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(Versión al 18.04.2001;23:00hrs; revela.htm; Hi 1a3.doc) VI) LA REVELACIÓN DIVINA EN EL SINAÍ
1) Introducción Israel recordó siempre el éxodo como el suceso constiutivo que dio origen a su existencia como pueblo. Fue desde el principio el centro de su confesión de fe, como lo atestigua su credo histórico (Dt 26,5-10) (Jos 24,2-7)...Yahvé también reveló al comienzo su nombre a Moisés (Ex 3,14): "Dios dijo a Moisés: Yo soy el que soy. Explícaselo así a los israelitas: 'YO soy' me envía a vosotros". El que es por sí mismo, y mantiene en la exietncia a todo y a todos. "Un hecho trascendental en el camino de la tierra de la promesa es la llegada al Sinaí, donde tiene lugar la Alianza de Yahvé con Israel que se puede resumir así: "Tú serás mi pueblo y yo seré tu Dios". Por ello Israel queda constituido en pueblo de Yahvé las promesas dadas a los patriarcas. El pueblo acepta por su parte unas condiciones en el culto y en la moral. En Ex 19,1 - 20,17 se demuestra que la alianza del Sinaí es distinta de la alianza con Abraham. Esta descansa en promesas incondicionales y exige solamente tener confianza en Yahvé (Gén 15,1-21). La alianza del Sinaí no garantizaba a Israel el beneplácito de Yahvé como algo que le fuera debido. Había que cumplir lo estipulado (Ex 20, 1-17)." (NADAL, Milagros. Curso de iniciación al Antiguo Testamento y al Nuevo Testamento, Navarra, 1993, 27-28). "Un pacto o alianza puede ser un acuerdo entre dos personas o grupos de personas situados en un plano de igualdad (Gen 31,44; 1 re 15,19), o bien puede ser ofrecido o impuesto por un superior a un inferior. En este último caso, el superior exige lealtad a su aliado y se obliga, al mismo tiempo, a protegerlo, como en el pacto de Josué con los gabaonitas (Jos 9,8.15). La alianza del Señor con Israel se asemeja a esta segunda forma. El Señor se presenta a sí mismo como el libertador de su pueblo (Ex 19,4) y lo invita a participar de su alianza. Israel, por su parte reconoce el derecho del Señor a ser su soberano y se compromete a cumplir lo que el Señor le ordena (Ex 19,8; 24,3). De este modo se cumple la promesa de Ex 6,7: Los tomaré a ustedes como pueblo mío, y yo seré su Dios. Véase Gen 9,8-11)" (nota a Ex 19,5 en Biblia de Estudio, Dios habla hoy, Bogotá 1994, citada en adelante como BE).
2) El corazón del libro del Exodo Los capítulos 19-24 del Ex nos llevan al monte Sinaí. Nos hablan de la Alianza de Dios con su Pueblo; del Decálogo o diez mandamientos del Señor y del Código de la Alianza. 2,1) Alianza: "Después de unos cuantos incidentes típicos del viaje por el desierto, hambre y sed, hostilidad externa y organización interna, el pueblo llega al acontecimiento central de su peregrinación: el encuentro con el Señor en el Sinaí y su constitución como pueblo de Dios por la alianza. Así quiere que lo contemplemos el relato actual del Éxodo. a)Alianza es una institución jurídica humana: es una forma particular de contrato entre dos partes libres y responsables. La Biblia toma dicha institución como símbolo para expresar el misterio de las relaciones de Dios con su pueblo. En el AT encontramos alianzas simplemente humanas. Entre dos jefes parientes, Labán y Jacob (Gn 31,44-49), entre dos amigos, David y Jonatán (1 Sm 18,1-4), entre dos reyes, Salomón y Jirán de Tiro (1 Re 5,15-32). También entre superior e inferior, David y Abner (2 Sm 3,12), David con las tribus septentrionales (2 Sm 5,1-3), etc. Entre todas la más pertinente es la que establece un soberano con su vasallo, Nabucodonosor de Babilonia y Sedecías de Judá (Ez 17,13). En unos casos el soberano impone el pacto con sus cláusulas al súbdito, en otros casos lo ofrece indicando sus condiciones. Esta segunda forma elige el narrador bíblico. De ambos se conservan ejemplos entre reinos del próximo Oriente antiguo. b) Con los patriarcas había hecho Dios una alianza, heqim berit, que era en realidad un compromiso unilateral de Dios con algunas exigencias añadidas. En el Sinaí se estipula una alianza, karat berit, que, siendo iniciativa de Dios, tiene carácter bilateral; el pueblo ha de aceptarla libremente. La relación de Dios con los israelitas, que es misterio, se ha expresado ya en varias fórmulas o símbolos: elección, implícita en la expresión "mi pueblo", adopción, implícita en "mi primogénito", "rescate y compra" del esclavo. Ahora se propone un símbolo jurídico más articulado, que por ello permite una comprensión más precisa y ello se presta a consecuencias más diversificadas. Sin afirmar que la forma bíblica depende directamente de los tratados internacionales del Oriente antiguo, se pueden señalar varias analogías estructurales, que se resumen así: las dos partes son un soberano y un vasallo que se vinculan jurídicamente. En el texto o instrumento jurídico (cap 19-20), el soberano enumera beneficios precedentes otorgados a la parte inferior prólogo histórico-. De lo cual arranca la oferta de una relación jurídica estable declaración fundamental-. Siguen las condiciones o estipulaciones particulares (cap. 20) y una serie de premios o penas por el cumplimiento o incumplimiento de los compromisos. En el texto bíblico la penúltima es el decálogo, la última son las bendiciones y maldiciones, que figuran en otros contextos. El acto se sella con un sacrificio (cap. 24), y el protocolo se registra por escrito las lozas de piedra- quizás por duplicado, y se conserva en lugar sagrado. Al leer y estudiar textos bíblicos sobre la alianza, nunca hay que olvidar que se trata de un símbolo humano