Herminia ArrateNotas sobre una pintora olvidadaHay producciones artísticas que por diversas razones no llegan al dominio y conocimiento público. Uno de esos casos es el de Herminia Arrate Ramírez. Expuso poco y tras su muerte se han organizado sólo dos muestras retrospectivas. La primera es del año 1942, estimulada por Amigos del Arte, en la Sala de calle Agustinas 972, al año de su fallecimiento. La última es en 1974, en las Salas de Exposiciones del Ministerio de Educación. Por ello es oportuno, meritorio y justificado el empeño del Instituto Cultural de Providencia por organizar una exhibición panorámica de su labor y aportar rnayores antecedentes para su adecuada valoración en la escena plástica chilena de las décadas de los veinte y treinta.Herminia Arrate nace en Santiago el 1 de julio de 1895 y fallece el 12 de marzo de 1941. Observa, convive y protagoniza expectante la constitución e instalación de las vanguardias artísticas locales como el pionero del Grupo Montparnasse y la llamada generación del 28 o de los Becarios. Está ligada a ellas por las convicciones estéticas y por la pertenencia generacional. Su formación artística, sin embargo, queda marcada por las lecciones determinadas de dos señeros maestros: Juan Francisco González (1853 - 1933) y Pablo Burchard Eggeling (1875 - 1964). Tras suyo y muy asirnilado queda el Manifiesto Non Serviam, de Vicente Huidobro, amigo y compañero de la renovación estética, que en 1914 proclama la separación y divorcio del creador con la naturaleza. Es un cuerpo teórico de inmediatas repercusiones que cuaja hondo en los círculos artísticos y con mayor intensidad y quemazón en los artistas visuales. También conoce de la experiencia vivida en octubre de 1923 con la apertura en la Sala Rivas y Calvo, en la calle Compañía, la exposición de cuadros dibujos y estudios de los artìstas que forman el Grupo Montparnasse, "denominación que envuelve a los que cultivan las tendencías más modernas dentro del actual movimiento artístico", según reza el anuncio del diario La Nación del día de ese mes y que, más adalante, manifìesta que "la exposición tiene, por distintos motivos, condiciones para constituir un acontecimiento culminante en nuestros fastos artísticos. Es el conjunto más moderno de pintores chilenos hacia los nuevos caminos de la concepción e interpretación pictórica de la naturaleza. Las obras de cada artista se expondrán clasificadas por fechas, para que la indicación cronológica de la producción muestre objetivamente al espectador las distintas fases del desenvolvimiento del autor". Con Henriette Petit, la gran figura de la modernidad y del Grupo, la liga una profunda y estrecha amistad, además de ciertas coincidencias en la asunción de la pìntura como lenguaje y expresìón del alma, antes que ninguna otra consideración banal. En ambas se advierte la práctica de una pintura sombría, tensa y dramática. Realiza su primera presentación en Santiago en el Salón Oficial del año 1925, obteniendo una Mención Honrosa y al año siguiente expone de manera individual en la Casa Eyzaguirre, muestra reveladora de todo su talento y que le permite acceder al conocirniento inesperado del público "obteniendo el aplauso y el estímulo de los entendidos". La crítica valora y aprecia su postura emergente. Comentarios de periódicos escritos de esa muestra expresan ya lo siguiente : "Ha expuesto cuarenta cuadros en que se advierte una personalidad muy definida, dotada de facultades y de recursos pictóricos verdaderamente nuevos, que constituyen una verdadera novedad en la pintura de la naturaleza muerta. La señora de Dávila ha obtenido efectos sorprendentes en la realización artística de temas ingratos y dificiles como es el de la pintura de objetos y de cosas que ordinariamente para la pupila profana no tienen expresión ni carácter. Ese mundo silencioso y humilde de las cosas viejas y marchitas cobra en el pincel de esta artista una palpitación extraordinaria y una poderosa expresión evocadora. Puede decirse que ha dado un soplo renovador y una tonificación juvenil a un estilo que había ido perdiendo importancia y ponderación por su monotonia". Luego, en 1927 tras participar de nuevo con un envío en el Salón Oficial, expone en la Argentina y recibe meritorios juicios de la crítica bonaerense, viaja a Europa y se entera de las conquistas de la Escuela de París. Se casa con el periodista, escritor, político y diplomático Carlos Dávila Espinoza (1887 - 1955), de larga figuración, que entre 1927 y 1931 se desempeñó como embajador de Chile en los Estados Unidos y más tarde como Secretario General de los Estados Americanos. La obra de Herminia Arrate es breve, pero lo suficiente como para examinarla bajo el prisma de la estética y de la historia del arte y concluir que es un paso más a la modernidad. Retratos parcos, modelos angustiadas, arquitecturas severas y osadas naturalezas muertas conforman su repertorio temático, siempre de pigmentaciones frías y expresivas. La voz de Vicente Huidobro es concluyente: "su obra no necesita de las benignidades de la amistad, el juicio puro no necesita ser perturbado por el afecto. Tan evidente es la calidad de los cuadros que nos dejó como para que no olvidáramos la belleza del espiritu. Qué seriedad, qué amor de su oficio, qué gracia concentrada y sin ruido reina en esas telas tan suavemente melancólicas!". ENRIQUE SOLANICH S. Providencia, junio 1997. Volver al índice |