::Juventud y participación política en Argentina
 

Intervención en el Encuentro Regional de Políticas Municipales de Juventud y
Género “Montevideo Piensa Joven” – 23 y 24 de setiembre de 2002 .Organizado
por la Intendencia Municipal de Montevideo – Comisión de la Mujer y de Juventud
y la Fundación Friedrich Ebert.
 


 

Silvana Turra
Miembro del Consejo Editorial
del Club de Cultura Socialista


 
 
 
 

La militancia universitaria en la ciudad de Rosario, es uno de los espacios donde muchísimos jóvenes encuentran su lugar en la participación política. En este sentido, la Universidad Pública en la Argentina brinda un maravilloso espacio de formación no sólo como profesionales sino como seres humanos, comprometidos con nuestro tiempo y espacio.

Hoy, nuestro mayor desafío lo constituye la defensa de la educación pública universitaria entendida no como un derecho de los jóvenes a formarse en una disciplina específica, sino como un derecho de una nación al desarrollo; a tener gente capacitada que pueda encontrar respuestas a las necesidades propias de nuestro pueblo. Entendiendo que la educación es a la vez un derecho humano inalienable de toda persona y también un derecho colectivo para el progreso de un país.

Conocerán de alguna manera la tradición que posee el movimiento estudiantil argentino desde principios de siglo y que hoy, a pesar de los años transcurridos y de los cambios originados dentro del mismo, mantiene mucho de lo que fue la Reforma Universitaria de 1918. Reforma que hizo que una proclama originada desde la Universidad se convierta en una lucha de toda una sociedad, ya que se comprendía la importancia de la formación para el desarrollo del país.

Fíjense el peso específico que tuvo y tiene el movimiento estudiantil argentino que, incluso durante la década menemista, en la cual se privatizaron absolutamente todos los servicios públicos, las escuelas medias pasaron a manos de los estados provinciales; a pesar de sistemáticas reducciones en el presupuesto a las Universidades Nacionales; no lograron privatizarlas ni arancelarlas. Claro que todavía constituye una amenaza y es la gran lucha que hoy (y desde hace varios años) nos toca dar.

La militancia universitaria en nuestro país estuvo siempre signada por volcar, o por tratar de volcar, la universidad hacia la sociedad. Es decir, bajo esta idea reformista de que la Universidad tiene que estar al servicio de una Nación. Y que, de alguna manera, permitió que el movimiento estudiantil no sólo luche por los principios reformistas propios de la Universidad, como son los derechos estudiantiles, sino y fundamentalmente, por generar respuestas a la cantidad de problemáticas sociales propias de la realidad en cada momento.

Por supuesto que hoy en nuestro país y en muchísimos otros países de América y del mundo entero existe un gran descreimiento hacia la política y hacia los partidos políticos y ha generado y genera una baja de participación, que se refleja de manera clara en la Universidad. Sin embargo, no podemos desconocer que a pesar de que muchas veces se habla de que los y las jóvenes no participan, sí vemos que muchos de ellos se vuelcan a ser protagonistas dentro de otro tipo de organizaciones de tipo social, ecológicas, organizaciones del tercer sector.

En Argentina, la terrible crisis por la que estamos pasando, ha generado un gran despliegue de acciones solidarias en donde los y las jóvenes son los promotores fundamentales. Hoy existen infinidad de espacios que van desde realizar costureros comunitarios, clubes de trueques, y demás iniciativas en las cuales este sector poblacional juega un rol protagónico. Un ejemplo de esto fue la increíble participación de población juvenil en el Foro Social Mundial que se realizó en Argentina del 22 al 25 de agosto pasado.

En Rosario tenemos una linda experiencia que estamos realizando desde la Federación Universitaria de Rosario que conduce nuestra organización, el Movimiento Nacional Reformista, y que se trata de una serie de actividades de extensión universitaria. Son programas de voluntariado social, entendidos no como asistencia, sino como promoción social, como una manera de sembrar la solidaridad para con los que menos tienen. Estas campañas muestran el inmenso interés y compromiso asumido por las y los jóvenes en relación a las terribles necesidades que hoy tiene nuestra ciudad.

De esta manera se realizaron (y se siguen realizando) campañas para la prevención del HIV-SIDA, jornadas solidarias con niños en centros comunitarios de la ciudad, campañas de vacunación, pintadas en escuelas de barrios carenciados, asistencia médica en barrio toba, etc.

Es así como vemos que lejos de una despreocupación y una apatía que muchas veces se denuncia, este sector de la sociedad es parte protagónico de un proceso de cambio.

Las juventudes de las organizaciones políticas debemos ser quienes nos asumamos como actor fundamental del cambio social y del desarrollo en nuestras sociedades. Debemos ser capaces de generar los espacios de participación juvenil y de darles la impronta de ser verdaderos canales desde los cuales promover no sólo políticas para los jóvenes, sino también y fundamentalmente políticas “de” y “con” las y los jóvenes. Es decir políticas que sean diseñadas por los mismos hacia quienes esas políticas están destinadas.

No podemos ser nosotros quienes contribuyamos a seguir pensando a este sector como problemático; debemos promover su inclusión y su protagonismo dentro de la sociedad. Y de la mano con esto va la necesidad de promover la igualdad de oportunidades de varones y mujeres en la participación política. La promoción de la mujer en espacios de poder, y de toma de decisiones es fundamental para el logro de una igualdad real.

Quizás, durante la juventud se sienta menos algún tipo de discriminación hacia las mujeres debido a que en esta etapa de la vida, las mujeres no tenemos mayores obstáculos en tanto responsabilidades que asumir; lo que en general comienza a ocurrir al pasar de los años en donde la mujer es culturalmente quien “debe” encargarse de determinadas tareas que hacen al sostenimiento de la institución familiar.

Lo real, por otro lado, son los estereotipos culturales que ubican a la mujer en determinados roles y no en otros. Y esto hace que, muchas veces, seamos nosotras las que permitimos que se sigan reproduciendo estos roles estereotipados, al no permitirnos ir más allá de los lugares “expectables” para las mujeres.
Es por ello que creo que en cuanto jóvenes nos toca dar una gran batalla; que significa impulsar fuertemente la participación de los y las jóvenes de manera de lograr una inclusión real de éstos en los procesos de transformación, a la vez que bregamos por la igualdad de varones y mujeres en estos procesos. Del mismo modo como jóvenes que pertenecemos a una organización política tenemos la responsabilidad de reivindicar a la práctica política como espacio por excelencia de cambio social, político, económico y cultural.