empleado para expresar una realidad trascendente. Uno de los símbolos centrales. c) Constitución, en su doble significado, como acto que se constituye, que da ser a la comunidad como pueblo del Señor; como texto que rige su destino. En el segundo sentido, la constitución se abre para acoger otras leyes o código íntegro (cap. 21-23). Siendo sagrada, podemos decir que la alianza es el sacramento fundacional del pueblo escogido. Así lo concibe el texto; pero la descripción puede responder a una renovación cúltica de la alianza. Son especiálmente significativas las renovaciones de la alianza en Moab (Dt 29-31) y en Siquén (Jos 24). d) Composición. El relato de un hecho o celebración tan importante no ha cuajado en una narrativa fluida y coherente. Quizá el autor ha querido fundir tradiciones o concepciones diversas; probablemente ha querido encerrar mucho material en este lugar. El hecho es que el relato se resiente y no es fácil de captar. He aquí algunas tensiones: Dios habla directamente al pueblo o por medio de Moisés, correlativamente cuál es el papel de Moisés; cuáles son su movimientos de subida y bajada y cuáles los del pueblo, distanciándose o acercándose. Dios habita en la montaña en el volcán o en la tormenta. Para una visión de conjunto conviene observar: la teofanía, que comienza en 19,10, se remata en 20,18-20 y enmarca el decálogo 20,1-17.la ceremonia, que se prepara en 19,1-9, se ejecuta en el cap. 24 y engloba el llamado código de la alianza 21 23." (cfr. ALONSO SCHÖKEL, Luis, Biblia del Peregrino, Bilbao, Estella (Navarra) 1998, nota a cita de Ex 19,1. En adelante citada como BP)
2,2) La mejor definición del pueblo de Dios (Ex 19,1-8) El Señor propone a Israel ser su "propiedad personal" Dios ha elegido a su pueblo y lo ha amado sin mérito alguno de parte del pueblo. Progresivamente Dios hará caer en la cuenta a Israel de que su amor se extiende a todos los pueblos. "Propiedad" es término económico aplicable a objetos y a esclavos; implica aquí la elección, la pertenencia especial que se destaca de la pertenencia universal...La pertenencia a Dios lo traslada a la esfera sagrada (Jr 2,3): el pueblo entero queda consagrado y se acerca sacerdotalmente; véase Is 61,6. Pedro lo aplica a la Iglesia (1 Pe 2,5.9)...(BP, nota bajo Ex 19,5-6.) "En Ex 19,5 Dios se refiere a Israel como su pueblo "preferido", literalmente dice "de mi propiedad exclusiva". El término hebreo correspondiente a esta expresión sugiere la idea de algo muy precioso, que uno se reserva para sí con especial cariño. Cf Dt 7,6; 14,2; 26,18; Sal 135,4; Mal 3,17; cf. también Tit 2,14)" (BE, nota a Ex 19,5).
2,3) Reino de Sacerdotes Dios ofrece al pueblo de Israel la vocación de ser manifestación y signo de la salvación de Dios ante las naciones de la tierra. Un sacerdote representa a Dios ante el pueblo y a éste ante Dios; está en medio de Dios y del pueblo, es mediador. También el pueblo de Israel tendrá como misión ante los demás pueblos ser mensajero de la revelación que Dios le ha hecho. Realizará su misión mediante el culto litúrgico, la enseñanza transmitida de padres a hijos y el testimonio de una vida de acuerdo con la Ley de la Alianza. Vocación inestimable pero también grave responsabilidad. Conservar y transmitir la Palabra que hace vivir. Anunciar y llevar a las naciones el Nombre de Yahvéh.
2,4) Nación Santa Puesto que Dios propone a Israel ser su "propiedad personal" y quiere hacer de sus miembros un "reino de sacerdotes" es necesario que este pueblo sea "santo". Es decir: que sea un pueblo "separado", "consagrado" a servir a Dios, a acoger su Palabra y a cumplir su voluntad. Moisés transmite al pueblo las palabras de Dios. Luego transmite al Señor la respuesta del pueblo: es una aceptación. En Ex 19,6 se habla de "un pueblo consagrado a mí": literalmente "una nación santa". En el lenguaje bíblico, el adjetivo santo evoca la idea de separación del uso ordinario y profano. Israel es un pueblo que vive apartado, distinto de los otros pueblos (Num 23,9), para rendir culto al verdadero Dios. Cf. 1P 2,9; Ap 1,6)" (BE, nota a Ex 19,6).
2,5) En el Sinaí: la gran manifestación de Dios (la Teofanía Ex 19,16-25) 2,5,1) Introducción: El relato coincide con la descripción de una gran tormenta. Los Israelitas, verdaderos creyentes, comprendieron siempre este fenómeno como una manifestación del Señor y de su palabra; como una "visita". Entraron hondamente en lo que oían y veían. Tuvieron la certeza de encontrar a Dios allí, en el monte y en aquel momento (vR) "La teofanía combina fenómenos cósmicos con acciones litúrgicas. El narrador quiere describir aquí una escena impresionante. El soberano baja desde su reino celeste acompañado de un espectacular y terrible agitación cósmica: cielo sacudido por la tormenta, la tierra por el terremoto; truenos que delatan la cercanía, trompetas que anuncian la presencia. El pueblo temeroso y sobrecogido, que acude procesionalmente, guiado por Moisés, a recibir al soberano" (BP, nota bajo Ex 19,16). Algunos interpretan el fuego como erupción volcánica, pero es reductible a un rayo que incendia el monte (cfr. Sal 104,32). Son litúrgicos: el doble toque de trompeta que anuncia la presencia de Dios (cfr. Sal 47,6; Eclo. 50,16), la procesión desde el campamento hasta el pie del monte, la posición de firmes. El trueno es la voz de Dios (texto clásico: Sal 29). La situación final es ordenada: el pueblo al pie de la montaña, el Señor que baja y Moisés que sube. La montaña media entre cielo y tierra, según concepciones antiguas".(BP8, nota bajo Ex 19,16).
