DESPUES DE MEDIO SIGLO SE UNIFICO EL SOCIALISMO
Centenares de banderas rojas flameaban el microestadio de básquet de River Plate. Algunas tenían la mano que agarra la rosa y otras tenían la P que envuelve a la S. Pero en la más grande de todas, que se desplegaba sobre la tribuna izquierda, sólo se leía `Partido Socialista’. El 14 de septiembre el Partido Socialista Democrático y el Partido Socialista Popular se unificaron formalmente en un acto que reunió a todos sus eufóricos militantes y dirigentes.
El acto que juntó a las tradicionales figuras del socialismo argentino, como el ahora presidente del partido Alfredo Bravo, junto al jefe de Gobierno Aníbal Ibarra y la líder del ARI, Elisa Carrió, fue un corolario de saludos y adhesiones. Es que la tan esperada unión ya estaba pactada desde hace rato y sólo faltaba el festejo. Al frente, en una suerte de escenario estaban los doce dirigentes que desde ayer conforman la mesa nacional del Partido Socialista: Raúl Puy, Laura Serma, Norberto La Porta, Roy Cortina, Hermes Binner, Rubén Giustiniani, Jorge Rivas, Alfredo Bravo, Oscar González, Carlos Nivio, Héctor Bravo y Silvia Asbuguen.
En el centro estaban todos los congresales acreditados y en las tribunas laterales se apretujaban los militantes.
Ibarra, uno de los invitados especiales, saludó a los integrantes de la mesa nacional uno por uno, y después se dirigió al ferviente público. “Durante décadas dejamos que el liberalismo copara el espacio político. Vendimos las empresas del Estado y aumentamos la deuda externa. La salida es construir un espacio político progresista”, alentó. Entre la gente se rumoreaba que Elisa Carrió iba a llegar al final del acto. “Queremos que Lilita vea todo este rojo”, auguraba un militante. Es que para el nuevo Partido Socialista a nivel nacional, la diputada se perfila como la figura principal para pelear la presidencia.
Una de las invitadas más aplaudidas de la tarde fueron las Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora, Laura Bonaparte y Dionisia López. “No importa si los 30 mil eran socialistas o peronistas, eran militantes del campo popular y por eso los desaparecieron”, gritó Dionisia y una ovación ensordecedora tapó su voz.
El proceso de unidad socialista comenzó con la democracia en el ‘83, cuando empezó a funcionar la Mesa de la Unidad Socialista. “Después se armó la Unidad Socialista, una conjunción del PSP y el PSD, pero sólo a nivel electoral. Se presentaron a elecciones alrededor de seis veces hasta que después vino el Frente Grande y se diluyó el proceso de unidad socialista”, relató a Página/12 Roy Cortina, legislador porteño. “Es un hecho histórico porque hasta los jueces electorales nos dijeron que en estos 20 años de democracia no habían recibido nunca un caso de partido que se fusione”, contó.
Más que contentos estaban el diputado nacional Rubén Giustiniani y al intendente de Rosario Hermes Binner. Es que si todo sale como ellos esperan, el a partir de ahora secretario general del nuevo Partido Socialista a nivel nacional, Giustiniani, estaría peleando por la intendencia de la ciudad y Binner aspira a la gobernación de Santa Fe. “Tenemos la tarea de crecer y aportar a una construcción de una gran fuerza de centroizquierda que queremos hacer a nivel nacional y en la provincia de Santa Fe. En la Nación, esta fuerza tiene que ser la generadora de sumar expresiones sociales junto a la diputada Carrió”, aseguró a Página/12 el diputado Giustiniani.
Los locutores no paraban de leer saludos de los distintos partidos socialistas y laboristas del mundo. También hubo adhesiones de parte de organizaciones locales. Pero cuando se intentó leer la salutación enviada por la Unión Cívica Radical, los silbidos taparon el sonido de los parlantes. “Hay que saltar, hay que saltar, el que no salta es radical”, cantaba todo el estadio.
Cuando Elisa Carrió apareció en el escenario con su poncho blanco la recibió Bravo. “Siento una profunda alegría por esta unificación que era necesaria. Me une una relación indestructible con quien es su presidente,Alfredo Bravo. Las convicciones y la identificación con el pueblo nos unen para pelear contra el régimen”, vociferó.
