|
Los
días persiguiéndose |
15 de diciembre de 2005 Diciembre Diciembre nos coge con con un pie descalzo, con el hombre humillado, con la política podrida, con los malos siempre ganando. El universo todavía ofrece esperanzas en sus círculos, porque para la naturaleza la muerte es solamente un amago y todo vuelve con otra mezcla u otro nombre, en fango o en gusanera, en brote o en lava. Pero el ser humano, que se sueña inmortal y es sin embargo un saco de tierra y caracoles, el ser humano al que no salva este solsticio, qué hará contra el invierno, contra la muerte de su dignidad, de su libertad. Diciembre sopla, diciembre abate a los pájaros, diciembre está ahí como la proximidad de un hacha, y el hombre tiene a sus diferentes dioses matándose alto y al propio hombre matándose cerca. El odio quiere todos los huesos, el dinero se amancebó con la mentira, el diferente es enemigo, la inteligencia es un pecado. Triunfan los necios en los ayuntamientos y en los castillos, la política nos dejó huérfanos, la justicia se ríe de los ingenuos. El invierno nos llevará un día como una loba, al hombre tan estúpido y orgulloso. Diciembre es un hielo negro, diciembre es la calavera del año, diciembre es el postre de los muertos. Diciembre tapa las ventanas, afila las nubes, muerde a las ardillas, a los viejos y a las lunas, mueve al planeta en sus columpios escarchados. Diciembre nos pasará por los ojos una navaja antes de volver a poner en marcha la máquina de la vida, de tensar la armonía del mundo, que según Kepler es igual que la música y por eso a la Tierra le corresponde sonar eternamente mi-fa-mi: miseria y famine, miseria y hambre, interpretó él. El universo, desde luego, nos conoce bien. Diciembre nos tocará la nuca como una telaraña, pero luego llamará al sol. “Muerte, ¿dónde está tu victoria?”, dice la Biblia en algún sitio. Y el sol, como hacen todos sus dioses gemelos, vencerá a la muerte. El sol, en la bandeja de su luz, nos dará un año más con aire y cielo. Pero al ser humano, ¿de dónde le vendrá esa luz? Sólo del propio ser humano, no hay otra opción. Si algún día nos damos cuenta. Si sobrevivimos a este diciembre. |