2,5,2) Homilía del Santo Padre Juan Pablo II en la celebración de la Palabra en el Monte Sinaí Monasterio de Santa Catalina, sábado 26 de febrero
2,6) Los diez mandamientos (Ex 20,1 - 21) "El Decálogo es pieza capital en el Pentateuco y en todo el AT. El término griego significa Diez palabras y es traducción del hebreo de Dt 4,13. Del decálogo en bloque hay que considerar: el texto en sí, su puesto actual, su puesto en la tradición. a)Si bien cada mandamiento tiene algún paralelo en el AT, incluidos textos sapienciales, y algunos tienen paralelos en otras culturas, como bloque unitario y articulado el Decálogo es único. El tono es categórico (estilo apodíptico), los preceptos breves y generales, repartidos en deberes respecto a Dios y al prójimo, en forma negativa y positiva. Aunque breve y selectiva, la serie abarca un campo amplísimo de conducta. Algunos preceptos están ampliados con motivación o exhortación; pero ninguno lleva cláusula penal. No distingue sexo, edad ni clase; no se ciñe a una cultura agraria sedentaria, ni se limita a una época histórica. Se puede considerar como un esfuerzo logrado de síntesis. En la articulación del texto hebreo, los preceptos relativos a Dios son cuatro: el Dios exclusivo, las imágenes, el nombre, el sábado; seis son los restantes. Por tanto, el que solemos llamar "sexto mandamiento" es en hebreo el séptimo. Positivos de formulación son el cuarto y el quinto. b) El Decálogo (Ver cuadro sinóptico entre Ex 20,2-17; Dt 5,6-21 y los 10 mandamientos de la Iglesia en Catecismo Iglesia Católica nº 2052.), tanto aquí como en Dt 5, está firmemente radicado en la alianza. Representa las cláusulas impuestas por el soberano y aceptadas por el pueblo (24,3.7). Se presenta como revelación, no como préstamo extranjero ni como expresión de una supuesta ley natural. La idea de revelación se expresa con dos fórmulas diversas: lo escribe el Señor sobre la piedra, lo comunica a Moisés de palabra. Siendo revelación, está respaldado por la autoridad de Dios, que se extiende a los dos bloques; en otros términos, Dios exige al hombre que respete a Dios y al hombre. Si bien faltan las cláusulas penales, los preceptos trazan un perímetro o frontera para vivir dentro de la alianza o para salir de ella por transgresión de cualquiera de ellos. c) Es opinión común que el Decálogo se ha formado en un proceso vital, oral o escrito, antes de su formulación definitiva y su incorporación al contexto de la alianza y del éxodo. Los intentos por rehacer su prehistoria no han tenido éxito. El autor del texto actual o han recogido una tradición ya practicada e indiscutida, o ha creado una formulación que ha impuesto sin discusión. Son algo concluyente y concluso, "sin añadir más" (Dt 5,22). Sin embargo en la transmisión posterior, al texto escueto se han adherido ampliaciones homiléticas, que difieren en Ex y Dt. Tales adiciones revelan la presencia del Decálogo en la vida del pueblo."(BP, nota a cita de Ex 20,1) "Moisés sube al monte Sinaí para recibir las leyes de Dios...y la Biblia pone a continuación dos conjuntos de leyes. El primero, más breve, contiene los diez mandamientos. Luego viene otro código, del tiempo en que los israelitas se establecieron en Canaán, llamado Código de la Alianza (20,22 - 23,33)." (Biblia Latinoamericana,Madrid 1989, nota a cita de Ex 20. En adelante citada como BL). "Yo soy Yahvé, tu Dios...aquí habla Yahvé, Dios vivo y único, con la autoridad del que liberó a Israel de la esclavitud y ahora quiere ponerlo a su propio servicio. Y porque quiere hacer de ellos hombres libres en un pueblo libre" (BL, nota a cita de Ex 20), y les regala las leyes fundamentales, sin las cuales volverán a ser esclavos. "Para empezar, Dios debe ser reconocido como Único, Santo y Celoso: v 3-11. No tendrás otros dioses fuera de mí. Yahvé es el Dios Celoso, a diferencia de los dioses de otros pueblos que aceptan que divinidades rivales abran tiendas a su lado y den satisfacción a peticiones que ellos mismos no pueden atender..." (BL, nota a cita de Ex 20).
2,7) El Código de la Alianza (Ex 20,22-23,19) A las leyes en Ex 20,22 - 23,19 suele llamarse Código de la Alianza..."Esta colección contiene prescripciones religiosas, morales y sociales adaptadas a las condiciones de vida de una sociedad muy sencilla, que une la cría del ganado (cf. Ex 22,5(4)) con la práctica dela agricultura (cf. Ex 22,6(5))." (BE, nota a cita de Ex 20,22-26). "Se suele llamar a esta sección (Ex 20,22 23,19) Código de la alianza. Código en el sentido amplio de colección de leyes, no en el sentido riguroso de un sistema bien planeado y orgánicamente desarrollado. De la alianza, porque actualmente está incorporado al contexto de la alianza del Sinaí. Así se distingue de los otros dos códigos del Pentateuco: el de la Santidad, en el Levítico, y el Deuteronomico. Muchas de estas leyes son patrimonio común de la cultura legal del antiguo oriente, y se pueden ilustrar con paralelos de códigos asirios, o incluso sumerios y en particular, del código de Hammurabi. En su mayoría son leyes de una cultura agrícola y urbana; algunas parecen referirse a seminómadas por el contenido. No podemos trazar el cause por el que llegaron a Israel ni señalar su fecha de adopción. Si los israelitas son deudores de la cultura cananea, es razonable pensar que de ellos tomaron la legislación y la adaptaron a sus usos y mentalidad. Se suelen distinguir dos tipos principales de leyes, subdivididos por las fórmulas empleadas. El primer grupo es de tipo casuístico: es decir, se plantea un caso en forma condicional y se prescribe la norma distinguiendo variantes particulares. Surgen o cristalizan en la práctica judicial, que de ordinario era civil y local, administrada en los tribunales municipales: por "ancianos" o concejales, en la "puerta" o lugar de reunión pública. Ocupan la primera sección, de 21,1 a 22,16 , con una interrupción en 21,12-17. El segundo grupo es de tipo apodíptico. Son normas más escuetas, apenas diferenciadas, formuladas muchas veces en participio. Son casi exclusivas en la sección de 22,17 a 23,19. Algunas llevan una adición parenética. Por tema y estilo, esta serie encaja bien en la alianza, e induce a sospechar que se conservaba y administraba en contexto cúltico. Otra distinción se basa en la presencia o ausencia de cláusulas específicas. Las dos partes ensambladas están ahora enmarcadas en dos piezas cúlticas: la ley sobre el altar, 20, 22-26 y el calendario litúrgico, 23,14-17. Al interno del bloque podemos separar grupos temáticos, pero no podemos señalar un orden lógico. Se ha observado que en una serie de este tipo las inserciones o adiciones se suelen hacer al final de sección, respetando o no el tema. El código legal en uso y evolución por siglos, quizá con una fase oral, es incorporado más tarde al cuerpo narrativo del Éxodo en la sección de la alianza. Es un acto de canonización, por el cual las leyes son asumidas por el derecho divino y son atribuidas a la voluntad legisladora del Señor, a su palabra ordenadora. Al entrar a formar parte de la alianza, adquieren un espíritu nuevo: no sólo porque proceden del Señor, sino también porque se ligan a la historia y adquieren una sanción sagrada. Quebrantarlas es quebrantar la alianza."(BP, nota a cita de Ex 20,22.)
