Indice PERÍODO PERSA Página Principal |
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(persa.htm; versión al 8..2000) XXXIV) El período persa. (Ver libros de Esdras y Nehemías). Ciro y sus sucesores gobiernan de una forma distinta de los asirios y babilonios:-no eliminan los ordenamientos de cada Estado, ni intercambian (o erradican) poblaciones. -respetan las estructuras autóctonas. -respetan el culto a los dioses locales y el cuidado de los santuarios de cada uno. Los persas gobernaron Siria y Palestina durante unos 70 años sobre Israel. Fueron vencidos y relevados por Alejandro Magno, rey griego, en el año 333 aC. Los judíos de Babilonia obtienen la autorización para volver a su patria. El edicto lo recoge Esdras (6,1-5): no sólo pueden volver a sus casas y administrarse por su cuenta, sino que les restituye los utensilios del antiguo templo que se habían llevado los babilonios y les entrega una lista oficial de los mismos (Esd 1,7). Esd 6,3-5: "El año primero de su reinado, el rey Ciro decretó a propósito del templo de Jerusalén: Constrúyase un templo donde ofrecer sacrificios y echen sus cimientos. Su altura será de treinta metros y su ancho será de otros treinta. (4) Tendrá tres hileras de piedras sillares y una hilera de madera nueva. Los gastos correrán a cargo de la corona. (5) Además, los objetos de oro y plata de la casa de Dios, que Nabucodonosor trasladó del templo de Jerusalén al de Babilonia, serán devueltos al templo de Jerusalén para que ocupen su puesto en la casa de Dios".
XXXV) La institución de la comunidad cultual pos-exílica(1) Los acontecimientos más decisivos de este proceso son cuatro: el edicto de Ciro (538), la construcción del templo (521-515), la actividad de Nehemías (445) y la de Esdras (en el 430?). En el año 539, el rey persa Ciro abatió el imperio neobabilónico y se apoderó sin la menor resistencia de Babilonia. La actitud de los reyes persas frente al culto de los pueblos sometidos -una actitud totalmente nueva en el antiguo oriente-, tuvo trascendencia para Jerusalén. Los asirios y neobabilonios procuraban quebrantar la resistencia de la población nativa, deportándola e instalando en su lugar colonos extranjeros, y obligaban a esta nueva población a observar el culto oficial del estado. Mientras los persas no sólo reconocieron el culto de los pueblos incorporados a su imperio, sino que además dieron a los administradores de sus provincias el encargo de reorganizarlo y purificarlo allí donde se había hundido en el desorden. Así el edicto de Ciro (Esd 6,3-5) fue una de las tantas disposiciones de los reyes persas para regular los diversos cultos de su gran imperio. Este edicto manda reconstruir el templo y restablecer el culto sacrificial. Sin embargo no habla sobre la repatriación de los exiliados. El cronista, que vivía ciertamente en una época muy posterior a los acontecimientos, puso el edicto de Ciro en relación con la vuelta del exilio (Esd 1,1s.) y esta concepción errónea persistió hasta nuestros días. Desgraciadamente no podemos fijar una fecha precisa para la vuelta del exilio, pero no pudo tener lugar antes del reinado de Cambises (529-522), sucesor de Ciro. A pesar de este generoso decreto de Ciro, la construcción del templo no seguía adelante. Se pusieron los fundamentos bajo la dirección de Sesbazar, pero después de este primer paso, la obra quedó paralizada. Esto debido a las precarias condiciones económicas del país, y sobre todo, porque durante el reinado de Ciro, los persas no consiguieron dar una verdadera organización política a esta parte tan remota de su imperio. De hecho debía pasar todavía mucho tiempo -hasta la época de Nehemías- para que esta región alcanzara la estabilidad interna de un orden político. (vR1,123-4). El mismo Nehemías fue el primer gobernador de la provincia. Pero él se sintió también llamado a corregir los abusos en el culto. Las medidas que tomó nos lo muestran como un teólogo rigorista y un purista decidido. Así, por ejemplo, se esforzó, por expulsar de la comunidad cultual los individuos que no pertenecían a las tribus de Israel e, incluso, quiso disolver matrimonios mixtos (Neh 13,1-3.23-28). Procuró organizar las contribuciones para el culto (Neh 13,10-13.31), se preocupó de la observancia estricta del descanso sabático (Neh 13,15-23) y purificó el templo de toda clase de abusos (Neh 13,4-9). Pero en