LOS SOFISTAS

 

La sofística es un movimiento filosófico desarrollado en el mundo heleno alrededor del siglo V a. C. Coincide en el tiempo con la llamada ilustración ateniense. Proviene de las palabras griegas sophos o sophía que significan sabio y sabiduría respectivamente.

 

            El movimiento se vio favorecido por los acontecimientos históricos de la segunda mitad del siglo V a.C. Los principales representantes de la sofística nacieron entre el año 490 a.C. y el 410 a.C., época de grandes acontecimientos con relevancia histórica. Se trata de la época de la Pentecontecia, los cincuenta años posteriores a la victoria griega sobre los Persas en Salamina y Micala (480 a.C.- 425 a.C.).

 

En el año 478 a.C. se produce la primera escisión en la Alianza Panhelénica, creada para vencer a los persas. La liga del Peloponeso liderada por Esparta, la abandona en este año, y aquí comenzaría una época de rivalidad en Atenas y Esparta. Atenas por su parte crea con otras ciudades aliadas la liga de Delos, ejerciendo el liderato de la misma e incluso incorporando a otras ciudades a la liga por la fuerza.

 

 

Posteriormente, en Atenas se vivirá una época antiaristocrática que dará lugar a la democracia ateniense bajo el mandato de Pericles, aunque no será una verdadera democracia bajo nuestros ojos, ya que a las mujeres y a los esclavos no se les consideraba ciudadanos de pleno derecho. Esta sería una época de hegemonía comercial ateniense en el Egeo y Mar Negro y supondrá un gran esplendor en el campo de las artes y la filosofía.

 

            Esta etapa culminaría con la guerra del Peloponeso, con la victoria de Esparta. Sin embargo, Esparta no se adecuaría ni económica ni políticamente a los nuevos tiempos y perdería su hegemonía.

 

Por tanto, la segunda mitad del siglo V a.C. se caracterizaría por la guerras, los viajes, los intercambios económicos y culturales, etc. Y esto influiría determinantemente en el pensamientos de los sofistas, ya que impulsó el pensamiento de que dadas las diferencias culturales y sociales, las costumbres, leyes y creencias no son universales sino relativas. Esto influyó en el relativismo de los sofistas.

 

Paralelamente, los filósofos jonios que les precedieron, los presocráticos, habían elaborado teorías sobre el origen del mundo un tanto abstractas (el ápeiron de Anaximandro), en muchos tendiendo a la simplificación (“Todo es agua” de Tales o el “aire como arkhé” de Anaximedes). Estos precedentes en la filosofía despertaron el espíritu crítico y la oposiciónd e los sofistas y contribuyeron a una filosofía basada en el escepticismo.

 

Tanto el relativismo como el escepticismo les llevaba a defender dos puntos de vista opuestos, apoyando una teoría en el principio del discurso para poco después pasar a defender el punto de vista diametralmente opuesto. Por medio de la oratoria y la retórica, las cuales cultivaban, eran capaces de derribar los argumentos de cualquier adversario, llevase o no razón. Por esta razón y unido a que conocemos sus enseñanzas a través de uno de sus más firmes detractores, Platón, los sofistas tienen fama de engañadores y embaucadores.

Por otra parte los sofistas solían ser extranjeros, y aparecían en Atenas y otras Polis griegas, sembrando desconfianza.

Otro motivo por el que recibían críticas era que cobraban por sus enseñanzas, llegando a reunir grandes sumas del dinero de sus alumnos. Sus alumnos eran principalmente personas influyentes en la política o el derecho, con dinero para pagar sus servicios.

 

Su escepticismo y su relativismo, les llevó al agnosticismo a algunos y a otros al ateísmo, por lo cual muchos de ellos fueron perseguidos o expulsados. Un punto en común entre todos ellos fue la antítesis entre la naturaleza y las convenciones humanas, el jusnaturalismo que considera la existencia de reglas jurídicas y morales inherentes a la naturaleza y el positivismo jurídico que considera la convenciones pactadas por los hombres para asegurar el bienestar y la igualdad.

 

Entre los sofistas, se puede distinguir una primera y una segunda generación. La proimera generación teniendo sus representantes en las figuras de Protágoras e Hipias, se denota una búsqueda del saber que va en beneficio de la calidad de ciudadano. En la segunda generación, donde se pueden situar Antifonte, Trasímaco, Critias y Calicles, se intuye un mayor irracionalismo y pesimismo.

 

Fueron contemporáneos de hombres como Sócrates, Pericles, Hedotodo, Tucídides, Sófocles, Eurípides, de Fidias, de Anaxágoras y de Zenón.

 

Es preciso hacer notar, se agrupa a muchas personalidades bajo el término sofista, y asignarles unas características de pensamiento parecidas. Sin embargo, dentro de ese “conjunto” algunas fuentes hacen otra división, entre Antiguos Sofistas y Nuevos sofistas. La diferencia se basa fundamentalmente en que la antiguos solían estar algo más sometidos a reglas morales que los nuevos. Convencionalmente, los antiguos sofistas son un grupo de pensadores que aparecen en los diálogos de Platón (Protágoras, Gorgias, Hippias, Prodicus, etc.).