2,8) Aceptación de la Alianza (Ex 24) Ex 24,3-4: "Moisés fue y le contó al pueblo todo lo que el Señor había dicho y ordenado, y todos a una voz contestaron: ¡Haremos todo los que el Señor ha ordenado!" "El compromiso de fidelidad al Señor, por parte del pueblo, es esencial para la celebración de la alianza (Ex 19,8; Dt 5,27). En este v., el pueblo responde al anuncio hecho por Moisés de viva voz; en el v. 7, a la lectura del libro de la alianza" (BE, nota a cita de Ex 24,3). Dios toma la iniciativa de comunicar a los hombres el misterio de su Amor y de su Vida. Quiere hacer surgir en ellos un nuevo modo de existir y de vivir. Se trata de un compromiso de vida en común; de una relación de amor entre Dios y su pueblo mantenida con fidelidad aunque cambien las situaciones. El pueblo está llamado a dar una respuesta afirmativa y generosa a la invitación de Dios. La mejor señal de la alianza es la sangre. Porque es el principio de la vida. Cuando Moisés, rocíe con la "sangre de la alianza" el altar (que representa a Dios) y el pueblo reunido, Dios y pueblo quedarán unidos en una misma vida.
2,9) La Alianza llega al corazón Con el correr del tiempo la enseñanza de los sacerdotes de Israel será maravillosa. Comprenderán la revelación de Dios a su pueblo, contenida en el Pentateuco, como una gran historia. Verán en sus diferentes etapas otras tantas alianzas de Dios: con el Universo, con Noé, con Abraham, con Moisés. La predicación de los profetas afirmará que la Alianza con Dios es actual; que se encuentra al principio de toda conversión. Que es una gracia cuyo origen es el amor con que Dios ama a su pueblo.
3. El significado de los mandamientos (vR1, 247s.) Cuando se habla de los mandamientos se piensa ante todo en el decálogo. Sin embargo, los recientes estudios sobre la historia de las formas han demostrado que el decálogo no es tan excepcional, ni tampoco el único representante de su género. Existe una cantidad apreciable de tales listas de prohibiciones (Dt 27,15s; Ex 21,12.15-17; Lev 19,13-18) y algunas de ellas dan la impresión de una antigüedad superior a la redacción del decálogo (elohista o deuteronomista: Ex 20 o Dt 5 ). El decálogo ocupa en Israel el centro y el punto culminante de una solemnidad muy importante: la fiesta de la renovación de la alianza siquemita. Como puede deducirse de Dt 31,10s., la fiesta tenía lugar cada siete años. Algunos textos nos permiten reconstruir con cierta seguridad el desarrollo li´turgico de la festividad. El hecho de que Israel celebrase a intervalos regulares, la revelación del Sinaí con una acción cultual, nos permite comprobar una vez más cuán intensamente comprendió esta revelación divina como acontecimiento histórico. Con esta celebración cultual, Israel expresaba que el acontecimiento de la revelación sinaítica tenía la misma actualidad para todos los tiempos, se renovaba en cada generación y era "contemporánea" a todas (ver Dt 5,2-4; 29,10s.). Si la fiesta de la renovación de la alianza era una fiesta de peregrinación, se comprende su limitación al aspecto moral. El decálogo se dirigía a los laicos, a su vida cotidiana, a la convivencia profana dentro de las comunidades rurales; en una palabra: a la conducta que debían observar cuando regresaran a sus localidades de origen, una vez concluida la alianza. Yahvéh espera ciertamente la decisión de Israel, pero en ningún caso los mandamientos precedían condicionalmente a la alianza, como si la entrada en vigor del pacto dependiera en absoluto de la obediencia. Las cosas están al revés: se concluye la alianza, y con ella recibe Israel la revelación de los mandamientos. Con el tiempo el oído de Israel comenzó a agudizarse; se empezó a adivinar detrás de la norma negativa un sentido nuevo y constructivo. Israel consideró la voluntad de Yahvéh como una realidad flexible, capaz de acomodarse a cualquier situación nueva, fuese religiosa, política o económica. El Deuteromonio hará una reinterpretación, lo nuevo en él es que la observancia de los preceptos divinos recibe una motivación interna: el amor y la gratitud con Yahvéh guiarán a Israel a la obediencia.
