(Himno1.htm; versión al 26.8.00)

 

Himnos Religiosos Carmelitanos

 

1) Santa Teresita del Niño Jesús:

Teresita de Lisieux  vive una teología existencial del "hoy", está como absorta en el "ahora" de Dios. En su poema titulado "Mi canción de hoy", canta de esta manera:

Mi canción de hoy

"Mi vida es un instante, una hora pasajera,
Mi vida es un momento que escapa fugitivo:
Tú lo sabes, Dios mío, para amarte en la tierra,
No tengo más que hoy.

Oh Jesús, yo te amo, a ti mi alma aspira...
Tan sólo por un día, sé tú mi dulce apoyo:
Ven y reina en mi alma y dame tu sonrisa,
Tan sólo para hoy.

¿Qué importa, Señor, del porvenir sombrío?
¿Rogarte por mañana? Oh no, yo no lo puedo.
Conserva mi alma pura; cúbreme de tus alas,
Tan sólo para hoy.

Si pienso en el mañana, temo por mi inconstancia,
Siento que en mi alma nacen tristeza y desaliento,
Mas, si, Dios mío, quiero sufrir y ser probada
Tan sólo para hoy.

¡Pan vivo, pan del cielo, divina Eucaristía,
oh misterio sublime que el amor inventó!
Ven y mora en mi alma, Jesús, mi blanca Hostia,
tan sólo para hoy.

El racimo de amor, con las almas por granos,
Sólo formarlo puedo en este día que huye...
¡Oh! Dame, Jesús mío, de un apóstol las llamas,
tan sólo para hoy.

Pronto quiero volar para contar sus glorias
Cuando el sol sin poniente me dará su fulgor:
Entonces cantaré con la lira del ángel
un sempiterno hoy".


(Poema del "Hoy" de Santa Teresita del Niño Jesús, citado en: BALTHASAR, Hans Urs von, Teresa de Lisieux. Historia de una misión, Barcelona 1964, 66-67).

 

2) Santa Teresa de Ávila:

2,a) Vivo sin vivir en mí:

"Vivo sin vivir en mí,
Y de tal manera espero,
Que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
Después que muero de amor;
Porque vivo en el Señor,
Que me quiso para sí:
Cuando el corazón le di
Puso en él este letrero:
Que muero porque no muero.

Esta divina prisión,
Del amor con que yo vivo,
Ha hecho a Dios mi cautivo,
Y libre mi corazón;
Y casua en mí tal pasión
Ver a Dios mi prisionero,
Que muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros!
Esta cárcel y estos hierros
En que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
Me causa un dolor tan fiero,
Que muero porque no muero.

¡Ay, qué vida tan amarga
Do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
No lo es la esperanza larga:
Quíteme Dios esta carga,
Más pesada que el acero,
Que muero porque no muero.

Sólo con la confianza
Vivo de que he de morir
Porque muriendo el vivir
Me asegura mi esparanza;
Muerte do el vivir se alcanza,
No te tardes, que te espero,
Que muero porque no muero.

Mira que el amor es fuerte;
Vida, no me seas molesta,
Mira que sólo me resta,
Para ganarte perderte.
Venga ya la dulce muerte,
El morir venga ligero
Que muero porque no muero.

Aquella vida de arriba,
Que es la vida verdadera,
Hasta que esta vida muera,
No se goza estando viva:
Muerte, no me seas esquiva;
Viva muriendo primero,
Que muero porque no muero.

Vida, ¿qué puedo yo darte
A mi Dios, que vive en mí,
Si no es el perderte a ti,
Para merecer ganarte?
Quiero muriendo alcanzarte,
Pues tanto a mi Amado quiero,
Que muero porque no muero".

(Teresa de Jesús, Obras Completas, Texto revisado y anotado por Fr. Tomás de la Cruz, C.D. Burgos (2) 1977, 1676-1678).

 

2,b) Nada te turbe:

"Nada te turbe,
Nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda,
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta".

(Teresa de Jesús, Obras Completas, Texto revisado y anotado por Fr. Tomás de la Cruz, C.D. Burgos (2) 1977, 1688-1689).

2,c) Algunos estribillos de poesías de Santa Teresa:

"Vuestra soy, para Vos nací, ¿Qué mandáis hacer de mí?"

