Apuntes
sobre la Historia de la Izquierda
Reformista
en Latinoamérica
(*)
El
fenómeno del reformismo irrumpe en Latinoamérica desde
principios de siglo. Una de las primeras manifestaciones había sido
el gobierno del uruguayo José Batlle y Ordóñes,
quien gobernó de 1903 a 1907 y de 1911 a 1915. Batlle fue uno de
los primeros gobernantes de este siglo que comprendió el papel del
Estado en la solución de los problemas económicos y sociales.
Sin declararse socialista, Batlle concibió este
nuevo rol del estado extendiendo su control sobre los telégrafos,
los ferrocarriles, etc. Consciente del papel del Estado en la
economía y su misión como repartidor de la riqueza, Batlle
constituyó lo que fue el primer Welfare Estate del
continente y tal vez del mundo.
A partir de la experiencia batllista, otros gobernantes latinoamericanos como Yrigoyen en Argentina o González Flores en Costa Rica aplicaron políticas de corte reformista. Sin embargo, no sería si hasta los años cuarentas y cincuentas cuando el reformismo latinoamericano adquiere toda su magnitud. A lo largo del continente las experiencias reformistas se multiplicaron.
En Guatemala la Revolución de Octubre (1944) llevó al poder a Juan José Arévalo Martínez y posteriormente a Jacobo Arbenz. Al frente de una unión de campesinos, obreros y clases medias y sectores militares progresistas, este régimen -que predicaba un “socialismo espiritual” - desarrollo (sin romper los límites del capitalismo) un amplio programa de reformas que incluyeron un Código de trabajo, un amplio plan de salud pública y una reforma agraria que afecto severamente los intereses de las transnacionales.
Características del modelo reformista
De primera entrada el modelo reformista se distingue por dos elementos fundamentales 1) el apoyo a las demandas y reivindicaciones económicas de los sectores asalariados, congregados en asociaciones populares. Esta será la base de sustentación fundamental, a la que se unirán en ciertos casos, los campesinos, los sectores medios y algunos sectores de la burguesía. 2) la estructuración de un programa innovador que cuestiona y pone en tela de juicio importantes aspectos del orden vigente, pero sin cuestionarlo en su totalidad, es decir, sin trascender los marcos del capitalismo.
Frente a la explotación extranjera -especialmente la llevada a cabo por las transnacionales- el reformismo reivindica el nacionalismo y frente a las condiciones económicas de marginación se impulsan las reformas estructurales.
En los gobiernos nacional-sindicalistas anteriores que gestaron la integración social y política de grandes sectores desposeídos y en los liderazgos políticos de carácter obrerista tiene su origen el reformismo latinoamericano. Otras fuentes de reclutamiento del reformismo fueron el izquierdismo de vanguardia de los centros urbanos políticamente organizados y los sectores técnicos provenientes del ala izquierda de los partidos tradicionales de corte patriarcal o populista.
Cuando ascienden al poder -usualmente bajo la forma de compromisos institucionales con los sectores tradicionales- las clase dominante exige a los reformistas el compromiso de que el sistema mantendrá sus supuestos básicos. Sin embargo, a la hora de gobernar, esto provoca el choque de dos grandes fuerzas: por un lado los sectores oligárquicos y por el otro, la de los grupos de apoyo político y sindical que exigen medidas y políticas definidas que no pueden asumirse en forma completa. Esto provoca el decantamiento de las bases populares de apoyo hacia otros núcleos reformistas que desde la llanura, gozan de una mejor posición para desarrollar un radicalismo verbal, lo cual obliga a una radicalización del proyecto reformista que ejerce el poder. De esta manera, la lucha por las reformas se convierte en un elemento del que dependerá la sobrevivencia del régimen. Se intensifica además la ambigüedad de que por un lado, carecer de la voluntad para poner en juego todos los recursos del poder y un propósito de organización popular al que le falta la decisión de organizar las fuerzas que requiere el programa reformista.
Al mismo tiempo se produce un deterioro de las relaciones con los sectores oligárquicos mientras que las fuerzas populares -carentes de organización- son incapaces de desempeñar un papel activo en la defensa del régimen. El movimiento reformista es visto entonces como un movimiento revolucionario en extremo peligroso que amenaza con una definitiva reordenación social por los ojos de las clases dominantes y el imperialismo.