 

Estas clasificaciones son algo “etéreas” en sus delimitaciones, debido fundamentalmente a que no se conservan escritos de estos autores, sino menciones y referencias en otros autores (Platón, Diógenes, etc,.) de los que es lícito dudar de su objetividad o de la exactitud de sus testimonios.

 

En las siguientes páginas, pasamos a tratar los algunos de los sofistas más relevantes.


 

PROTÁGORAS

 

            Protágoras nació en Abdera, en Tracia, en la costa norte del mar Egeo, hacia el 490 a.C. Es la figura principal en el movimiento de los sofistas. Vivió en Atenas, donde alcanzo gran éxito y fama por sus enseñanzas en materia de dialéctica, oratoria y el arte del discurso persuasivo. Protágoras era capaz de defender un argumento con eficacia, convencer a sus interlocutores, para poco después, comenzar a defender con éxito el argumento diametralmente opuesto al primero. Esta habilidad era muy codiciada entre la clase política y los abogados, y dado que cobraba por sus enseñanzas, llegó a ganar grandes sumas de sus alumnos.

 

Para ilustrar este aspecto, es útil la “Paradoja de Protágoras” que, se cuenta, ocurrió con uno de sus alumnos.

 

“Un estudiante, Euatlo, deseaba recibir clases de retórica por parte de Protágoras para llegar a ser un eficaz abogado. Sin embargo, carecía de recursos económicos para hacer frente a la minuta de su admirado maestro. Sin embargo, Protágoras que observo que se trataba de un joven inteligente, convino con él en que podría asistir a sus clases gratuitamente de momento, pero que cuando ganase su primer pleito, le pagaría todos los honorarios. Euatlo, quedó muy contento con la propuesta y la suscribió.

 

Euatlo asistió a las lecciones de Protágoras hasta que acabó su formación, sin embargo decidió no dedicarse a la abogacía. Por esto, Euatlo no se creía obligado a pagar a Protágoras: aún no había ganado su primer juicio. Protágoras, al ver que Euatlo no pagaba, decidió reclamarle sus honorarios, pero Euatlo se negó.

Protágoras amenazó con llevar a juicio a Euatlo por este motivo, y Euatlo, que había sido un excelente estudiante, utilizó las enseñanzas de Protágoras:

 

“Si vamos a juicio, Protágoras, y yo gano, por este mandamiento judicial, no te tendré que pagar; si pierdo, dado que aún no habré ganado mi primer pleito, y esta era nuestra condición, tampoco no tendré que pagar. Así, pues, Protágoras, no te conviene ir a juicio: seguro que lo perderás.”

 

Pero Protágoras, que por algo, había sido su maestro, argumentó:

 

“Si vamos a juicio, Euatlo, y yo gano, por este mandamiento judicial, me habrás de pagar; si pierdo, tú habrás ganado tu primer pleito y por razón de nuestro antiguo pacto, me habrás de pagar.”

 

La paradoja estaba servida. Al parecer el juicio se celebró y constituyó una decisión difícil para los jueces, que al final, dictaron la sentencia más justa posible:

 

El estudiante tenía razón en que aún no tenía que pagar a Protágoras, ya que aún no había ganado su primer caso con lo cual el veredicto era claro, sin embargo, la celebración del juicio implicaba que ese mismo juicio sería su primer caso ganado, pero siempre después del veredicto. Esto obligaba al estudiante a cumplir su acuerdo con Protágoras justo después de la celebración del juicio. Por tanto el jurado decidió dar la razón a Euatlo, pero conceder a Protágoras el derecho al celebrar un segundo juicio, si el estudiante no cumplía con su obligación.”

 

Aunque conocemos algunas de sus obras por menciones de otros autores, no se conserva ningún documento, y la mayor fuente de información que tenemos proviene precisamente de sus mayores detractores: Platón y Aristóteles. Esto puede haber contribuido a su mala fama, ya que a los sofistas se les tiene por embaucadores. Platón en sus diálogos Teeteto y Protágoras se hace eco de la discusiones que Protágoras, Sócrates y otros filósofos mantenían.

 

Protágoras fue amigo del Político ateniense Pericles y se le encargaron trabajos como el de redactar un código penal para Turios.

 

Su enfoque antropológico de la realidad se evidencia con la famosa frase:

 

“El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son, y de las que no son en cuanto que no son.”

 

 

Este antropocentrismo se relaciona con otras características de su pensamiento. Si el hombre es la medida de todas las cosas, y el hombre es algo cambiante, mutable, entonces la realidad es también cambiante y mutable. No hay conocimiento verdadero por que no hay verdades inmutables. Hay tantos pareceres distintos como individuos.

