Coronas... socialdemócratas

Un necesario cambio de mentalidad

Luis Arnoldo Pacheco
 

A mediados del siglo XX, el pensamiento de notables intelectuales socialdemócratas y socialcristianos –en contraposición al comunismo y al capitalismo extremos– marcaron el rumbo del progreso y de la democracia costarricense. Así, liderados o inspirados por don Pepe y el doctor Calderón Guardia, durante unos 40 años, aquellos ideales nutrieron un bipartidismo fértil, protagónico y trascendental para la vida del país. Empero, tras el entierro del marxismo ecuménico (en Berlín, 1989), la apertura comercial y la tecnológica, nuestras agrupaciones políticas tradicionales –frentes izquierdistas, PUSC, PLN– entraron en serias crisis existenciales.

Hoy, el PLN, frente a los retos del globalismo en cuestión e inmerso en los efectos traumáticos de su segunda derrota consecutiva (por más de 200.000 votos), parece no tener respuestas para actualizarse ni para revitalizarse. Los intelectuales, el estudio, la capacitación ideológica, la autocrítica... están casi satanizados. Subsiste, gracias a un engañoso electoralismo populista. No hay liderazgo ni propuestas ni mensaje para mejorar la democracia institucional ni para gobernar la sociedad tica del siglo XXI. Y sus exmandatarios y sus excandidatos presidenciales, respetados líderes verdiblancos, lucen ajenos a tan excepcional dilema partidista.

Política y academia. Entre tanto, Álex Solís Fallas, destacado intelectual y dirigente liberacionista, en medio de tanta nebulosa e infertilidad doctrinal, estudia, enseña –en la UCR, la UNED, la Ulacit– y escribe sobre la función parlamentaria y sobre el espíritu del derecho constitucional. Allá por octubre de 1985, en el desarrollo de la Asamblea Plenaria partidista que escogía los candidatos diputadiles verdiblancos, con un elocuente discurso personal, postula su nombre y gana el puesto asignado al pujante cantón de Pérez Zeledón. Luego, en la triunfal campaña de don Óscar Arias, es electo legislador nacional. Su trayectoria, tanto en la política como en la academia, se ha caracterizado por la ética, aportes académicos y militancia fraternal. Hijo de un bravo excombatiente figuerista, ante recientes presiones interpartidistas, públicamente reiteró su adhesión al PLN y al pensamiento socialdemócrata.

La obra literaria de Solís, en cortejo con su vocación por la docencia universitaria, es vasta y muy significativa. Sobresalen El control parlamentario, merecedora del Premio Nacional de Ensayo Aquileo Echeverría en 1995. El control político y la jurisprudencia constitucional, ganadora del premio Alberto Brenes Córdoba en el 2000. Y, hace unas semanas, en el Auditorio de La Nación, colmado por una concurrencia selecta, presentó otro libro de especial interés jurídico, político y cultural: Reyes sin corona.

Planes idóneos. En este ensayo, comentado en términos muy favorables el día de su presentación, afirma que "... La credibilidad democrática requiere un gobierno transparente, eficiente y responsable ante los ciudadanos y unos ciudadanos que participen, pidan cuentas y evalúen la acción de quienes gobiernan". Denuncia la anticultura política reinante en el país. Privilegia la ética, la eficiencia estatal y el uso racional de los recursos económicos, mediante la formulación de idóneos planes de desarrollo nacionales de carácter vinculante y valorativos. Propone un cambio de mentalidad de nuestros presidentes y gabinetes ministeriales, quienes –aun influidos por resabios colonialistas– se consideran: Reyes sin corona... por la gracia de Dios. Complementariamente, clama por la revitalización del control parlamentario, cuyo ejercicio –activo e inteligente– podría conducir a la conformación de una cultura cívica pro evaluación de resultados y pro rendimientos de cuentas, en la gerencia de los asuntos públicos.

El tema central está bien planteado y escrito fluidamente. Y, aunque no compartimos el entusiasmo por los planes de desarrollo estatales, su propuesta fundamental, al igual que las ideas expresadas en los libros galardonados, representan importantes aportes para el mejoramiento de nuestro régimen político institucional y la democracia costarricense. A la vez, constituyen luces que iluminarían el ya imperativo repensamiento socialdemócrata del PLN.

Publicado en La Nación