El proyecto contrarrevolucionario esta en marcha y entran en coordinación los intereses de las transnacionales, la oligarquía local, la Embajada Americana y los sectores conservadores del ejército.
Dos alternativas se le presentan al reformismo, o dar un golpe de timón la derecha en aras de recuperar la gracia de la clases dominante o el gobierno norteamericano decide enfrentar la sedición reaccionaria con una movilización popular.
Aquí quedan claras una de las grandes contradicciones del reformismo que Darcy Ribeiro acota:
“condicionado a desencadenar fuerzas respecto de sus compromisos
de renovación, esta al mismo
tiempo condenando a limitarse
a un tipo de acción política que
mantenga al sistema institucional
. Paralizado por su propia ambigüedad, los
gobiernos reformistas
y sus bases populares ven aproximarse la
subversión reaccionaria,
incapacitados para contenerla, hasta
que un incidente sirve de
pretexto a la reacción para dar un golpe
de estado e implantar
una dictadura regresiva”
Este patrón establecido por Ribeiro corresponde al destino
de casi todas las experiencias reformistas en el continente . Ver cuadro
Experiencias reformistas en Latinoamérica
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Guatemala | Guatemala Revolución de Octubre 1944-1954 | Militares, CIA, transnacionales, MLN |
Venezuela | Gobierno de AD 1959-1964 | Militares |
Brasil | Gobierno Goulart 1961-1964 | Militares |
Argentina | Gobierno Perón 1946 - 1945 Militares | Militares |
Chile | Unidad Popular 1970 - 1973 | Militares, CIA, Transnacionales |
Bolivia | Gobierno MNR 1952 - 1964 | Militares |
República Dominicana | Gobieno Bosch 1963 | Militares |
Este cuadro ilustra como efectivamente las principales experiencias reformistas del continente fueron violentamente interrumpidas por la fuerza de las armas, hasta el punto de -como el caso de Guatemala- eliminar esta opción política casi totalmente. No siempre la suerte de los movimientos reformistas fue interrumpida por fuerzas regresivas. En Costa Rica, el Movimiento de Liberación Nacional pudo reconstruir su pacto con las fuerzas conservadoras después de los sucesos de 1948 y seguir manteniendo un relativo control sobre la vida política del país. En México, la corporativisación del régimen del Partido Revolucionario Institucional y la inserción de los militares dentro del sistema, permitió que el ritmo de las reformas se mantuviera hasta los años 70’.
En los casos de Brasil, Chile, Venezuela y Dominicana el reformismo recobraría más adelante sus fuerzas ya sea por una transmutación de su naturaleza o por la recomposición de sus bases de apoyo.
Enfocar el estudio del reformismo
teniendo en cuanto los partidos políticos como unidades de investigación,
requiere necesariamente desglosar a este movimiento en los que han sido
sus principales corrientes políticas hasta 1985.
Los Partidos Socialistas
Como ya se ha determinado en otros trabajos, el socialismo es fenómeno ideológico fundamentalmente europeo, surgido de las condiciones del desarrollo económico y social de la Europa del siglo XVIII, como una respuesta de la clases obrera y de los intelectuales progresistas de la época hacia el capitalismo.
Consecuentemente, concebir la aplicación del pensamiento a Latinoamérica debe hacerse teniendo en cuenta la especificidad de las condiciones políticas, sociales y económicas del continente, Es decir, se deben tener en consideración las condiciones de “Espacio-Tiempo-Histórico” que desarrolló Víctor Raúl Haya de la Torre. Como lo señala Julio Godio, las sociedades latinoamericanas de la segunda mitad del siglo XIX no eran sociedades capitalistas donde la figura del terrateniente representaba al pasado caduco y feudal. Estas, eran sociedades donde 33 millones de personas (1850) vivían en la dispersión, solo atenuada por el poder central asentado en las ciudades, la mayoría puertos con un tipo de fuerza productiva precapitalista que producía para el mercado , pero no de acuerdo al modo de producción capitalista.
