::Grass no va a la guerra
• Para el escritor alemán Gunter Grass, la paz mundial es
prioritaria
Tomado del diario Clarín.
Argentina.
Gunter Grass, el novelista, poeta, ensayista y artista alemán
que recibió el
premio Nobel de Literatura en 2001, reflexiona sobre un hecho que parece
inminente: la guerra de Estados Unidos contra Irak.
Y es fuertemente crítico.
Grass ve en este desafío bélico un gesto ambicioso que queda
circunscripto
apenas a los intereses de una poderosa familia norteamericana vinculada
al
negocio del petróleo –el clan Bush–; un interés muy pequeño
para sembrar
tanta muerte. Teme además que esta guerra se convierta en la primera
de
una serie que acabe con la paz en el planeta entero.
El escritor alemán también culpa además a los occidentales
del norte por el
actual estado de violencia mundial.
–¿Qué opinión le merece el presidente George W. Bush?
–Me parece un peligro, una amenaza para la paz mundial. Me hace acordar
a uno de esos personajes de las obras históricas de Shakespeare
cuya única
ambición era pararse frente a su padre, el viejo rey depuesto, y
decirle:
"Mira, terminé con la tarea que dejaste inconclusa". Bush hijo está
decidido
a poner fin a la primera Guerra del Golfo lanzando una nueva. Y está
inspirado en razones privadas y familiares; está motivado por compulsiones
hereditarias. Los intereses económicos de la familia Bush también
inciden.
La familia está muy involucrada en el negocio petrolero. Los intereses
políticos y las aspiraciones económicas, por lo tanto, están
profundamente
arraigadas en su grito de guerra contra Irak.
"La tercera razón, por supuesto, es el hecho de que Estados Unidos
sea la
única superpotencia todopoderosa en el mundo. Washington quiere
controlar y dirigir al resto del planeta, pero sabe muy poco sobre el resto
del
mundo".
"Prácticamente no sabe nada. Esta peligrosa combinación de
intereses
familiares, económicos y políticos en un único líder
lo convirtió en un
verdadero peligro".
–¿Podríamos decir que esta alianza visible de intereses económicos
y
políticos apunta a una conexión estrecha entre el neoliberalismo
de
libre mercado y la llamada lucha contra el terrorismo?
–Así es. Inmediatamente después de la terrible masacre del
11 de
setiembre, yo hice hincapié en que el origen de este ataque reside
en la furia
y el odio del llamado Tercer Mundo contra el Primer Mundo rico. A menos
que erradiquemos las causas de esta ira profundamente arraigada y
justificada, el terrorismo continuará. Si nos remontamos a los años
70, el
estadista alemán Willy Brandt nos hizo reparar, en repetidas oportunidades,
en la terrible desigualdad que afecta a la tierra, esta profunda división
entre
los que tienen y los que no. Él predijo que si no logramos establecer
un
nuevo orden económico justo, estallará la violencia. Existen,
por supuesto,
otras varias razones –culturales, regionales, históricas y demás–,
pero no
deberíamos menoscabar la causa principal, la espantosa disparidad
existente.
"¿Quién es responsable de este caos? Los occidentales del
norte; nosotros,
los del mundo rico, fracasamos repetida y deliberadamente, porque
protegimos nuestros limitados intereses a expensas de los demás".
"Esa actitud egoísta, ese autoenriquecimiento, por supuesto, es
producto de
la teoría y la práctica neoliberales que rehusan a mirar
más allá de sus
propias narices".
–¿Grass el escritor está intrínsecamente conectado
a Grass el artista
o el artista es autónomo e independiente?
–Una relación de intercambio estable y continua entre la palabra
y el trazo
caracteriza mi creatividad. La primera instancia de este tipo de convivencia
es, por supuesto, mi poesía. ¿Me creería si le digo
que el origen de muchos
de mis poemas es el dibujo y el diseño? Muchas veces transcribí
el primer
vuelo de un poema en dibujos que, más tarde, gradualmente, adoptaron
la
forma de las palabras. De ahí en más, la poesía y
el dibujo se reforzaron y
se enriquecieron mutuamente, y conviven codo a codo en mis libros de
poemas.
"También sucedió lo contrario: muchas veces empecé
con palabras y luego
las palabras se fusionaron con los dibujos".
–A muchos en Europa les gustaría considerarlo como la conciencia
de
la Alemania de posguerra, sobretodo después de la muerte de
Heinrich Boll.
–Sería un grave error que me consideraran de esa manera. Al igual
que Boll,
siempre rechacé la figura consciente de mi pueblo. ¿Qué
conciencia podría
esforzarme en aclarar o aliviar? Como ciudadano consciente de Alemania
y
como escritor, tomo parte en los esfuerzos y sufrimientos de mi sociedad,
en
sus avances y retrocesos. Basándome en mi experiencia y mis principios
políticos, o bien apoyo ciertos sucesos y procesos, o bien manifiesto
mi
protesta. Cuando hay un debate político importante, tomo postura.
Bueno,
siempre practiqué este compromiso o, si prefiere, este activismo.
También lo
practicaré en el futuro. En ese sentido, no estimulo ni favorezco
la postura
de esos escritores creativos que, deliberadamente, se distancian de sus
condiciones sociales.
"Pero eso no significa que encarne la conciencia de otro. Rechazo cualquier
papel representativo de esa naturaleza".