Indice                                               EL PROFETA ELÍAS                    Página Principal

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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(Versión al 2.05.2000; elias.htm)

XXI) El profeta Elías (1 Re 17-2 Re2)

Elías es un personaje misterioso, incomprensible, temido, incluso odiado, era impredecible. Es uno de los más grandes profetas de Israel. Es originario de Galaad. Región al este del Jordán, y que no era terreno de la antigua cultura cananea. Era un terreno colonizado por Israel, donde la fe en Yahvé se había mantenido más pura que en el oeste. A este profeta le repulsa el sincretismo religioso, ya que fue educado en la fe de Yahvé, propia de los patriarcas.

Omrí al fundar Samaría, dio un nuevo centro al Estado. Erigió allí un templo a Baal (1 Re 16,29.32; 2 Re 10,18s) y en cambio no tenía templo de Yahvé. Además Jezabel mantuvo en Israel a los profetas de ese culto a Baal (1 Re 18,19). En ese momento, en que el culto a Yahvé peligra, apareció Elías. La gran asamblea cúltica celebrada en el Carmelo y que se narra con detalle (1 Re 18,17-40) permite deducir que Elías consiguió convertir en un problema de toda la nación, la cuestión de quién era verdaderamente Dios en Israel. Creyentes de toda la nación fueron allí. Muchos contemporáneos buscaban convivir con la fe en Yahve y la fe en Baal (sincretismo politeísta)(1). El narrador nos dice que el pueblo permaneció en silencio ante la terminante pregunta de Elías, lo cual más que un sentimiento de culpabilidad indica no haber comprendido la cuestión planteada (v 21).

Lo absolutamente nuevo era que Elías considerase "inadmisible" la convivencia, más aún, la interrelación de ambos cultos. Mientras que sus contemporáneos se habían acostumbrado tranquilamente a ese hecho. Esa es la razón de que el narrador concentre todo su interés en la pregunta planteada por el profeta. ¿Quién dio la respuesta? No fue el pueblo(2). Tampoco Elías la dio, sino el mismo Yahvé. Yahvé mismo se manifiesta una vez más con su gloria. Con ello quedó en evidencia la cuestión de quién era el Dios en Israel. Reflexionemos qué significará este silencio del pueblo, y esta respuesta de Dios. Busquemos una aplicación pastoral.

Se enfrentan ambas prácticas inconciliables. Por un lado el culto a Baal que conduce al orgullo y a la autodestrucción. El intento infructuoso y frenético de atraer la atención de la divinidad por medios humanos. Se opone a la serenidad de Elías, que casi parece pasividad. Israel sabía que su Dios siempre estaba dispuesto a manifestarse. Se sabía buscado por él, y no necesitaba ir a buscarlo o atraerlo.

La matanza de los profetas de Baal no fue un acto de venganza o fanatismo de Elías. Sino que ejerció un derecho anfictiónico antiquísimo, según el cual toda forma de apostasía contra Yahvé estaba castigada con la muerte: "El que hace ofrendas a otros dioses, debe ser arrojado de la vida a la muerte" (Ex 22,19). El Deuteronomio, 200 años después de Elías mantiene ese ordenamiento jurídico (Dt 13,7-12; Dt 13,13).

La narración de la teofanía en el monte Horeb (1 Re 19: apliquemos pastoral y espiritualmente este texto). Coloca con habilidad en primer lugar al personaje del drama que no se convenció con la autorevelación de Yahvé en el Carmelo. Sino que al contrario, se decidió tomar medidas extremas: la reina Jezabel.

El motivo de la desesperanza de Elías es ese fin de la fe en Yahvé. El profeta está agotado, llega a pensar hasta en echarse a morir, entregar su vida a Dios (v4). Llega a una debilidad extrema, y sólo se apoya en Dios. Elías busca a Dios en el monte Horeb. Busca a Dios en la montaña, es decir en el lugar en que se había revelado de la manera más pura, y manifestarle su sufrimiento allí donde Moisés había actuado (1 Re 19,9-18). Este dolor culminaba en esta convicción: la fe en Yahvé ha dejado de dominar en Israel definitivamente. Pero la respuesta que recibe Elías es sumamente sorprendente: Israel no está en las últimas, Yahvé tiene todavía muchos planes sobre él. Es verdad que primero habrán dos vengadores que causarán estragos en Israel, y Elías mismo ha de designarlos para esta tarea: Jazael el arameo (castigará a Israel desde afuera). Y Jehú que castigará a Israel desde adentro. Lo sorprendente es que no será el fin de Israel, pues Yahvé "va a dejar sobrevivir a 7000; toda rodilla que no se ha doblegado ante Baal, y cuya boca no le ha besado" (1 Re 19,18: apliquemos espiritual y pastoralmente este texto).

Esta última frase sobre el resto es el punto culminante de la historia, y al mismo tiempo su clave. Israel seguirá existiendo ante Yahvé, incluso después del terrible castigo. Pero existirá ante Dios como un "resto", cosa que se oye por primera vez en Israel. Dios mismo instituye el resto. Con esto termina la misión de Elías, Yahvé ya no lo necesita: pero puede saber que Yahvé continuará extendiendo su mano bondadosa sobre Israel, pues del resto surgirá un nuevo Israel.

Nota: Agregar texto sobre Elías de José Román FLECHA. Buscadores de Dios. Vol I. Entre la ansiedad y la osadía, Madrid 1977, 121.


(1)También hoy en el s XX tenemos esto.

(2)Tan distinto a la asambea de Josué (24,14s) y por otro lado tan semejante.


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