Orígenes
El socialismo se desarrolló a finales del siglo pasado como movimiento de los trabajadores industriales (especialmente aquellos que emigraron de Europa) a menudo como los sectores radicalizados de los partidos tradicionales
En 1887 con la fundación del Partido Demócrata de Chile, surge el primer partido con un programa socialista en Latinoamérica y el segundo del continente
Posteriormente empiezan a fundarse otros partidos de corte socialista en Sudamérica: el Partido Socialista Uruguayo en 1910; el Partido Socialista Obrero Argentino en 1895 y el Partido Socialista Brasileño en 1916. Alfredo Palacios sería el primer diputado socialista que entraría en un parlamento en todo el continente cuando fue elegido en Argentina en 1904.
Al terminar la Primera Guerra Mundial había núcleos o partidos constituidos en casi todos los países de Latinoamérica y el socialismo empezaba a adquirir caracteres autónomos: a) una marcada retórica antiimperialista alimentada por los constantes actos de intervención de los Estados Unidos en los asuntos continentales b) una gran preocupación por la concentración de la tierra y el problema agrario en general c) un carácter netamente democrático que se tradujo fundamentalmente en el reconocimiento del régimen democrático que imperaba, como el marco de desenvolvimiento de la vida política.
En los años posteriores a 1920 los Partidos Socialistas habían sufrido las escisiones de sus alas izquierdistas, que alentadas por el surgimiento de la III Internacional, empezaban a gestar los primeros movimientos comunistas del continente. De esta manera, dentro del movimiento socialista no comunista se empezarían a distinguir dos tendencias fundamentales. Primeramente una tendencia moderada que se vincularía al socialismo democrático europeo a través de las organizaciones sucesoras de la II Internacional. Este grupo estaba fundamentalmente representado por el Partido Socialista Uruguayo liderado por Emilio Frugoni, sectores minoritarios del socialismo chileno y fundamentalmente el socialismo argentino que evolucionaría a través de los años en sus distintas expresiones . Los mejores años que vivió el socialismo argentino han sido definitivamente los treinta cuando llegó a alcanzar el 18.5% de los votos. Para 1983 solo representaba el 2%.
La principal meta política de los partidos socialistas latinoamericanos fue el consolidar instituciones democráticas estables paralela a una democratización del ingreso. Victor Alba ofrece un cuadro bastante concreto de lo que la presencia del incipiente socialismo significó para la vida política latinoamericana.
El socialismo como se dijo, inicio su combate en América Latina luchando por el ejercicio de la democracia política, contra el fraude electoral y el poder omnimodo de los caudillos y militares. Introdujo la costumbre de redactar programas de acción y de definición doctrinaria, desconocidos en la época en otros partidos políticos, luchó por el respeto de las minorías, y ejerció influencia en el pensamiento estudiantil que produjo la Reforma Universitaria. En el plano social abogó por una legislación social que incluyera la jornada de 8 horas; el descanso dominical; la defensa de la mujer trabajadora y de los indígenas; la responsabilidad patronal frente a los accidentes de trabajo, etc. En lo económico, postuló el impuesto a la renta y a la herencia y también el impuesto territorial para combatir el latifundismo, y abogó por la reforma agraria, objetivo hoy de amplios sectores políticos.
La otra gran corriente del socialismo latinoamericano la constituye el llamado Socialismo Autónomo . Esta tendencia como lo explica Jorge Arrate, pretendió hacer un esfuerzo para aplicar creativamente los esquemas teóricos en boga dentro del campo de la izquierda, a las realidades latinoamericanas . Pero la principal razón para definirlo como una categoría específica dentro del movimiento socialista fue el hecho de que dicha autonomía venía dada por la negativa de dichos partidos de vincularse a la III Internacional o a la II Internacional y sus sucesoras. Ejemplos significativos de esta corriente fueron el mariateguismo; la obra del chileno Luis Emilio Recabarren y el programa elaborado por los socialistas chilenos en 1947, redactado fundamentalmente por Eugenio González.
Esta corriente gozaría de un relativo
auge a partir de la segunda mitad del siglo veinte. A principios de los
ochenta algunos partidos destacados del socialismo autónomo como
el PSU, el Partido Mexicano Socialista, el Partido Socialista
Ecuatoriano y el Partido Socialista
Chileno decidieron vincularse internacionalmente a través
de la Coordinadora Socialista Latinoamericana CSL, que
tiene su sede en Montevideo.
