Puentes de mampostería
Los puentes de mampostería están construidos con materiales
como la piedra, los ladrillos y el hormigón, con los que se
construyen estructuras arquitectónicas como el arco y la bóveda
que soportan bien las fuerzas de compresión.
El arco es una estructura
curvilínea que cubre el vano de un muro o la luz de dos pilares.
Se empleó por primera vez en Mesopotamia y más tarde por los
griegos; sin embargo, fueron los romanos los que perfeccionaron
su utilización en los edificios públicos. Los arcos se utilizan
en la construcción de puentes porque soportan muy bien los
esfuerzos de compresión. Están soportados por los estribos y,
en algunos casos, formados por piezas, llamadas dovelas, siendo
la clave la pieza central.
La bóveda es una estructura
arquitectónica de sección curva, destinada a cubrir el espacio
comprendido entre dos muros o pilares. La forma básica es la
bóveda de cañón que apareció en Mesopotamia donde, al no
disponer de madera o piedra, sino de ladrillo y adobe, tuvieron
que idear un sistema apropiado a esos materiales para cubrir los
edificios. Más tarde la bóveda de cañón fue empleada y
difundida por los arquitectos romanos y bizantinos para cubrir
grandes espacios, de forma que permaneció en la Edad Media en el
estilo románico, junto con otra nueva, la bóveda de arista,
formada por la intersección de dos bóvedas de cañón. Durante
el gótico surge la bóveda de crucería basada en el arco
apuntado. En el siglo XIX se construyen bóvedas con nuevos
materiales como el hierro y el hormigón.