3,1) El primer mandamiento y el celo santo de Yahvéh (vR1,262s.) Es sorprendente que falte la prohibición de adorar otros dioses en el dodecálogo siquemita (Dt 27,15s.). Esto se explica de hecho por las circunstancias particulares de su época. En los tiempos más antiguos de la historia de Israel, en la época de los Jueces, cuando su vida campesina transcurría en la región montañosa de la Palestina central, sin contactos importantes con los cultos extranjeros, el peligro de apostasía de la fe yahvista o de sincretismo no era todavía inminente para la mayoría del pueblo, como lo sería poco tiempo después. Esto no quiere decir que el primer mandamiento sea más reciente. Por el contrario es indudable que ese coeficiente de aguda intolerancia era propio del culto yahvista desde sus comienzos. La frase: "el que ofrezca sacrificios a otros dioses será traplantado de la vida a la muerte" (Ex 22,19) parece ser, en su forma como en su contenido, una versión antigua del mandamiento correspondiente en el decálogo. La prohibición de pronunciar los nombres de los dioses extranjeros aparece fuera de una lista, en una anotación conclusiva y por esta razón podría ser más reciente (Ex 23,13). Por encima de estas clasificaciones es importante saber cómo interpretó Israel esta prohibición, que siempre fue para él el mandamiento por excelencia. El precepto del decálogo: "no tendrás otro dios a despecho de Yahvéh", es la versión más genérica y menos detallada de todas. Existe una interpretación del primer mandamiento en el AT. Tres textos unen la prohibición de todo culto extranjero con una alusión al celo de Yahvéh: "pues Yahvéh es un Dios celoso" (Ex 20,5; 34,14; Dt 6,14s.). Debemos hablar al mismo tiempo de la santidad de Yahvéh, de su celo y del primer mandamiento, pues no es posible separarlos. El celo y la santidad sólo son matices diversos de una misma e idéntica cualidad divina. La experiencia de lo santo en Israel es importante. Lo santo es lo "totalmente otro". El hombre se esfuerza por delimitar el ámbito en el cual se manifiesta lo santo, el lugar donde se ha instalado, a fin de protegerlo de cualquier contaminación con lo profano (Ex 19,12), pero también para resguardar al mundo profano contra cualquier amenaza proveniente de aquel. Israel pensó siempre que Yahvéh no sólo había revelado su santidad a los hombres sino también había santificado cosas, lugares y tiempos. Los tiempos que Yahvéhh eligió para sí no eran sólo los litúrgicos. En cualquier momento de la historia puede "santificarse" con actos de juicio o salvación (Ex 14,4). El intento de comprender el primer mandamiento a partir del celo de Yahvéh permanecería incompleto y se prestaría a equívocos, si no revelásemos, como es debido, su enraizamiento en la historia de la salvación. El primer mandamiento no es pura teoría, Yahvéh mismo prueba su unicidad con sus intervenciones en la historia: "Yo soy Yahvéh, quien te sacó de Egipto". Por otra parte, no pocas veces se dice de los dioses extranjeros que no tienen ninguna historia con Israel; los padres "no los conocieron" (Dt 13,7 y otros), es decir no les eran familiares; son unos "recién llegados" (Dt 32,17) -un reproche muy característico para la religión israelita y su mentalidad histórica-. Yahvéh es el dios de Israel desde tiempos antiguos (Sal 44,2).
3,2) La prohibición de las imágenes en el AT (vR1,272s.; Biblia para iniciación p 75s.) Los israelitas tuvieron la experiencia de que Dios les hablaba en al historia, es decir, a través de los acontecimientos de su vida. Esto les hizo comprender la prohibición de hacerse "imágenes" de Dios: corrían el riesgo de creer que Dios estaba verdaderamente presente en ellas y que las imágenes encerraban el poder de Dios. Así lo pensaban los pueblos vecinos. (Ex 20,4) Los cristianos sabemos que Jesucristo es la presencia definitiva de Dios entre los hombres. San Pablo le llama "imagen visible de Dios invisible" (Col 1,15). Con El, ya no hay riesgo de interpretación errónea. En El sabemos que reside corporalmente la plenitud de la divinidad. Yahvéh permanecía siempre una realidad trascendente. La naturaleza no era una manifestación personal de Yahvéh; todo al contrario, Dios se hallaba frente a ella como su creador. Esto significa por consiguiente que la prohibición de las imágenes formaba parte del misterio en el que se realizaba la revelación en el culto y en la historia.
4) El Deuteronomio Si hablamos de los mandamientos y cómo Israel entendió la revelación de la voluntad divina, debemos hablar también del Deuteronomio, ya que es ahí donde la voluntad divina se expresó con grandeza. Pero tengamos presente que el Dt interpreta la voluntad divina en una época muy concreta y bastante tardía. En efecto, muchas cosas debían decirse y aplicarse entonces de una manera distinta. En su aspecto formal el Dt se presenta como un solo discurso de despedida, que Moisés dirige a Israel: Está concebido así: en el Sinaí (el Dt lo llama siempre Horeb), Israel recibió únicamente el decálogo, porque no podía seguir escuchando a Yahvéh; en cambio, Moisés oyó del Señor otras muchas cosas, es decir, "toda la ley" (Dt 5,31). Poco antes de morir, Moisés proclamó por primera vez la revelación completa de la voluntad de Yahvéh en la región de Moab, pues ella debía entrar en vigor como norma de vida a partir de la conquista de Canaán (Dt 4,45; 5,27s.; 31,9s.) Así pues el DT se considera a sí mismo una revelación sinaítica más extensa. Es fácil imaginar que el antiguo Israel no conociera, ni de lejos, este pensamiento teológico unitario. Entonces cada israelita vivía ligado a uno de los santuarios más importantes y a sus instituciones cultuales; las antiguas tradiciones cultuales o históricas cultivadas en dichos santuarios tenían, sin excepción, un carácter más o menos local y se hallaban muy lejos de abarcar la gran riqueza de tradiciones, que el Dt desarrolla, como la revelación unitaria de la voluntad divina. Esta visión teológica unitaria presupone una considerable capacidad de abstarcción. El autor del Dt ya no está dentro de una tradición determinada; más bien se enfrentaba a todas ellas desde una clara distancia teórica. El Dt quiere ser una "doctrina completa": "no añadirás nada, ni suprimirás nada" (Dt 13,1; 4,2). Y aunque el Dt se autodefina como "torá", no lo podemos traducir literalmente por "ley", sino más bien como un testamento espiritual, como una revelación de la voluntad divina.
