El feliz regreso de

Françoise Sagan

Por Germán Uribe

 

En 1954, cuando Françoise Sagan tenía 18 años, publicó su primer libro, "Bonjour, tristesse", una novela que en 5 años vendió 4,5 millones de ejemplares y que terminó, soberbiamente publicitada, haciendo parte del patrimonio novelístico universal. De ella se llegó a afirmar que se constituía en una especie de ruptura estilística y temática con la postguerra por el enfoque acentuado que daba a aquellos aspectos "congelados" de la belleza, los amores, la sensualidad, amén del hastío que registraba frente a los acontecimientos históricos recientes y a la multitud de héroes "inútiles" que aquella guerra dejara.

 En los años recientes esta irreverente escritora había sido "engavetada". Se sabe que fueron sus líos con el fisco lo que la mandó a la sombra. Denis Westhoff, su hijo, lo explica de la siguiente manera: "Cuando se encontró con que debía 900.000 euros a Hacienda, dejó de escribir, pues todo lo que ganaba servía para alimentar el fisco. Tenía su cuenta corriente bloqueada. He heredado sus deudas e intento renegociar la reedición de sus obras, pero, ¿por qué hacerlo si todo lo que generan ha de quedárselo el Estado?... Su destino está en manos de un funcionario del Ministerio de Hacienda".

 No obstante, Denis ha logrado recobrar los derechos de 13 novelas que no habían podido ser reeditadas y ahora hace lo posible por conseguir su relanzamiento bien sea a través de las editoriales, o bien desde la misma Hollywood que tanto le había reportado para su notoriedad y reputación pretéritas.  

En todo caso, nos ocupamos hoy de esta estupenda mujer en razón a una coincidencia. Mientras Sagan nació este mes de junio (21) de 1935 -treinta años después pero el mismo día enn que Sartre, su pasión intelectual, humana y personal más intensa, lo había hecho-, y pese a que desde su muerte en 2004 nadie había vuelto a interesarse por ella, por estos días reaparecen su nombre y los atributos de su oficio creativo con trazos brillantes en una ya muy aplaudida biografía de Marie-Dominique Lelièvre denominada "Sagan à toute allure", así como también en un filme de Diane Kurys protagonizado por Sylvie Testud, "Sagan", que sirve de base, además, para una popular emisión televisiva que volcará inevitablemente otra vez la mirada nostálgica del público francés sobre su "chica terrible".

 Se acaba de producir, pues, de nuevo y como en tantos otros casos, de Francia para el mundo, el regreso de una escritora que pese a los aspectos turbulentos de su vida, dejó una honda huella en la literatura de mediados del siglo pasado. Sus amoríos con hombres y mujeres -entre ellas Ava Gardner-, sus matrimonios, primero con un playboy y luego con un homosexual, su adicción a los casinos -se hizo a una mansión en Normandía jugando a la ruleta-, sus quiebras financieras y el derroche de varias fortunas que ella hacía por volver efímeras, y su recurrente afición por las fiestas extravagantes y el alcohol y las drogas, no lograron hacer mella en los tres aspectos esenciales de su personalidad: su sensible condición humana, la lucidez de su inteligencia e imaginación y su envidiable capacidad de trabajo acreditada por la producción de novelas, teatro, canciones, dirección de películas, artículos, reportajes y algunos libros sobre temas diversos.

 

La legión de sus lectores en numerosos países la retiene en su imaginario -y esto hay que decirlo-, no sólo por sus escritos, sino también por sus escándalos. Están por ejemplo el famoso accidente automovilístico que sufrió en 1957 y cuya atención clínica la acercó a la morfina provocándole más tarde una inclinación por las drogas de la que no se desprendería, así como la visita que hiciera en octubre de 1985 a nuestro país acompañando al presidente François Mitterrand, que la obligó a internarse en un hospital en estado grave, víctima de una sobredosis de cocaína que le había causado una pleura desgarrada afectando severamente su sistema respiratorio.

 Hija de burgueses y burguesa ella misma, Françoise Quoirez, su verdadero nombre, fue la discípula sobresaliente que cualquiera de los grandes escritores quisiera tener para sí. Se sumergió en Marcel Proust, Paul Éluard, Camus, Gide, Rimbaud, entre otros, pero sobre todo en Sartre a quien le escribiera la célebre "Carta de amor a Jean-Paul Sartre" el 21 de junio de 1.979, precisamente un año antes de la muerte del filósofo. Su temática la hizo inconfundible consiguiendo inspirar a numerosos escritores jóvenes, sobre todo por fuera de Francia. Eran reiterativas sus alusiones a la buena vida, a los carros de alta velocidad, al mar y las playas, al estilo burgués de vida y al ocio y la sensualidad.

 Fue considerada como el emblema de lo que se dio en llamar en su época la Nouvelle Vague. Dirigió la revista ELLE y con sus reportajes en Italia que llamaba "Buenos días" Nápoles, Venecia, etc., más su exitosa novela "Buenos días tristeza", acabó por hacer de "Bonjour" su impronta personal y una especie de marca registrada en la literatura.

 Sus novelas más representativas fueron "La mujer pintarrajeada", "Una cierta sonrisa", "La soga", "La cama deshecha", "Un disgusto pasajero", "Golpes en el alma", "Un poco de sol en el agua fría" y "Una tormenta inmóvil".

 Françoise Sagan murió a los 69 años de una embolia pulmonar en el Hospital de Honfleur, en la Baja Normandía, al norte de Francia, el 24 de septiembre de 2004, y a la manera de Wilde, habiendo puesto "su genio en la vida y su talento en sus obras".

 "Bonjour" de nuevo, querida Françoise.

 

 

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