Con el tiempo, parece mucho más extraordinario el diálogo imaginario de Louis Kahn con las instituciones. Quizas en nuestro tiempo es difícil conseguir un vínculo esencial con la sociedad, un vínculo que sea más que cyber, virtual o cambiante. Nuestras imágenes e instituciones se confunden y nacen entre novedad, el apremio de responder a nuevos programas, nuestra moderna iconoclasia y nuestra desarraigada globalización. Sin embargo, vamos a la escuela.
La arquitectura escolar es más que edificación, como toda arquitectura. Es más que programa, más que manifiesto, porque influye y es influida por lo que la sociedad piensa que debe ser la educación. Una escuela saqueada, escuela marginada que debe protegerse de su entorno, habla un poco de su valor para la realidad que la circunda, de su desconexión con la comunidad y sus necesidades. Esas escuelas parecen enclaves de penetración en territorio enemigo, y por lo tanto son enemigas. Así, una escuela venezolana, en un barrio marginado, es la casa huérfana, sin dueños.
En Holanda, culmina una exposición en el Instituto de Arquitectura Holandés, donde la escuela es protagonista. A ratos, la edificación, la planta, el esquema, las propuestas, los materiales, son sujetos de algún panel o detalle. Lo que se intenta mostrar es la escuela como propuesta social, laboratorio primero de la socialización. No es solo la edificación, sino también la manera de vivirla, lo que se muestra en Rotterdam. Las plantas, cortes, fachadas, maquetas, videos, son material de apoyo a ese intento de sugerir una edad y un proceso. Ahi están las láminas ilustradas con las cuales niños de los años cincuenta vieron el mundo por primera vez: retablos exóticos con la selva tropical, gélidas imagenes de la Antartida. También las imágenes de la realidad cercana: el puerto, el campo, la granja, la ciudad. Pueden encontrarse referencias a los métodos de enseñanza, su filosofía, sus objetivos. El uniforme, la edificación, los métodos didácticos, se presentan simultáneamente. Faltan las aulas, pero están los pupitres en hilera cronológica. Faltan los alumnos, pero están los testimonios de sus carteras, sus cuadernos, sus zapatos, su vestimenta, sus bicicletas, sus tinteros y sus deberes, terminados o no. Faltan los exámenes, pero están las fotos de graduación, prueba de que aquellos fueron superados, fascimiles de los títulos y diplomas, documentos probatorios de escolaridad.
Las imágenes de la escuela del futuro quedan entonces un poco cortas. Son imágenes de la edificación, del recorrido, del vacio, pero fallan en asomar el sonido de los pasillos a la hora del descanso, sí habrá descanso, sí habrá cuadernos. Si la exposición presenta una imagen multiple del hecho escolar, como hecho arquitectónico y social, deja en el espectador una forma de lectura que demanda esa multiplicidad. Enfrentarse entonces con los proyectos sobre la escuela del mañana, es una decepción. Esta en el espectador completar esa imágen, queda del proyectista estar atento a esa lectura, aquella que vincula el proyecto con el sonido que llena esas aulas, la que vincula las plantas con el pizarrón. Pero tambien puede interpretarse de otra forma. Si a lo largo de la exposición uno puede discernir los momentos de cercania entre la sociedad, sus instituciones y su arquitectura, también hay oportunidades en que las diferencias y dinámicas entre esos elementos promovieron cambios radicales, afectándose mutuamente. Los proyectos futuros incluyen demasiado o muy poco de esa dinámica. La escuela es territorio de implementación, más que de discusión, pero ante un sociedad que vacila, que decide entre flexibilidad y especialización o ambas, que decide entre ser benefactora o de mercado, la implementación de esas ideas en sus instituciones básicas; consigue una arquitectura que refleja esa vacilación.
Antonio Paiva, Rotterdam
Abril 1997
Nederland naar School. Twee eeuwen bouwen voor een veranderend onderwijs (Holanda a la Escuela. Dos siglos construyendo para una enseñanza cambiante) 13/12 1996 13/4/1997 Nederlands Architectuurinstituut (NAi)
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