4,1) La parénesis (discurso moral; exhortación; amonestación) El Dt se presenta como el discurso de despedida de Moisés (según Dt 5,28 como una sola interpretación del decálogo) cuando Israel se disponía a pisar la tierra de Canaán. Es decir, se halla en un espacio intermedio de la historia salvífica, entre la elección de Israel como pueblo de Yahvéh y el cumplimiento de las promesas divinas. El tono general de la parénesis o exhortación indica que Israel corre grave peligro de desatender la llamada de Yahvéh. La exhortación del Dt esboza las siguientes ideas fundamentales: La idea de la elección es una creación del Dt. Israel no es un pueblo importante, al contrario, es el más pequeño entre las naciones. El único motivo de su elección se halla exclusivamente en el amor de Yahvéh (Dt 7,7-9). El don salvífico, que Yahvéh destinó a su pueblo y del cual hablan sin cesar las parenesis, es el país (heredad) y la tranquilidad frente a los enemigos que le rodean (Dt 12,9s.; 25,19). La noción de la heredad posee en Israel una larga historia; pertenece al derecho sagrado del suelo, y designaba en un principio la tierra que Yahvéh entregaba en herencia a una tribu o familia. Pero el Dt será el primero en hablar de la heredad de Israel. Los sermones hablan de esta heredad prometida a Israel. Es la tierra buena bien regada, donde abundan el vino y la fruta, rica en tesoros minerales (Dt 8,7-9).La voluntad de Yahvéh se descompone efectivamente en una serie de preceptos concretos que deben obsevarse muy en concreto; pero el primero y el más importante es el mandamiento fundamental de amar a Yahvéh "con todo tu corazón, con toda tu alma y todas tus fuerzas" (Dt 6,4s.); todo lo demás deriva casi automáticamente de él (El Dt afirma ocho veces que los mandamientos deben observarse "con todo el corazón y con toda el alma" (Dt 6,5; 10,12; 11,13 ; etc).). El Dt quiere que la voluntad de Yahvéh se aclare y se haga lo más interior posible.
4,2) Las leyes (vR1,289s.)El verdadero cuerpo legislativo comienza en el capítulo 12. Sin embargo el Dt no transmite las leyes en su antigua redacción cultual o jurídica, sino en un estilo homilético muy suelto, en forma de una predicación sobre los mandamientos. Baal era un dios pluriforme y donde se percibía un misterio de la naturaleza divinizada, allí tenía lugar una nueva revelación de Baal. Yahvéh, en cambio es uno solo. Era, pues, necesario desligar el culto divino de la multiplicidad de formas en las que había degenerado en los santuarios locales, y restituirle su unidad. El único Yahvéh se había manifestado en una sola revelación (precisamente en la torá deuteronómica), y a ella debía corresponder un culto único. De esta manera, es fácil comprender la ley de la centralización del culto como concecuencia inmediata de la grave afirmación sobre la unicidad de Yahvéh (Dt 6,4). Con esto hemos indicado ya el enemigo que el Dt no pierde nunca de vista. Este libre es en este aspecto combativo, frente a la única amenaza global contra la fe yahvista que él conoce: la religión natural de Canaán. Israel no podía realizar esta interpretación tan amplia de sí mismo sin una cierta racionalización de la historia salvífica.
5) El documento sacerdotal (quizás sea mejor ubicar este tema en el capítulo sobre el exilio en Babilonia). Extractado de Ferrando, cap 1.4.2 La tradición sacerdotal es la última de las cuatro grandes fuentes del Pentateuco. Fue redactada durante el tiempo del destierro, pero ayudada de fuentes anteriores a la destrucción de Jerusalén. Su finalidad es la de recoger en una gran síntesis la historia y la legislación de los primeros tiempos de Israel para salvarlas del naufragio y para estructurar la comunidad judía, amenazada en Babilonia de desaparición. Se inspira en la teología de la trascendencia divina, del Dios Santo e inaccesible. El refrán que sintetiza esta teología es: "Sed santos, porque Yo, vuestro Dios, soy santo" (Lv 19,2). El judío debe vivir con Dios y participar de su santidad evitando ante todo la contaminación con lo impuro y participando luego en la liturgia. Para asegurar la pureza ritual y legal que permite esa participación, P da un gran número de preceptos que se refieren a la vida sexual, social y, sobre todo, cultual. Las grandes fiestas litúrgicas son puestas en relación con acontecimientos históricos, de los que tomarán su origen y sentido; la fiesta principal es la Pascua, que entronca con la salida de los israelitas de Egipto. En el Pentateuco pertenecen a P todo el Levítico, más de la mitad de Ex, buena parte de Nm y unos cuantos versículos de Gn. El documento primitivo debía contener dos secciones claramente distintas: Primera, el código de santidad (Lev 17-26), cuya estructura es semejante a la del Dt. A este núcleo se añadió después del destierro el ritual de los sacrificios y las reglas referentes a la pureza y a la impureza (Lv 1-7 y 11-16). Segunda, un resumen de historia sagrada. Las instituciones de Israel -sábado, circunsición, etc.- adquieren un valor sagrado al insertarse en el marco de la historia. El estilo es seco y redundante; se evita cualquier antromorfismo; hay interés por genealogías y precisión cronológica. Divide la historia en períodos marcados cada uno por una alianza especial que Dios hace con el hombre. Dios, voluntariamente, adquiere un compromiso y el hombre se obliga a responder observando algo: Adán, el descanso sabático; Noé, el no comer animales sofocados; Abraham, la circuncisión; Moisés y el pueblo rescatado de Egipto, la Ley del Sinaí. Así se justifica histórica y religiosamente la edificación del ghetto, el aislamiento del pueblo judío. Véanse algunas expresiones características de P en Gn. 1,1- 2,4a; 5,1; 6,9; 9,1-17. Es interesante analizar cómo en la narración del diluvio (Gn 6-9) se entremezclan las tradiciones J y P (la BJ indica qué versículos pertenecen a una y otra).