"Yo toda me entregué y dí, Y de tal suerte he trocado, Que mi Amado para mí, Y yo soy para mi Amado".

"¡Cuán triste es, Dios mío, La vida sin ti! Ansiosa de verte, deseo morir".

"Alma, buscarte has en Mí, Y a Mí buscarme has en ti".

"Cruz, descanso sabroso de mi vida, Vos seáis la bienvenida".

"En la cruz está la vida Y el consuelo, Y ella sola es el camino Para el cielo".

"Si el padecer con amor Puede dar tan grande deleite? ¡Qué gozo nos dará el verte!.

 

(Teresa de Jesús, Obras Completas, Texto revisado y anotado por Fr. Tomás de la Cruz, C.D. Burgos (2) 1977, 1678-1716).

 

3) San Juan de la Cruz:

3,1) Noche oscura:

"1. En una noche oscura
Con ansias en amores inflamada,
¡Oh, dichosa ventura!
Salí sin ser notada,
Estando ya mi casa sosegada.

2. A oscuras y segura
Por la secreta escala, disfrazada,
¡Oh, dichosa ventura!
A oscuras, y en celada,
Estando ya mi casa sosegada.

3. En la noche dichosa
En secreto, que nadie me veía,
Ni yo miraba cosa,
Sin otra luz y guía,
Sino la que en el corazón ardía.

4. Aquésta me guiaba
Más cierto que la luz del mediodía.
A donde me esperaba,
Quien yo bien me sabía,
En parte donde nadie parecía.

5. ¡Oh, noche, que guiaste.
Oh, noche amable más que el alborada:
Oh, noche que juntaste
Amado con amada,
Amada en el Amado transformada!

6. En mi pecho florido,
Que entero para él sólo se guardaba,
Allí quedó dormido,
Y yo le regalaba,
Y el ventalle de cedros aire daba.

7. El aire de la almena,
Cuando yo sus cabellos esparcía,
Con su mano serena
En mi cabello hería,
Y todos mis sentidos suspendía.

8. Quedéme, y olvidéme,
El rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo, y dejéme,
Dejando mi cuidado
Entre las azucenas, olvidado".

(Cfr. San Juan de la Cruz, Obras Completas, Edición crítica, nota y apéndices por Lucino Ruano de la Iglesia, C.D., Madrid 1982, 87-88).

 

3,2) Llama de amor viva:

"1. ¡Oh  llama de amor viva,
Que tiernamente hieres
De mi alma en el más profundo centro!;
Pues ya no eres esquiva,
Acaba ya si quieres,
Rompe la tela deste dulce encuentro.

2. ¡Oh cuativerio suave!
¡Oh regalada llaga!
¡Oh mano blanda! ¡Oh toque delicado,
Que a vida eterna sabe,
Y toda deuda paga!
matando, muerte en vida la has trocado.

3. ¡Oh lámparas de fuego,
En cuyos resplandores
Las profundas cavernas del sentido,
Que estaba oscuro y ciego,
Con extraños primores
Calor y luz dan junto a su querido!

4. ¡Cuán manso y amoroso
Recuerdas en mi seno,
Donde secretamente solo moras:
Y en tu aspirar sabroso
De bien y gloria lleno
Cuán delicadamente me enamoras!".

(Cfr. San Juan de la Cruz, Obras Completas, Edición crítica, nota y apéndices por Lucino Ruano de la Iglesia, C.D., Madrid 1982, 40).

 

3,3) Cántico espiritual o canciones entre el alma y el Esposo:

       ESPOSA:

"1. ¿Adónde te escondiste,
Amado, y me dejaste con gemido?
Como el ciervo huiste
habiéndome herido;
salí tras ti clamando y eras ido.

2. Pastores los que fuerdes,
allá por las majadas al otero,
si por ventura vierdes
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero.

3.  Buscando mis amores
iré por esos montes y riberas,
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras,
y pasaré los fuertes y fronteras.
 

      PREGUNTA A LAS CRIATURAS:

4. ¡Oh, bosques y espesuras
plantadas por la mano del Amado,
oh, prado de verduras
de flores esmaltado,
decid si por vosotros ha pasado!

5. Mil gracias derramando
pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando
con su sola figura
vestidos los dejó de hermosura.

       ESPOSA:
6. ¡Ay, quién podrá sanarme!
Acaba de entregarte ya de vero;
no quieras enviarme
de hoy más ya mensajero
que no saben decirme lo que quiero.