breve otro hombre tomaría a su cargo la restauración interna de la comunidad cultual. Este era Esdras que gozaba de una autoridad incomparablemente superior a Nehemías para llevar a término semejante tarea(2). Esdras provenía también de los exiliados de Babilonia que, en número considerable, seguían viviendo allí. Descendía de una familia sacerdotal, pero aún más importante era el oficio que desempeñaba como miembro de la burocracia persa, era "escriba de la ley del dios del cielo(3) (Esd 7,12.21); era el título de un secretario de la cancillería persa, responsable de la sección para cuestiones religiosas de los judíos. Poseía por tanto, como ningún otro, la autoridad necesaria para afrontar la oposición interna y externa a la reorganización de un culto que se encontraba todavía en situación muy decadente. Así pues, provisto con toda clase de privilegios importantes (Esd 7,12-26), se puso en camino hacia su país. (v Rad 1,127). Esdras se fijó como única meta era la reorganización de la comunidad cultual, que se había reunido en torno al templo. Parte de esta organización fue la institución de un tribunal sagrado; Esdras se sirvió de él para tomar medidas radicales en la cuestión de los matrimonios mixtos y consiguió separar la "semilla santa" de las mujeres extranjeras. El punto culminante de su actividad fue aquella memorable lectura de la tora ante la asamblea, en el primer día del séptimo mes, que debemos entender como una especie de renovación de la alianza... La misión de Esdras fue importantísima. Con él se concluyó externamente un largo y complejo proceso de restauración, apareciendo una realidad nueva: el judaísmo. (v Rad 1,128). La pérdida de la soberanía nacional es, sin lugar a dudas, la nota externa más llamativa para el historiador. Pero esta pérdida no es un elemento constitutivo del judaísmo, todo lo contrario, Israel se despojó del vestido estatal y su monarquía con admirable facilidad y sin una aparente crisis interior. Esto se explica porque el estado fue para Israel un vestido extraño; pues mucho antes que se formara el estado, Israel pertenecía a Yahvéh y se sentía "pueblo de Yahvéh". Por eso cuando destruyeron su estructura estatal, Israel pudo seguir considerándose a sí mismo como "pueblo de Yahvéh". Pero también en este punto se observan grandes discrepancias. Para el Dt Israel era todavía una comunidad natural e histórica, es decir, un pueblo en el sentido propio de la palabra. La situación cambió en la época posterior al exilio; no aparecía ya como un pueblo natural e histórico, sino que la ley comenzó a determinar cada día más quién pertenecía o no a Israel. Ella podía reducir el círculo y, en este caso, debían de ser excluidos los extranjeros, para conservar la pureza de la "semilla santa"; o podía ensancharse bajo determinadas condiciones y entonces los prosélitos eran admitidos dentro de Israel. Lo que era o no, dependía por tanto de la interpretación de la ley. (v Rad 1,129) Antes los mandamientos estaban al servicio de Israel en su camino a través de la historia y de la confusión de los cultos paganos; ahora Israel debía ponerse al servicio de los mandamientos. La antigua concepción de los mandamientos perduró bastante tiempo en la comunidad pos-exílica, pues todavía no descubrimos en ella indicios de una verdadera casuística legal. Pero una vez que se puso la ley como norma absoluta, se inició un camino en el que Israel se salió de la historia, de aquella historia vivida hasta entonces con Yahvéh. No rompió sus relaciones con él, pero cuando comenzó a considerar la voluntad de Yahvéh de una manera tan absolutamente atemporal, la historia salvífica debía permanecer inmóvil sobre Israel. De ahora en adelante viviría en una misteriosa región, fuera de la historia y allí serviría a su Dios, de este modo se privó para siempre de la solidaridad con los otros pueblos, renunciando a unirse con otros pueblos. (1)Tomado de v. Rad. (2)En nuestros días, se ha vuelto a discutir detenidamente sobre la sucesión cronológica de los acontecimientos de la época de Esdras y Nehemías; en esta controversia ha ido ganado terreno la convicción de que Esdras fue posterior a Nehemías. (3)La sustitución del nombre de Yahvéh con la expresión "dios del cielo" que aparece por primera vez en los documentos de este tiempo es una adaptación a las ideas religiosas de los persas. [Indice][Subir] |