La Socialdemocracia
Al iniciar el estudio de la socialdemocracia en Latinoamérica, es conveniente tener en cuenta la misma aclaración que se hizo al inicio de este capítulo. Hoy socialdemocracia es un término que se ha vulgarizado por el uso común y es poco confiable como descripción de una determinada categoría político - ideológica. El hecho de que desde Alan García y los sandinistas hasta Carlos Andrés Pérez y Abdalá Bucaram se autodefinen como socialdemócratas, es prueba del uso indiscriminado e impreciso del concepto . A esta confusión habría que agregar el hecho de que el investigador tendrá muchos problemas para encontrar un paralelismo en los orígenes y desarrollo de los partidos socialdemócratas en Europa y los que en Latinoamérica se han identificado con esa ideología.
La aplicación de este concepto a países fuera del ámbito europeo responde a la relativa plasticidad que ha tenido esta ideología para adaptarse a las necesidades de sectores progresistas de sociedades con muy heterogéneos niveles de desarrollo.
Los partidos que en Latinoamérica se
han identificado con la socialdemocracia tienen sus orígenes más
bien como partidos “democrático - revolucionarios”.
Es decir, estos partidos no nacieron identificándose directamente
con la socialdemocracia . La adhesión a la socialdemocracia
es producto de un proceso posterior en el que jugarán un papel fundamental
los condicionamientos internacionales.
Los partidos “democrático-revolucionarios”
La mayoría de estos partidos nacen en la década de los cuarenta como producto - a su vez- de escisiones de partidos tradicionales y teniendo como base social a sectores de la emergente clase media, intelectuales y estudiantes.
Aspectos ideológicos
Varias fueron las corrientes ideológicas que incidieron en la configuración del proyecto ideológico de los partidos democrático - revolucionarios, pero sin lugar a dudas, la corriente que constituyó la columna vertebral de dicha configuración ideológica fue el aprismo .
El aprismo había sido formalmente fundado como movimiento político de alcances continentales en México en 1924 -durante uno de los muchos exilios del peruano Víctor Raúl Haya de la Torre- como un movimiento autónomo y sin ninguna influencia extranjera. El norte fundamental del aprismo sería la lucha contra el imperialismo y las clases dominantes en Latinoamérica, mediante la compactación de un Frente Único de trabajadores manuales e intelectuales, campesinos , estudiantes, etc. Frente a la emergente corriente comunista el aprismo se manifestó tajantemente en un rechazo al servilismo colonialista de los comunistas .
Otras de las influencias ideológicas que permearon el desarrollo de los partidos socialdemócratas latinoamericanos fueron:
1) Reforma Universitaria de Córdoba. Este proceso llevado a cabo en 1918 en la Universidad de Córdoba, inflamó la conciencia estudiantil latinoamericana empujándola hacia la acción social . Algunos de sus alcances fueron la docencia libre, ayuda social a los estudiantes, orientación social de la Universidad y coparticipación estudiantil. .
2) Revolución Mexicana: Como sus principales legados están el sufragio efectivo, reforma agraria y un amplio programa de seguridad social.
3) Socialismo Argentino: Intrínsecamente unido a las ideas de Juan B. Justo, fundador del PSA, primer traductor del Capital al español y el más influyente teórico socialista latinoamericano de las primeras décadas del siglo.
4) Liberalismo norteamericano: El New Deal de Roosevelt y Truman y más tarde la “Nueva Frontera” de Kennedy, influyeron en forma significativa en las políticas de los partidos democrático revolucionarios. Además fue notable la influencia de otros norteamericanos provenientes del sindicalismo (AFL-CIO) y el socialismo democrático.
5) El socialismo europeo: Especialmente
el de origen fabiano (los Webb, Lasky, McDonald)
y el español: Caballero, Basteiro, Iglesias
y Prieto.
Si bien el nacimiento de los partidos democrático revolucionarios respondió a las circunstancias de cada uno de los países, existieron características comunes que nos permiten categorizarlos como antecedentes de las fuerzas políticas que a partir de los años sesenta serían identificadas con la socialdemocracia.
Armando Villanueva del Campo, quien fuera candidato presidencial del PAP en 1980 identifica las siguientes características comunes:
A) Son movimientos “nativos”, cuya ideología empieza a plasmarse apartir de la segunda guerra mundial.
b) Son partidos de masas.
c) Son partidos de Frente Único (alianza de clases), del proletariado, campesinado y clases medias.
d) Son anticomunistas.
e) Son antiimperialistas.
f) Son unionistas, por cuanto fundan en la coordinación política
económica la defensa de la soberanía común, el desarrollo
planificado del continente y el respeto por la unidad de indoamérica.