5,a) El documento sacerdotal como una obra histórica (vR1, 295s.) Israel elaboró dos escritos de gran amplitud teológica sobre los acontecimientos del Sinaí: el Deuteronomio y el documento sacerdotal. Ambos provienen de una época relativamente tardía, como se puede imaginar en obras con una acumulación semejante de materiales. Para la exposición histórica de los documentos J, E y D el acontecimiento del Sinaí consistía en la solemne proclamación de la ley divina. P contempla el mismo suceso desde una perspectiva muy distinta: en el Sinaí Yahvéh instituyó el culto de Israel. La gran mayoría de los autores consideran que los siguientes textos pertenecen al núcleo primitivo de la perícopa sinaítica en P : Ex 24,15-18; 25-31; 34,29-35; 35-40; Lev 8-10; 16; Núm 1-4; 8,5-22; 9,15-23; 10,1-10. Según estos textos Yahvéh manifestó en primer lugar las cosas necesarias para el santuario, designó a Aarón y a sus hijos como personal del culto.
6) La tienda, el arca y la gloria de Dios 6,1) El encuentro de Dios con los hombres Dios mora en las alturas, en los "montes". En ellos habita Dios. El monte Sinaí fue el lugar del encuentro de Dios con los hombres. Hemos visto como para los israelitas las nubes que se acumulan en las cumbres eran señal de la presencia de Dios. Cuando el pueblo de Israel se adentre en el desierto la "tienda" sustituirá al monte. La nube descenderá sobre ella. Será el "lugar" del encuentro de Dios con los hombres. La tienda guardaba el arca de la Alianza y el maná. Cuando David quiera construir una morada al Señor y su hijo Salomón realice este deseo, "el templo" reemplazará a la tienda. También se llenaba dela "gloria" de Dios (la nube de incienso). El piadoso israelita sabía que era el lugar del encuentro de Dios con los hombres.
6,2) Según v. Rad: El tabernáculo no es una tienda en sentido propio. Consta de un macizo andamiaje de tablones dorados, sobre el cual se extendían preciosas alfombras. Tiene unos 15 metros de longitud, 6m de anchura y 5m de altura; en su parte posterior, un recinto cúbico de 5+5+5 m, separados por una cortina, era el "santísimo". Aquí se encontraba el arca, una caja de madera rectangular, transportable gracias a largas barras; medías 125 cm de largo, 75cm de ancho y 75 cm de alto. En la cámara anterior al Santísimo se encontraba la mesa de los panes presentados y el candelabro de los siete brazos. Ante la puerta de la tienda, en el atrio, estaba situado el altar de los holocaustos (vR1, 298s) La tienda era un sitio para los oráculos, el lugar donde Dios dejaba oir su palabra. La tienda santa posee una relación muy íntima con la idea del campamento; aquella iba con éste y no podían existir independientes. Con la instalación de Israel en Canaán la tienda desaparece de la historia (vR1, 298s). Muy distinta es la cuestión del arca. Durante siglos enteros podemos seguir sus pasos en la tradición. La encontramos ya en la "época del desierto" (Num 10,35); la tradición de la conquista de Palestina nos informa también sobre ella (Jos 3-6); luego la vemos como centro cultual de la anfictionía (1 Sam 1-6) y por fin en el templo de Salomón. Es probable que desapareciese con la destrucción de Jerusalén (del 586). Jeremías se opuso a su reconstrucción (Jer 3,16). Estos datos nos indican ya como el arca pudo acomodarse a las situaciones más diversas con mucho mayor elasticidad que la tienda, la cual estaba ligada al campamento (vR1 298s).
6,3) El arca : 6,3,1)(Vocabulario de teología bíblica X. León Dufour): La presencia de Dios en Israel se manifiesta de diversas maneras. El arca es uno de sus signos visibles. En el arca están contenidas las diez palabras escritas por el dedo de Dios sobre la piedra (Dt 10,1-5); esta caja recubierta de una chapa de oro, lleva en su parte superior unos querubines, es el trono o el escabel de Yahvéh (Sal 132,7). Así Yahvéh "sentado sobre los querubines" (Sal 80,2) guarda bajo sus pies su palabra. El arca, albergada bajo la tienda, es como el santuario movil que acompaña a Israel desde los orígenes, a la partida del Sinaí, hasta la construcción del templo, en que será fijada. Desde ahora el templo pasa al primer plano y el arca pierde importancia. El arca concreta la presencia operante de Dios durante el Éxodo y la conquista de la tierra prometida. Es el emblema de la guerra santa, que atestigua la parte que el mismo Yahvéh, "valiente guerrero" (Ex 15,3), toma en la realización de la promesa. La historia del arca llega a la vez a su coronamiento y a su término cuando David la hace entrar solemnemente en Jerusalén en medio del júbilo popular (2Sam 6,12-19), donde halla su lugar de reposo (Sal 132) hasta que finalmente Salomón la instala en el templo (1 Re8). Hasta entonces el arca móvil estaba en cierto modo a la disposición de las tribus; después de la profesía de Natán (2Sam 7), la alianza pasa por la familia de David, que ha realizado la unidad del pueblo: Jerusalén y el templo van a heredar los caracteres del arca.
