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Ensayo Biografico
Siete díias antes del paseo inconcluso por los campos cubiertos de orquideas trepadas en girasoles, Araguaneys sombreando lirios morados y blancos, tulipanes rojos y amarillos, jazmines manchados de rojo, despertaba, como en otros díias, y allíi ella estaba. Su corazon se lleno de alegríia al ver dos ojos relampagueantes de verde intenso. Hebras de luz se colaban en la habitación. Con mirada tierna y burlona, ella lo atrapaba con suave inquietud. Por un momento, o tal vez para toda la vida, Virag no descifró si era él quien soñaba que estaban viéndolo o soñaba que veía a Esmeralda, pestañadas brillantes, tan dotada de hermosura desde la eternidad, cabello de pinceladas espesas. Ella, para él, por ser irreal, era tan real como la imaginación. Si este sueño era la realidad, pensó, que la realidad de aquí en adelante lo acompañara en noches. Lo inquietaba la realidad inevitable que había dejado de ser una realidad placentera. En este instante dos aviones dejaban surcos en el cielo y sembraban llamas amarillas en las copas de los árboles. Una realidad dominaba a la otra. Virag y Esmeralda imaginaron que sostenían, al tiempo que crearon imágenes imaginativas y certeras, alguna conversación extática, tan cerca de la felicidad, en este lugar, mundo apacible, dotado de belleza inmensurable, contradicciones imperecederas. Violines sangran de amor imposible, pensaron. En seguida, Virag recapacitó: Nada importa en este mundo, salvo ella. Tan real como el sabor en los labios, Esmeralda tomó la iniciativa, y él no se sorprendió, menos ella quedó asombrada cuando por impulso infrenable fue invadiéndolo con ternura, con roce de pechos pequeños y afilados sobre su espalda, con una mano tibia que le acarició el cuello. Ella ni siquiera reflexionó en el acto consumado.
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