 

Para Protágoras, por tanto, las cosas no tienen identidad propia, sino dependen de la opinión que un individuo determinado tenga de ellas. Por ejemplo, si una persona prueba un alimento y le parece amargo, éste será amargo, pero si a otra persona le parece dulce, el alimento será dulce. Esto revela un fuerte relativismo, y paralelamente, desecha encontrar la verdad y se decanta por el argumento más útil y convincente en cada momento. Este relativismo tan acuciado, le lleva irremediablemente al escepticismo, pero no a un escepticismo en el que se expone que “no hay nada verdadero”, sino donde más bien se sintetiza con la frase “no hay nada falso”.

 

Vemos que siguiendo esta corriente de pensamiento, vamos desembocando casi inevitablemente en el agnosticismo que caracterizó a Protágoras. El relativismo y el escepticismo “positivo” de Protágoras no podía llevarle sino a dudar de la existencia o inexistencia de los dioses. Su postura era:

"son muchas las cosas que impiden saberlo, la oscuridad del asunto, la brevedad de la vida humana..." [PROTÁGORAS.- ACERCA DE LOS DIOSES].

 

 

Se cree que, por estas afirmaciones le acusaron de impiedad, ateísmo y blasfemia, y se vio obligado a huir a Sicilia. Parece ser que en esta huída pereció ahogado en un naufragio.

 

Lo que conocemos sobre la vida y obra de Protágoras proviene fundamentalmente de tres fuentes principales:

 

Platón (427-437 a.C.) – Protágoras es el personaje principal en la obra de Platón Protágoras y las doctrinas de éste están extensamente discutidas en la obra de Platón Teeteto , sin embargo Platón era muy pequeño cuando Protágoras murió, con lo cual, se intuye que Platón necesitó de una fuente, que pudo o no, ser fiable. Además, Platón fue uno de sus más acérrimos detractores por lo que su testimonio no puede ser objetivo.

 

Diógenes Laertius (Siglo III D.C.) – La obra de Diógenes Vidas de Filósofos Eminentes, es probablemente la fuente que contiene más información sobre la vida y obra de muchos filósofos. Sin embargo, la recopilación de la información que nutre esta obra se realizó seiscientos años después de la muerte de Protágoras, y dicha recopilación se hizo de diversas fuentes, algunas fiables y otras no tanto.

 

Sextus Empíricus (Siglo II D.C.) – Sextus Empíricus fue un escéptico de la escuela Pirrónica. Aunque su tratamiento hacia la filosofía de Protágoras es favorable, su obra trataba de defender la superioridad del Pirronismo por encima de otras filosofías y por ello no podemos considerar que su tratamiento sea del todo objetivo. Además, al igual que con Diógenes, su obra fue creada varios cientos de años después de la muerte de Protágoras y sus fuentes probablemente gocen de la misma credibilidad que las de Diógenes.

 

Resumen

 

Protágoras nació en Abdera, Tracia en el 490 a.C. y murío aproximadamente hacia el 411 a.C. Vivió en Atenas donde se convirtió en un personaje influyente aunque controvertido.

Su doctrina, se divide en tres grupos:

 

Orthoepeia: El estudio del uso correcto de las palabras y el lenguaje. Protágoras estuvo muy interesado en el uso adecuado de las palabras, como medio para perfeccionar su oratoria y discurso persuasivo. Fue uno de los primeros interesados en gramática, especialmente en la sintaxis (ordenación de las palabras en el discurso) y la semántica (significado de las palabras).

 

Homomensura: Su famosa frase “El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son, y de las que no son en cuanto que no son.” Resumen su doctrina antropocéntrica, donde expresa que la realidad puede ser distinta desde la opinión de dos persona, y si ninguna miente, la verdad, auque se contradigan, las tiene las dos personas. Esto le lleva aun fuerte relativismo, donde expone que dos argumentos contrarios se pueden defender con éxito. Este relativismo le lleva a un escepticismo, decantándose por el argumento que sea más útil, convincente o más fácil de defender y no por el argumento más veráz. Tanto depende la razón del punto de vista del observador para Protágoras que termina por ser escéptico ante cualquier argumento.

 

Agnosticismo: El escepticismo lleva a Protágoras irremediablemente al Agnosticismo.  Protágoras declaraba su impotencia para conocer la verdad acerca de la existencia de los Dioses y veía ambos argumentos, tanto el de la existencia como el de la no-existencia, fácilmente defendibles o rebatibles.

Sería perseguido acusado de impiedad y esto le obligó a huir a Sicilia. Sin embargo, supuestamente, moriría ahogado al naufragar el barco en el que viajaba, aunque la veracidad de este dato es dudosa.

 

Por tanto, podemos establecer como características de su filosofía, el escepticismo y el relativismo en cuando a la falsedad de las cosas y no tanto en cuanto a su veracidad.

 

 

GORGIAS

 

Gorgias nació en Leontinos, Sicilia en el año 483 a.C. y murió creca de los cien años de edad, hacia el 380 a.C. Realizó