 7. Y todos cuantos vagan
de ti me van mil gracias refiriendo,
y todos más me llagan,
y déjame muriendo
un no sé qué que queda balbuciendo.

8. Más ¿cómo perseveras,
oh, vida, no viviendo donde vives,
y haciendo porque mueras
las flechas que recibes
de lo que del Amado en ti concibes?

9. ¡Por qué, pues, has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y pues me lo has robado,
¡por qué así le dejaste
y no tomas el robo que robaste?

10. Apaga mis enojos,
pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
pues eres lumbre dellos, y sólo para ti quiero tenellos.

11. ¡Oh, cristalina fuente!
Si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados.

12. Apártalos, Amado,
que voy de vuelo

       ESPOSO:
Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, fresco toma.

       ESPOSA:
13. Mi Amado, las montañas,
los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas,
los ríos sonoros,
el silvo de los aires amorosos.

14. La noche sosegada
en para de los levantes de la aurora,
la música callada,
la soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.

15. Nuestro lecho florido
de cuevas de leones enlazado
en púrpura tendido
en paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.

16. A la zaga de tu huella
las jóvenes discurren al camino,
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino.

17. En la interior bodega
de mi Amado bebí, y cuando salía
por aquesta vega
ya cosa no sabía
y el ganado perdía que antes seguía.

18. Allí me dio su pecho;
allí me enseñó ciencia muy sabrosa
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa.

19. Mi alma se ha empleado
y todo mi caudal en su servicio.
Ya no guardo ganado
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi oficio.

20. Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuese vista ni hallada,
diréis que me he perdido,
que andando enamorada
me hize perdidiza y fui ganada.

21. De flores y esmeraldas
en las frescas mañanas escogidas
haremos las girnaldas
en tu amor floridas
y en un cabello mío enretejidas.

 
22. En solo aquel cabello
que en mi cuello volar consideraste
mirástele en mi cuello, y en él preso quedste,
y en uno de mis ojos llagaste.

23. Cuando tú me mirabas
su gracia en mí tus ojos imprimían;
por eso me adamabas,
y en eso merecían
los míos adorar lo que en ti vían.

24. No quieras despreciarme,
que si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme,
después que me miraste;
que gracia y hermosura en mí dejaste.

25.  Cogednos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
hacemos una piña,
y no parezca nadie en la montiña.

26. Detente, cierzo muerto.
Ven, austro, que recuerdas los amores;
aspira por mi huerto
y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.

        ESPOSO:
27. Entrando se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.

28. Debajo de el manzano
allí fuiste desposada;
allí te di la mano
y fuiste reparada,
donde tu madre fuera violada.

29. A las aves ligeras,
leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores,
y miedos de las noches veladores:

30.  por las amenas liras y canto de serenas, os conjuro
que cesen vuestras iras
y no toquéis al muro
por que la esposa duerma más seguro.

        ESPOSA:
31. ¡Oh ninfas de Judea!,
en tanto que las flores y rosales
el ámbar perfumea,
morará en los arrabales
y no querráis tocar nuestros umbrales.

32. Escóndete, Carillo,
y mira con tu haz a las montañas,
y no quieras decillo;
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas.

 
        ESPOSO:
33. La blanca palomica
al arca con el ramo se ha tornado;
y ya la totolica
al socio deseado
en las riberas ha hallado.
 
34. En soledad vivía
y en soledad ha puesto ya su nido,
y en soledad la guía
a solas tu querido,
también en soledad de amor herido.

 
       ESPOSA:
35. Gocémonos, Amado,
y vamos a ver en tu hermosura
al monte y al collado,
do mana el agua pura;
entremos más adentro en la espesura.

 36. Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas;
y allí nos entraremos
y el mosto de granadas gustaremos.

 37. Allí me mostrarías
aquello que mi alma prenetdía;
y luego me darías
allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día:

 
38. el aspirar de el aire,
el canto de la dulcefilomena,
el soto y su donaire
en la noche serena,
con llama que consume y no da pena.

 
39. Que nadie lo miraba...
Aminadab tampoco parecía;
y el cerco sosegaba,
y la caballería
a vista de las aguas descendía.

 40. Descubre tu prsencia,
y máteme tu vista y hermosura;
mira que la dolencia de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.

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