Las vinculaciones internacionales
Una de las primeras vinculaciones internacionales que establecieron estos partidos fue la Conferencia Internacional Pro- Democracia y libertad, que fue convocada en Las Habana en 1950 a instancias de José Figueres y Rómulo Betancurt . A esta cita asistieron casi todos los líderes de la izquierda democrática continental e incluso socialistas norteamericanos como el ex candidato presidencial Norman Thomas. Entre los alcances más importantes estuvieron la creación de la Asociación Internacional Pro-Democracia y Libertad y en la parte de los pronunciamientos políticos, una condena a la posición conservadora de los EE.UU., al que acusaban de ser responsable de la subsistencia de las dictaduras militares en el continente .
En 1960 se reúnen de nuevo en Lima representantes del Partido Liberación Nacional, Movimiento Nacionalista Revolucianario, Partido Revolucionario Febrerista, Acción Democrática y el Partido Aprista Peruano. La meta fundamental de esta reunión lo dice claramente la declaración de Lima:
“un primer paso hacia la amplia coordinación , a través
de un Congreso de partidos populares, democráticos
y
socialistas del continente...
La conferencia además se pronunció en forma frontal en favor de la independencia económica, la integración y la nacionalización de aquellas empresas esenciales para la economía. Adicionalmente se configuraba lo que sería el principal caballo de batalla de la acción conjunta internacional de los partidos democrático revolucionarios: la lucha contra las dictaduras de extrema derecha o “Internacional de las Espadas”.
Frente a la Revolución Cubana, los delegados manifiestan su solidaridad con el carácter autónomo del proceso, pero demandan que dicho movimiento revolucionario no constituya un elemento de división en el continente . Nótese que este acto de solidaridad, había tenido lugar cuando ya la dirigencia cubana se había decidido por la radicalización el conflicto con los EE.UU. ya había dado inicio al nacionalizarse las posesiones norteamericanas en la isla .
Las anteriores características remarcaban el carácter reformista de estos partidos. Sin embargo, su enfoque dirigido hacia la repartición de la riqueza, la creación de importantes áreas de la economía en poder estatal y la lucha por el ascenso de las masas a los procesos de toma de decisiones y el acceso a la riqueza los ubicó a la izquierda del espectro político. Apenas algunos de ellos como el PLN, el PAP o el PRF habían desarrollado alguna aproximación al socialismo en sus épocas de gestación, pero la mayoría había optado por autodenominarse como revolucionarios, nacionalistas o anti-oligárquicos, por lo que denominar a estos partidos como socialdemócratas desde sus orígenes no es conveniente.
Al iniciarse la década de los sesenta, la mayoría de estos partidos eran objeto de persecución por parte de las tiranías de derecha que predominaban en el continente. Muy pocos de ellos habían podido acceder al poder, sin embargo, algunos como el PLN en Costa Rica o el Partido Radical en Chile había podido participar con éxito en el ejercicio del poder y en la implementación de interesantes experiencias reformistas.
El hecho de que los grandes objetivos de estos partidos convergieran ideológicamente con los de los partidos socialistas de Europa, hizo que las experiencias de estos últimos empezaran a verse con mucho interés por los latinoamericanos. Algunos líderes como Haya de la Torre o José Figueres habían cultivado amistades con políticos socialdemócratas de Europa e incluso habían participado en conferencias de la Internacional Socialista, organización que aún mantenía un alto grado de eurocentrismo.
La agudización de la Guerra Fría provocada por la agudización del conflicto Cuba EE.UU., hizo que la posición reformista perdiera el atractivo que había venido teniendo en este último país, pues una ves más, Washington decidió dar su apoyo a las dictaduras de derecha y privilegiarlas como sus piezas de ajedrez en el conflicto ideológico contra el “comunismo internacional”. El apoyo que muchos de estos partidos recibían de los círculos liberales de los Estados Unidos se debilitó significativamente con el ascenso de LB Jonhson y el asesinato de Robert F. Kennedy.
