caminos para ese fin, frecuentes viajes al vecino país del norte para entrevistarse con cuadros políticos y gubernamentales y empresarios prominentes, por una parte, y por otra,, los reiterados llamados a la alianza con el PAN; por estas dos vías quieren que quede claro que las diferencias entre ellos y Fox no son tan grandes.

Tampoco sería exactamente igual cualquiera de los cuatro aspirantes miembros del PRI.

Lo anterior significa, por una parte, que nuestro Partido está obligado a actuar desplegando todas sus capacidades con el propósito de desenmascarar política e ideológicamente a quienes están más a la derecha o se muestran ansiosos por confundirse con ella.

Que, de igual manera, debe desplegar todo su esfuerzo para impulsar el frente de las fuerzas democráticas, antineoliberales, en torno a un programa patriótico, democrático y progresista.

Que, al mismo tiempo, debe continuar esforzándose en la batalla de las ideas para hacer ver a todo el conjunto de las fuerzas positivas de nuestro país que hoy es más necesario que en otros momentos abandonar cualquier tibieza y asumir posiciones muy vigorosas en defensa de los intereses de la Nación y del pueblo.

Y junto con todo esto, el Partido Popular Socialista debe impulsar la construcción de una gran fuerza nacional capaz de resistir y revertir las presiones y los embates del imperialismo. Esta tarea tiene como componente fundamental la construcción de su propia gran fuerza popular que sea producto de una adecuada ligazón con las masas.

Para cumplir con esos objetivos históricos, tenemos que ser un partido férreamente vinculado a la clase obrera, influir en ella, orientar sus luchas, debemos ser un partido inteligente, saber actuar en la masas, penetrar en el seno de ellas, con certeza y al mismo tiempo con sencillez y humildad. Debemos ser un partido cohesionado, combativo, ágil, ideológica- mente firme y con los pies bien plantados en la tierra.

   
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