Luego, la efervescencia copó las
tribunas. “Qué me decís, el socialismo está creciendo
en el país”, cantaban todos y revoleaban las banderas y pañuelos
rojos por sobre las cabezas como en la cancha. Como los cantitos no cesaban
sino que incluso los congresales comenzaban a pararse sobre las sillas,
los integrantes de la mesa nacional se incorporaron para cantar y festejar
con el resto de sus compañeros.
DECLARACIÓN POLÍTICA
CONGRESO DE UNIDAD SOCIALISTA
Hace muchos años que el Socialismo viene alertando que la combinación explosiva de neoliberalismo y corrupción llevaba al país a una crisis sin precedentes.
En 18 años de democracia, no sólo la política tradicional no supo generar condiciones dignas de vida para la inmensa mayoría de los argentinos, sino que además se impuso la idea única de que el Estado no servía para nada y estaba bien desprenderse a cualquier precio de nuestros bienes y recursos.
La más cruda expresión de esta crisis es el 50% de la población argentina por debajo de la línea de pobreza, el millón y medio de jóvenes que no estudian, no trabajan, y ni siquiera buscan trabajar y una crisis de representación y de legitimidad traducida en el “que se vayan todos”.
La situación descripta nos coloca ante un crucial desafío político, que es necesario enfrentar con decisión, audacia, responsabilidad y compromiso. Por ello, los socialistas de la Argentina hemos decidido dejar atrás décadas de estériles desencuentros, fragmentaciones y divisiones, para acometer la enorme y trascendente tarea de reconstruir una herramienta política común para todos los socialistas.
A 106 años de distancia de aquél Congreso Constituyente donde nacía la primera organización política moderna de la Argentina, este Partido Socialista viene para aportar lo más importante que tiene como historia, presente y futuro: honestidad y lucha por la igualdad.
Desde sus orígenes, el Socialismo tuvo una razón de ser: enfrentar las injusticias que producen sistemas políticos y económicos pensados para bien de unos pocos y trabajar para construir modelos más justos, más humanos y solidarios.
Así, la unidad de los Partidos Socialista emerge como una necesidad histórica, en tiempos donde los desocupados, los marginados, los trabajadores, los pequeños y medianos productores, los sectores medios empobrecidos profundizan su desesperanza y decepción.
El Socialismo unido aspira a ser parte convocante de una gran fuerza de centro-izquierda que junto a otras expresiones políticas afines, a dirigentes políticos y sociales, a ciudadanos independientes y a organizaciones sociales articule en forma estable y permanente, un funcionamiento democrático y participativo en la toma de decisiones y ofrezca una alternativa a la dramática crisis que padece nuestro país.
La reformulación de los pagos de la deuda externa compatibles con la recuperación de nuestra economía, eliminando todo condicionamiento a las políticas sociales, salud y educación de nuestro país, políticas públicas específicas dirigidas a la generación de puestos de trabajo y al logro de un desarrollo pleno de nuestras economías regionales, la regulación efectiva de los servicios públicos concesionados y un plan social de ingreso mínimo que reduzca la inmensa brecha de desigualdad creada por el modelo imperante deberán ser las bases de un sólido acuerdo programático de esta gran fuerza.
Para debatir las propuestas programáticas deberá realizarse la convocatoria a una Asamblea Constituyente que permita no sólo encontrar el camino para salir de la catástrofe social en que estamos inmersos, sino también discutir la reforma que abra canales de participación para que la política pueda oxigenarse y cambiar el sentir de los ciudadanos que no se sienten representados. La reforma de las reglas de juego debe ser también la reconstrucción del poder de un Estado austero, transparente, eficiente, solidario, descentralizado y participativo.
La gran responsabilidad de la fuerza de centro-izquierda, que los socialistas aportaremos a construir sobre las bases señaladas, es lograr que la sociedad asuma la posibilidad de un cambio. El cambio no solamente debe ser deseable, sino además y fundamentalmente debe ser posible. El cambio es posible cuando se encarna en la conciencia de la mayoría de la población. Para que así sea tiene que existir una herramienta como alternativa de gobierno y una fuerte voluntad popular, no sólo de acompañar en las próximas elecciones, sino de participar en la construcción de lo nuevo. Se trata, entonces, de cambiar el sentido de la marcha, de refundar la Nación.