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La etapa de globalización en que se encuentra nuestro mundo sólo puede ser considerada globalmente desde el punto de vista de las disciplinas universales: Filosofía, Pedagogía y Teología. Toda otra consideración, estudio o análisis -y con mayor razón síntesis- será necesariamente reductiva.
La Filosofía busca responder teóricamente a las preguntas fundamentales del hombre: ¿qué soy?, ¿de dónde vengo?, ¿adónde voy?, ¿qué hago aquí?, ¿qué se espera de mí? La Pedagogía es la vertiente práctica de los mismos planteamientos de la Filosofía. Si ésta dice adónde debemos ir, la Pedagogía es una respuesta de invitación a la práctica: ¡vayamos hacia allá! Tanto la universal vertiente teórica de la Filosofía como la universal vertiente práctica de la Pedagogía se desarrollan a la luz natural de la razón humana.
La Teología abarca ambas vertientes universales, pero añadiendo la luz de la Revelación divina y sobreentendiendo que tal Revelación de hecho ha tenido lugar históricamente. La vertiente teórica de la Teología está representada principalmente por la fe y por los aspectos dogmáticos; su vertiente práctica está principalmente representada por las obras y por los aspectos morales.
Si Dios existe y realmente se ha revelado al hombre, la universalidad de la Teología es objetivamente mayor que la de la Filosofía, porque la visión de Dios es más amplia que la visión del hombre. Sin embargo, desde el subjetivo punto de vista humano, el hombre suele llegar a sentir una mayor amplitud o libertad al poder mirar el mundo al margen de una revelación divina determinada o confesional. Sea de ello lo que fuere, una forma usualmente aceptada de enfocar estos temas es la del amor:
En pleno respeto a la manera de pensar de toda persona, en estas páginas se sobreentiende que Dios existe y que realmente se ha revelado al hombre; postura que da lugar a las diversas religiones que hay en la humanidad. También en pleno respeto a la manera de pensar de todos, en estas páginas hay de fondo una forma cristiana, católica y ecuménica de pensar. Más aun, tal respeto se expande conforme a la convicción de que no sólo los cristianos pertenecen a la única Iglesia fundada por Cristo, sino todos los hombres, también los no cristianos e incluso los agnósticos y los ateos, aunque de una manera obscura.
A la luz de estos criterios de fondo, respetuosos del pensamiento y de las creencias de todos, es como aquí se abordan los temas referentes a la globalización de nuestro mundo al acercarnos al tercer milenio de la Era Cristiana.
Paulino Quevedo.
Enero de 1998.