6,4) La gloria de Dios (cfr. v. Rad: vR1,304s): La traducción de kabot de Yahvéh por "la gloria de Yahvéh" es sólo un aspecto. la semántica de esta palabra incluye la idea de pesadez, prestigio (gravitas), honor. Los bienes de Jacob son su kabot (Gén 31,1) por lo tanto es aquello que hace de él una persona de prestigio. El kabot de un pueblo es su fuerza espiritual, su fraternidad, su fortaleza en la historia (Is 16,14...). Recordemos que San Pablo nos dice que cuendo es débil es fuerte, porque así actúa la fuerza de Dios es él. Por tanto podemos decir que el kabot de un pueblo son sus anawin, cuya fuerza está en Dios. Los santos trasparentan la gloria de Dios. El kabot son todas las cualidades positivas que hacen de los individuos e incluso de los objetos, seres importantes; una realidad generalmente perceptible por los sentidos. Así el kabot de Yahvéh es su potencia, su prestigio, su honor. Ella llena la creación entera (Is 6,3); los ángeles y los hombres tienen la obligación de cantar con alabanzas la gloria de su potencia (Sal 29,9) y Yahvéh la reclama como un derecho suyo exclusivo (Is 42,8). El hombre también puede conocer en la historia esa incomparable potencia de Yahvéh, siempre y cuando él "muestra su gloria" (Ex 14,4; 17s.; Ez 28,22). Así pues dos "teologías" muy diferentes estaban unidas con la tienda y con el arca: en el primer caso era una teología de la aparición, en el segundo una teología de la presencia. Todavía en el templo de Salomón, cuyo santísimo contenía el arca, fue considerado como el lugar de la presencia persoanl de Yahvéh (1 Re 8,12). La presencia divina era siempre una presencia benéfica, y es significativo observar cómo la venida del arca a Israel provocaba explosiones de alegría semejantes a las danzas (cf 1 Sam 4,4s; 6,13). La idea deuteronómica y deuteronomista del arca se distingue de la antigua concepción que veía en ella el trono de Yahvéh (Dt 10,1-5; 1 Re 8,9): el arca es sólo el depósito de las tablas de la ley, nada más; pues desde el punto de vista cultual es inconcebible que el trono fuera considerado al mismo tiempo un recipiente. Por lo tanto será mejor ver en esta última idea del arca una elaboración racionalista y desmitizante de la misma, ya que según la teología del Dt Yahvéh habita en el cielo; en la tierra pusoi únicamente su nombre en el santuario. De ahora en adelante será posible llamar a la tienda, tienda de la ley. Volviendo al documento sacerdotal, el tabernáculo debe considerarse ante todo como una combinación de la tienda y el arca. Hoy no podemos determinar cuándo se mezclaron entre sí estas dos corrientes de tradición tan heterogéneas. (La protesta de Natán contra el intento de unir a Yahvéh con un templo-morada indica hasta qué punto se distinguían entre sí estas dos concepciones sobre la condescendencia divina (2 Sam 7,6s.). Quizás a la base de esta protesta se halla una antigua teología de la tienda y de la aparición, que no podía familiarizarse con la idea de la unión de Yahvéh a un sólo lugar.)
7) El desierto ( del Vocabulario de teología bíblica Xavier Léon-Dufour): "Dios quiso hacer pasar a su pueblo por esta "tierra espantosa" (Dt 1,19), para hacerle entrar en la tierra que fluyen leche y miel...a la vez fue un tiempo de prueba para el pueblo y hasta de apostasía, pero en todo caso un tiempo de gloria para el Señor. Es un camino expresamente escogido por Dios, aunque no era el más corto (Éx 13,17), porque Dios quería ser el guía de su pueblo (13,21). Luego, en el desierto del Sinaí es donde los hebreos deben adorar a Dios (Éx 3,17s = 5,1ss); de hecho, en él reciben la ley y concluyen la alianza que hace de aquellos hombres errantes un verdadero pueblo de Dios: se lo puede incluso computar (Num 1,1ss). Dios quiso, por tanto, que su pueblo naciera en el desierto; sin embargo, le prometió una tierra, haciendo así de la permanencia en el desierto una época privilegiada, pero provisonal. La infidelidad del pueblo. El camino de Dios no tenía nada comparable con la buena tierra de Egipto, en la que no faltaban alimento y seguridad; era el camino de la fe pura en el que guiaba a Israel. Ahora bien, desde las primeras etapas murmuraban los hebreos contra la disposición del Señor: ni seguridad, ni agua, ni carne...Esta murmuración corre por todo lo largo de los relatos (Ex 14,11; 16,2s; 17,2s; Num 14,2ss; 16,13s; 20,4s; 21,5) suscitada tanto por la primera como por la segunda generación del desierto. El motivo es claro: se echa de menos la vida ordinaria; por penosa que fuera en Egipto, se la prefería a esta vida extraordinaria confiada únicamente al cuidado de Dios; vale más una vida de esclavos que la muerte que amenaza, el pan y la carne que el insípido maná. El desierto revela así el corazón del hombre, incapaz de triunfar de la prueba a la se le somete.El triunfo de la misericordia divina. Pero si Dios deja perecer en el desierto a todos los que se han endurecido en su infidelidad y en su falta de confianza, no por eso abandona su designio, sino que saca bien del mal. Al pueblo que murmura le da un alimento y un agua maravillosos; si debe castigar a los pecadores, les ofrece también medios inesperados de salvación como la serpiente de bronce (Num 21,9). Es que Dios siempre hace resplandecer su santidad y su gloria (20,13). Ésta se mostrará sobre todo cuando con Josué entre en la tierra prometida un verdadero pueblo. Este triunfo final permite ver en el desierto no tanto la época de la infidelidad del pueblo cuanto el tiempo de la misericordiosa fidelidad de Dios, que previene siempre a los rebeldes y hace que prospere su designio. Retrospección sobre el tiempo del desierto. El pueblo, instalado en la tierra prometida, no tardó en transformarla en un lugar de prosperidad idolátrica e impía, con tendencia a preferir los dones de la alianza a la alianza del donador. El desierto es el tiempo idílico del pasado por oposición al tiempo presente de Canaán....En atención a esta época en que el pueblo vivió tan cerca de Dios, ¿cómo no tener plena confianza en aquel que nos guía y nos alimenta? (Sal 81,11).
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