Estando la extrema izquierda y la extrema derecha perfectamente alineadas con sus respectivos centros de influencia a nivel internacional y ante la pérdida de influencia de los liberales en los EE.UU., la izquierda reformista empieza a buscar en la socialdemocracia internacional la contraparte ideológica que requería para la consecución de sus metas en cada país y oponerse a las dictaduras de derecha. Los contactos prosiguieron y ya en la década de los sesenta muchos partidos declaraban que aspiraban a un socialismo democrático de tintes latinoamericanos.
Es interesante traer a colación lo que uno de los principales líderes de lo que sería la socialdemocracia latinoamericana decía en referencia a la necesidad de una contraparte internacional para la socialdemocracia latinoamericana:
“a principios de mi gobierno
me encontré con
que
en Washington no había con quien hablar. Nixon estaba
con
su Watergate y nos dejaron sin embajador
durante casi un
año. Solo en Europa los partidos afines al nuestro -miembros
de la Internacional Socialista- o estaban
en el gobierno o
formaban la oposición más fuerte en sus
respectivos países.
...me di cuenta de que nuestros
pequeños países podían
aprender mucho de lo que se había
logrado allá...fue desde
ese momento que se estrecharon nuestras relaciones...ya
en
1976, junto con la República
Dominicana y Venezuela,
nuestros partidos fueron
considerados suficientemente
maduros para tener el
mismo rango que los partidos
europeos”
La vinculación con la Internacional
Socialista (que se estudiará en el capítulo cinco) terminó
de definir a estos partidos como la opción socialdemócrata
en el continente. Sin embargo es imprescindible el advertir el echo
de que con el término socialdemócrata se quiso cobijar a
una serie de organizaciones que si bien se encuadraban dentro del centro-izquierda,
podían presentar orígenes y matices doctrinales no muy homogéneos,
lo cual no impidió que se establecieran una serie de vinculaciones
internacionales entre ellos.
Hacia la definición del perfil
Cuando el perfil de vinculación internacional se definió en torno a la socialdemocracia, muchos de estos partidos ya constituían importantes mayorías en sus respectivos países, como Venezuela, Costa Rica y Chile. Al grupo de partidos socialdemócratas de la primera generación que se ha definido como democrático revolucionarios, se unió una nueva generación de partidos como el Movimiento Electoral del Pueblo de Venezuela, la Izquierda Democrática del Ecuador, el Partido Revolucionario Democrático de Panamá y el Partido Democrático Trabalhista del Brasil.
La emergente socialdemocracia latinoamericana se favoreció definitivamente del protagonismo que adquirían sus congéneres en Europa, especialmente en Escandinavia y Alemania como gestores del contrato social que emergió en Europa después de la Segunda Guerra mundial.
Características del modelo socialdemócrata
a) Valoración de la democracia política como único sistema legítimo de ejercer el poder. Este principio devino en casi una obsesión por el mantenimiento de las instituciones formales de la democracia y una aversión concomitante a todas las dictaduras de derecha e izquierda .
b) Apoyo a políticas de industrialización sustitutivas de importaciones en sus respectivos países en aras de alcanzar el desarrollo nacional y crear fuentes de trabajo .
c) Control gubernamental de aquellas áreas de la economía de valor estratégico para el desarrollo de los países.
d) Redistribución del ingreso. Mediante una drástica política de distribución del ingreso como reformas tributarias; supresión de gastos suntuarios; inversiones sociales en viviendas, salubridad y educación; salarios crecientes, subsidios; etc. los partidos socialdemócratas promovieron efectivamente, la proliferación de las oportunidades y el aceleramiento del ascenso social .
e) Integración de las masas. Esta política persiguió que las grandes mayorías de trabajadores, campesinos, indígenas y estudiantes se integraran a la vida política y económica.
f) Nacionalismo. Fue un elemento uniforme en todas las posiciones de oposición o gobierno de los partidos. Un nacionalismo que impulsó a los partidos a reivindicar un antiimperialismo, que si bien reconoció la importancia del capital extranjero, deploró la influencia excesiva que tenían los intereses extranjeros en los asuntos internos .
g) Política exterior independiente: sustentada en una posición
de rechazo absoluto al comunismo y el bloque soviético pero
claramente crítica hacia los intereses hegemónicos norteamericanos.
(*)
Tomado de "Renovación del Discurso
y la Praxis Política de la Izquierda en América Latina 1988-1994".
Tesis de Licenciatura en Relaciones Internacionales. Universidad Nacional.
Heredia, Costa Rica. 1998
(c) Club de Cultura
Socialista