(himnofra.htm; versión al 2.9.2000)
Himnos y oraciones de San Francisco de Asís:
Cántico de las criaturas:
"Altísimo, omnipotente buen Señor,
tuyas las alabanzas son, la gloria y el honor,
y toda bendición.
A ti solo, Altísimo, te corresponden
y ningún hombre es digno
de pronunciar tu nombre.
Loado seas, mi Señor,
por todas tus criaturas,
especialmente por el hermano sol
que hace el día y por él nos alumbras,
y él es bello y radiante con gran esplendor:
de ti, oh Altísimo, lleva significación.
Loado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas;
en el cielo las formaste claras y preciosas y bellas.
Loado seas, mi Señor, por el hermano viento,
y por el aire y nublado y sereno y todo tiempo,
por los cuales a tus criaturas das sustento.
Loado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy útil y humilde y preciosa y casta.
Loado seas, mi Señor, por el hermano fuego
por el cual alumbras la noche,
y es hermoso y alegre y robusto y fuerte.
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana madre tierra,
la cual nos sutenta y gobierna,
y produce diversos frutos, matizadas flores y hierbas.
Loado seas, mi Señor, por quienes perdonan por tu amor
y sufren enfermedad y tribulación,
dichosos los que sufrirán en paz,
porque de ti, Altísimo, coronados serán.
Loado seas, mi Señor, por nuestra hermana la muerte corporal,
de la cual ningún hombre viviente puede escapar:
¡ay de aquellos que mueren en pecado mortal!
Dichosos aquellos que se hallen en tu santa voluntad,
porque la segunda muerte no les hará mal.
Load y bendecid a mi Señor, y dadle gracias
y servidle siempre con grande humildad"
(FELDER, Hilario, Los ideales de San Francisco de Asís, Buenos Aires 1948, 441)
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Saludo a la bienaventurada Virgen María:
"Salve, Señora, santa Reina,
santa Madre de Dios, María,
que eres virgen hecha iglesia,
y elegida por el santísimo Padre del cielo,
consagrada por El con su santísimo y amado Hijo
y con el Espíritu Santo consolador;
en la cual estuvo y está
toda la plenitud de la gracia y todo bien.
Salve, palacio de Dios;
salve, tabernáculo suyo; salve, casa suya.
Salve, vestidura suya.
Salve, Esclava suya; salve, Madre suya.
Salve también vosotras todas,
santas virtudes,
que por la gracia y la luz del E`píritu Santo,
sois infundidas en los corazones de los fieles
para hacerlos, de infieles, fieles a Dios"
(ELCID, Daniel, El hermano Francisco. El santo que no muere, Madrid 1985,
149).
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Saludo a la santa obediencia:
"La santa obediencia
confunde los caprichos y voluntades del hombre carnal
y da muerte al propio yo,
y lo mantiene sujeto a la obediencia del espíritu
y a la obediencia a su hermano,
y lo torna un súbdito humilde
de todos los hombres que hay en el mundo;
y no sólo de los hombres,
sino hasta de las bestias y las fieras,
para que hagan de él lo que quieran,
cuanto les permite desde arriba el Señor"
(ELCID, Daniel, El hermano Francisco. El santo que no muere, Madrid 1985,
172-173).
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Saludo a las Virtudes:
"¡Salve, reina Sabiduría; Dios te guarde con tu hermana la
santa y pura Sencillez!
¡Salve, santa dama Pobreza; Dios te guarde con la santa Humildad!
¡Salve, santa dama Caridad; Dios te guarde con tu hermana la santa Obediencia! Porque del
Señor procedéis todas ¡oh virtudes santísimas!
Y ninguna hay entre vosotrsa que pueda el hombre poseer, si antes no muere a sí mismo;
pero quien a una posee, a todas vosotras posee; y quien a una ofende, a todas vosotras
ofende".
(ENGELBERT, Omer, Vida de San Francisco de Asís, Santiago 1973, 137).
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La virtud ahuyenta el vicio:
"Donde hay caridad y sabiduría, no hay temor ni ignorancia.
Donde hay paciencia y humildad, no hay ira ni desasosiego.
Donde hay pobreza con alegría, no hay codicia ni avaricia.
Donde hay quietud y meditación, no hay preocupación ni disipación.
Donde hay temor de Dios que guarda la entrada (cf. Lc 11,21), no hay enemigo que tenga
modo de entrar en la casa.
Donde hay misericordia y discresión, no hay superficialidad ni endurecimiento".
(GUERRA, José Antonio, San Francisco de Asís. Escritos, Biografías, Documentos de la
época, Madrid 1985, 84).
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Alabanzas del Dios Altísimo:
"Tú eres el santo, Señor Dios único, que haces maravillas.
Tú eres el fuerte, tú eres el grande, tú eres el altísimo,
tú eres el rey omnipotente;
tú, Padre santo, rey del cielo y de la tierra.
Tú eres trino y uno, Señor, Dios de los dioses.
Tú eres el bien, todo bien, sumo bien;
Señor Dios, vivo y verdadero.
Tú eres el amor, la caridad; tú eres la sabiduría,
tú eres la humildad, tú eres la paciencia,
tú eres la hermosura, tú eres la mansedumbre;
tú eres la seguridad, tú eres el descanso, tú eres el gozo,
tú eres nuestra esperanza y alegría;
tú eres la justicia, tú eres la templanza,
tú eres toda nuestra riqueza hasta la saciedad.
Tú eres la hermosura, tú eres la mansedumbre,
tú eres el protector, tú eres nuestro custodio y defensor;
tú eres la fortaleza, tú eres el refrigerio.
Tú eres nuestra esperanza, tú eres nuestra fe,
tú eres nuestro amor, tú eres toda nuestra dulzura,
tú eres nuestra vida eterna;
grande y admirable Deñor,
Dios omnipotente, misericordioso Salvador"
(ELCID, Daniel, El hermano Francisco. El santo que no muere, Madrid 1985,
186-197).
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Plegaria de San Francisco:
Haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde hay odio ponga yo amor,
donde hay ofensa ponga yo perdón, donde hay discrodia ponga yo unión.
Donde hay duda ponga yo la fe,
donde hay error ponga yo verdad,
donde hay tristeza ponga yo alegría,
donde hay tinieblas ponga yo tu luz.
Oh, Maestro:
que no me empeñe tanto en ser consolado, sino en consolar;
en ser comprendido, sino en comprender,
en ser amado, sino en amar.
Haz de mí un instrumento de tu paz,
porque dando siempre se recibe,
perdonando se alcanza el perdón,
muriendo se va a la vida eterna.